28.07.14

La orden viene de muy alto, eres un pez muy gordo que has hecho mucho daño


De las 48 personas beatificadas entre las que murieron el martes 28 de julio, hablamos ayer de la dominica Ramona Perramón. Los grupos más numerosos fueron los de los 14 estudiantes claretianos asesinados en Ciudad Real y Fernán Caballero; los de nueve hermanos de La Salle muertos junto con un laico en Griñón (Madrid); los de cinco agustinos asesinados en Belinchón (Cuenca) más otros cuatro en Vallecas -donde también mataron al marianista Miguel Léibar Garay; los de cuatro salesianos en Ronda (Málaga); los de dos escolapios en Gabasa (Huesca); los de dos monjes de Montserrat en la provincia de Barcelona; más los de dos salesianos, uno en Madrid y otro en Barcelona. Además, en esta jornada fueron asesinados el canónigo tarraconense Narcís Feliu Costa, y en Madrid el fundador de la Institución Teresiana, Pedro Poveda, uno de los 11 mártires de la revolución española que ha sido canonizado.

Los agustinos de Uclés

El monasterio agustiniano de Uclés (Cuenca) fue desalojado el 24 de julio y los monjes se refugiaron en casas de amigos o donde pudieron. Aunque fueron más los fusilados, hasta ahora han sido beatificados (en 2007) los cinco siguientes sacerdotes, detenidos por milicianos en la tarde del 27 de julio y asesinados la noche siguiente en el lugar conocido como Las Emes de Belinchón, distante unos 25 kilómetros en dirección a Madrid: Antolín Astorga Díez, de 30 años y oriundo de Aguilar de Campoo (Palencia); José Aurelio Calleja del Hierro, de 34 y natural de Melgar de Fernamental (Burgos); Vicente Toledano Valenciano, de 35 y de Saceda-Trasierra (Cuenca); Enrique Bernardino Francisco Serra Chorro, de 36 y de La Barraca, Alcira (Valencia); y el superior del monasterio, José Gutiérrez Arranz, de 53 años y nacido en Zuzones (Burgos).

Solo quedó la falange de un dedo de la mano

En la localidad oscense de Gabasa fueron asesinados los dos escolapios a que hacía referencia Faustino Oteiza en la carta en la que daba noticias sobre la muerte de Dionisio Pamplona: el hermano David (del Santísimo Sacramento) Carlos de Vergara Marañón, de 28 años y navarro de Asarta, y el sacerdote Manuel (de la Virgen del Pilar) Segura López, de 55 años y oriundo de Almonacid de la Sierra (Teruel). Del primero -que había hecho la profesión solemne como religioso en 1935- recordaba en 2009 una de sus familiares, Ana Marañón Alsasua -que había promovido la edición de un sello conmemorativo en la Fábrica de Moneda y Timbre-, que tuvo “una muerte muy dura. Le ofrecieron salvarse si se quitaba el hábito, pero no lo hizo. Le asesinaron junto a otros compañeros y lo quemaron después. Sólo quedó la falange de un dedo de la mano y una cruz en el lugar aproximado donde pereció”. Ambos estaban desde el 23 de julio presos en la casa Llari de Peralta de la Sal, con el resto de la comunidad. Segura era sacerdote desde 1907 y pasó por los colegios de Barbastro, Tamarite, Pamplona y Tafalla, antes de ser maestro de novicios en Peralta. Al llegar los milicianos armados, los novicios estaban jugando al fútbol en el patio. El padre maestro les dijo que pasaran del deporte al martirio. Ellos se libraron y lo recordaron siempre como un maestro de novicios lleno de virtudes. Cuando estando detenido lo llamaron, se dio cuenta de que iba a la muerte y se confesó con uno de sus compañeros detenidos. Murió gritando vivas a Cristo Rey. También quemaron su cadáver.

Los monjes de Montserrat asesinados el 28 de julio fueron el director de la imprenta del Monasterio- Joan (dom Odili Maria) Costa Canal, de 30 años y natural de Vic (Barcelona), ejecutado en Barcelona; y Lluís (dom Hildebrand Maria) Casanovas Vilà, de 18 años y de Hostalets de Balenyà (Barcelona), fusilado en Montcada i Reixac. También en Barcelona pereció ese día el sacerdote salesiano José Castell Camps, de 33 años, primer beato oriundo de Ciudadela (Menorca), y otro sacerdote salesiano, Sabino Hernández Laso, de 49 años y oriundo de Villamor de los Escuderos (Zamora), fue asesinado en Madrid.

San Pedro Poveda

Para el final del relato de esta jornada queda el caso de Pedro Poveda Castroverde, nacido el 3 de diciembre de 1874 y único mártir posterior al estallido de la guerra civil que hasta el momento ha recibido el título de santo. Según la biografía publicada en la página web que lleva su nombre, ya en su Linares natal se familiarizó “con la problemática de los obreros y con una sociedad que tímidamente se industrializa”; entró en el seminario con 13 años y se aficionó “a enseñar la Doctrina a los niños pobres”. Ordenado sacerdote en Guadix (1897), se trasladó a vivir a una cueva para atender a los braceros de la barriada que llevaba ese nombre: “Mis trabajos con aquellas gentes, a las que quería con toda el alma, no pueden relatarse”, llegará a decir. En 1902 funda las Escuelas del Sagrado Corazón, al estilo de las Escuelas del Ave María del Padre Manjón. Ante las incomprensiones que despierta, se traslada en 1905 a Covadonga como canónigo del Santuario. Su reflexión sobre la necesidad de unir ciencia y fe en la promoción educativa le lleva a fundar en 1911 una Academia Pedagógica en Gijón para maestros y una Academia Femenina para maestras. En 1921 se traslada a Madrid como capellán real y en 1924 obtiene del papa Pío XI la aprobación de la Institución Teresiana como Pía Unión, que a partir de 1928 se desarrolla también en Chile y desde 1934 en Roma. Interviene en varias organizaciones de la Acción Católica Femenina, así como en asociaciones de maestros católicos y padres de familia.

Poveda había dicho que “si hay que morir se muere, pero se muere con Cristo, en nombre de Cristo y para gloria de Cristo”. En una estampa de la Virgen había escrito: “El día 2 de febrero del año 1926, después de hechos los juramentos de defender con mi vida los misterios de la Asunción en cuerpo y alma, y de la Mediación universal, pido a la Santísima Virgen la gracia de ser mártir por estos dogmas”. Según ha relatado Álvaro del Portillo, la eventualidad del martirio fue tema de conversación, poco antes del estallido de la guerra, entre dos futuros santos, Poveda y Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei: “Hablaron de la eventualidad de que uno de los dos, o ambos, sufrieran martirio por ser sacerdotes. Habían llegado a la firme conclusión de que la muerte no interrumpiría su amistad. Aunque uno de los dos muriera, continuaría en el Cielo siendo amigo del otro”.

El 27 de julio de 1936, Poveda acababa de celebrar misa en su casa del nº 7 de la calle de la Alameda de Madrid, cuando irrumpieron cuatro milicianos, fusil en mano, con orden de detenerle. Les salió al encuentro diciéndoles: “Ese que buscan soy yo; Soy ministro del Señor”. Su hermano Carlos se empeñó en acompañarle a las dependencias oficiales donde le llevaron. Uno de los milicianos en el coche dijo: “la orden viene de muy alto; eres un pez muy gordo que has hecho mucho daño a los nuestros”. Pararon los milicianos en una taberna en la calle de la Luna a tomarse unos vinos. Pedro Poveda no bebió, y dijo a su hermano Carlos, cuando les separaron a la fuerza: “Se ve que Dios, además de fundador, me quiere mártir”, y le dio su pluma y su cartera. Un sacerdote contó que en una de las esperas para ser interrogado le preguntó:

-¿Es usted sacerdote?

-Sí.

-Quiero confesarme.

En la mañana del día 28, dos teresianas encontraron su cuerpo, con disparos de bala, al lado de la capilla del cementerio de La Almudena de Madrid. Les permitieron recogerlo y darle sepultura en la Sacramental de San Lorenzo.

Más sobre los 1.523 mártires de la guerra civil española, en Holocausto católico.


Por lo demás, pienso que hay que destruir el Yunque.