30.07.14

Me pido una parroquia sin feligreses

A las 6:14 PM, por Jorge
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Ganas le entran a uno de pedir una cosa así. Una parroquia sin feligreses. O marcharse de ermitaño, cartujo o guardián del Sinaí. Porque vas viendo las cosas de esta nuestra Iglesia, en pequeño y en grande, y no sabes hasta qué punto tienes ganas de pelear o de dejarte la vida en cosas que no acabas de comprender si merecen la pena.

Atónito con lo que les ha pasado hace unos días a los curas de Vitigudino. Pobres. Se les ocurre decir que no puede ser eso de vivir en lo que toda la vida se llamó concubinato y ahora como pareja de hecho y ser a la vez mayordomos o presidentes de cofradía y la que se ha liado. Aquí o tragas con carros y carretas, y entonces te llevas mal contigo mismo y con el mismo Cristo, o estás condenado a la hoguera de la nueva inquisición. Porque mucho hablar de la antigua, pero es que hoy hay que ver cómo están las cosas.

Y esto es solo un ejemplo. El caso es que uno abre los ojos y al final te deslumbras ante tanta cosa que no sabes cómo digerir.

Por un lado hay cosas que parece que necesitarían una aclaración y nadie aclara nada. Desde las veleidades teológicos – budistas – new age de las jesuitas en la Cova de Manresa, a las viñetas de Cortés en Religión Digital, cada día más provocativas y que parece avalan con su firma y su sonrisa unos cuantos purpurados.

No entiendo la postura de los curas de Bilbao y San Sebastián o la entiendo demasiado. Piden asambleísmo, democracia de la suya y viva el euskera. Ni una palabra de conversión a Cristo, amor a la Iglesia, reconciliación o santidad. Serán los nuevos signos de los tiempos.

Estamos a la espera de saber por fin qué pasa exactamente con los Franciscanos de la Inmaculada y con la diócesis de Punta del Este. Oigan, que nadie tiene que decirnos nada, que nosotros a lo que se nos mande, que sin problemas, pero digo yo que una palabrita a lo mejor el pueblo de Dios la agradecía.

Y la parroquia, pues la parroquia como siempre. Con la sensación a veces de que te dejas energías en mil batallas que no sabes si merecen la pena. Verán en cuanto empecemos otra vez a organizar las catequesis. Que si exigen mucho, que si exigen poco, que si mi niño, que si lo que tienen que hacer.

Qué quieren que les diga. Lo de los compañeros de Vitigudino me ha afectado porque todos pasamos por cosas parecidas. En cuanto intentas tomarte las cosas en serio palos por aquí, palos por allá, incluidos los de compañeros que encima te quitan la razón y sin despreciar las veces que tampoco tienes el apoyo deseado por parte de tus superiores.

Si a esto añadimos que teológica y disciplinalmente anda uno un tanto confuso sin acabar de comprender muchas cosas, y si sumamos la imperiosa necesidad de poner unos días tierra por medio con la parroquia por la cosa de descansar y despejarse, pues no es de extrañar que te salga el grito de “viva la vida del ermitaño” y no quiero saber nada.

Pero no es nada. Se me pasa en un rato.