2.09.14

Un amigo de Lolo - Conformarse a la voluntad de Dios

A las 12:14 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Conformarse a la voluntad de Dios

“La aceptación es creadora, como el ‘hágase’ con que dio comienzo al mundo”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (705)

Por alguna característica muchas veces difícil de entender, el ser humano tiene la tendencia a mostrar, con relación al Creador, una voluntad que reacciona negativa a la propia del Todopoderoso. Pareciera como que el hijo se rebela contra el Padre porque, a lo mejor, cree que sin Él su existencia será mejor. Además, ¡cómo admitir el control que quiere tener sobre su descendencia!

Es una forma de pensar que malgasta el tiempo. Lo hace porque, en primer lugar, somos criaturas de Dios y eso el Creador lo sabe. Por eso nunca nos abandona. Pero, en segundo lugar, somos nada ante el Señor. Y no es que seamos malos (que lo somos), como Jesús lo dice cuando explica el caso del padre que no le puede dar una serpiente a su hijo cuando le pide, el mismo, un pez, sino que somos, literalmente y en comparación a Dios, nada de nada. Sin Él, además, tampoco nada podemos hacer.

En realidad, verse en el mundo libre de toda atadura, digamos, espiritual sin darse cuenta que la mejor forma de ser libre es la de estar, precisamente, atado al corazón de Dios que nos da libertad, incluso, para dejarlo u olvidarlo, es mal negocio. Negocio, además, espiritual, pues es una gran conveniencia para nosotros estar sometidos al Todopoderoso que es capaz de sacar personas con fe hasta de las mismas piedras, hasta de los corazones más duros, hasta de donde parecía imposible que eso pasara.

Debemos, pues, arder con la fe en Dios para que el mundo no muera de sed y de hambre. Ser, además, sal y levadura. Y no poner lo que conocemos bajo cualquier celemín de egoísmo o conveniencia mundana.

¿Y cómo hacer eso ante tantas trabas con las que nos encontramos?

La mayoría de las veces las trabas nos la ponemos nosotros mismos. El mundo propone pero, en demasiadas ocasiones, asentimos sin oponer resistencia espiritual alguna, lucha interior, a cuanto se nos pone ante los ojos del corazón.

Aceptar, entonces, a Dios.

Aceptar no es, por otra parte, como un decir sí con la boca pequeña sino con el alma grande como hiciera María aquel día en el que el Ángel del Señor se le presentó y dio un gran susto espiritual. Pero ella supo rehacerse ante los requerimientos de Gabriel… porque sabía que eran los de Dios.

Pues así, exactamente así, ha de ser nuestro proceder: aceptar lo que Dios quiere para nosotros y enfrentar, con gozo, todo lo que se oponga a ello. Así, tal es la única forma de ser hijos. Así, también, crearemos, cada instante, un corazón nuevo y Dios, podrá decir que, en efecto, nuestra creación fue muy buena.

Eleuterio Fernández Guzmán