9.09.14

Humor, alegría y pecado en la Edad Media (1)

A las 12:35 AM, por Javier Olivera Ravasi, IVE
Categorías : Edad Media

Siempre me ha llamado la atención cómo el mundo actual se toma esta vida tan en serio; y digo “esta” vida, pues a la otra ni se la nombra. Quizás sea por lo que dice Mons. Fulton Sheen, es decir, ” que los ateos se toman esta vida muy en serio porque es la única que creen tener…“.

Aviso: si ud. es impresionable o no tiene televisor, o se impacta fácilmente con algunas imágenes un poco subidas de tono, no siga leyendo; no se pierde de nada

No era así en la Edad Media, por más que los progres, los “tolerantes” de hoy y los relatores del “pasado único” lo digan. La Edad Media fue la época en que “la filosofía del Evangelio gobernaba los estados”, al decir de León XIII y fue la época en que esa filosofía permitía también la risa, la risa sana y no la risa cérdica de quien es incapaz de mirar al Cielo.

Y era justamente ese “vivir de cara al Cielo” lo que permitía reírse de uno mismo (buen síntoma de humildad, si los hay) y de lo que hay de deforme, al decir de Bergson; pues es la deformidad lo que causa la risa, lo que está fuera de forma, lo que está fuera de su lugar.

Y así entonces, el hombre de la Edad Media podía reírse de lo habitual en lo habitual; podía ver en algo sacro la misma humanidad caída y hasta era capaz de mostrar sus vergüenzas en lo público. Porque sabía que no era inmaculado como cree ser el hombre de hoy, que llama virtud al pecado y pecado a la virtud.

Como muestras de botón vengan entonces algunas imágenes, canciones o poesías que permiten mostrar este luminoso período de la humanidad, y hasta con cierta picardía…

Comencemos con las gárgolas que cuelgan de las iglesias medievales

Gárgolas de la catedral de Friburgo, Alemania

Catedral de Escocia; vean quién sostiene al obispo Konrad…

Pero si no nos gustan las esculturas, podemos pasar a los manuscritos iluminados, es decir, ese hermoso arte que afloró en los scriptoria medievales donde los monjes copistas transmitían la cultura de libro en libro.

Para quien no los conozca, les presento aquí sólo una página de uno de esos hermosos trabajos.

En estos trabajos, la “letra capital” (la primera letra) era de gran importancia, de allí que se tomase más esmero en realizarla. El monje que debió “iluminar” este códice de aquí abajo, quiso dejar en la letra “a” el detalle de alguno de sus compañeros con cierta inclinación a la bebida…

En el famoso códice medieval llamado “Las muy ricas horas del Duque de Berry”, breviario donde se rezan los salmos, pueden verse infinidad de detalles como el que presentamos aquí:

 

Quizás la imagen no nos diga mucho. Se trata de la estación invernal donde se trabaja y se descansa; pero recordemos: es una “liturgia de las horas”, es decir, un texto que se usa para rezar. Veamos más en detalle al quienes están calentándose al lado del fuego… Evidentemente, el copista quiso dejar sentado que estos detalles pueden pasar en la vida real de la campiña…

Hoy quizás nos parezca obscena la imagen, más aún si está en un libro sagrado que intenta mostrar las costumbres durante el trabajo invernal, pero no lo era para la época, menos dominada por la pornocracia y el sinsentido del pansexualismo; y si el lector se ha asombrado es porque aún no conocía bien la libertad medieval, incluso para dejar sentadas estas cosas; y si se ha visto algo escandalizado, es porque quizás deba hacerse un test anti-jansenista.

La seguiremos…

¿La Edad Media aburrida?¿puritana?¿sin humor?

Que no te la cuenten

P. Javier Olivera Ravasi, IVE