20.09.14

Biblia

“1 ‘En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. 2 Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, 4 les dijo: ’Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.’ 5 Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo.6 Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’ 7 Dícenle: ‘Es que nadie nos ha contratado.’ Díceles: ‘Id también vosotros a la viña.’ 8 Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros.’ 9 Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno.10 Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. 11 Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, 12 diciendo:’ ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor.’ 13 Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? 14 Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. 15 ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. 16 Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.”

COMENTARIO

La llamada de Dios

Podemos decir que este evangelio de San Matero nos muestra que Dios nunca se cansa de llamar a nuestra puerta y que siempre está haciendo lo posible para que acudamos a su corazón y no le abandonemos

Dios, en efecto, llama a cualquier “hora” de nuestra vida.

Lo hace, por ejemplo, a muy primera hora cuando estamos limpios, seguramente, de muchos pecados que luego nos asaltarán. Entonces estamos espiritualmente preparados para acudir donde Dios nos llama.

Puede hacerlo, también, en un tiempo en el que nuestro desarrollo espiritual ha avanzado. Entonces ya sabemos a qué atenernos y es más que posible que nos hayamos desviado del camino que habíamos tomado. A lo mejor, una adolescencia demasiado mundana nos ha alejado de Dios. Pero el Creador no pierde la confianza en nuestra recuperación… y nos llama a trabajar en viña, a estar a su servicio.

Por último, puede hacer ya a última hora de nuestra vida. A lo mejor nos hemos distanciado mucho de Dios en tal momento. También es posible que no hayamos recibido una buena formación cristiana y, simplemente, nos hayamos enfriado al respecto del Creador. Pero Dios no ceja en buscarnos y echarnos el “lazo” espiritual pues nos quiere siempre a su lado.

El caso es que, a la hora de recibir el “pago” de nuestro servicio (pongamos, por ejemplo, en el juicio particular) es posible que podamos recibir, es un decir esto, la vida eterna. En tal caso puede que haya almas que entiendan que no es justo que ellas reciban lo mismo que quienes se han convertido a última hora de su vida tras llevar una que lo fue perdida y muy alejada de Dios.

Sin embargo, la bondad de Dios, su justicia y su misericordia no pueden ser criticadas por quienes también se han beneficiado de ella. Les basta con gozar del premio obtenido y, es más, gozar y alegrarse también por el bien obtenido por las demás almas pues es voluntad de Dios tenerlas a todas en su presencia y a su lado por toda la eternidad.

Esta parábola nos dice mucho acerca de lo que aceptamos o no aceptamos acerca de la bondad de Dios. Y es que muchas veces parece que tengamos celos de los dones que el Creador entrega a algunos de sus hijos. En realidad, no hacemos rendir los nuestros y eso nos hace mirar hacia donde no deberíamos mirar porque Dios nos ama a todos por igual y quiere, de nosotros, lo mejor. Hacer eso sería como no apreciar la bondad y justicia de Dios.

Al respecto de aquello de que los últimos serán los primeros y los primeros los últimos sabemos lo que supone: muchos primeros, que creen tener fe, no la tienen tanto como ellos creen mientras que muchos últimos en llegar a Dios y aceptarlo en sus vidas, manifiestan una fe profunda y gozosa.

Dios, pues, para nosotros, nos prefiere “últimos” en cuando al llegar pero llegando de verdad y con verdadero sentido espiritual.

PRECES

Por todos aquellos que no creen en la llamada de Dios

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que crean injusta la santa justicia de Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a recibir con gozo tus bondades y a tener por santas las de nuestro prójimo.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán