22.09.14

Elham Manea: «Nosotros somos el ISIS»

A las 11:01 AM, por Jorge Soley
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TAUSEEF MUSTAFA via Getty Images

La irrupción del ISIS en Oriente Medio nos ha traído imágenes apocalípticas, como si por un tiempo el demonio pudiera campar a sus anchas, desatando un torrente de odio y horror.

Que el Islam tiene algo que ver con lo que está ocurriendo parece obvio, pero sin embargo abundan las voces en nuestro Occidente secularizado que se empeñan en seguir hablando de la “religión de la paz” y que parecen más preocupadas por mantener un supuesto diálogo entre religiones que por la suerte de quienes caen bajo la espada de la yihad.

En este contexto, me parecen muy dignas de ser meditadas las palabras de Elham Manea en un artículo titulado “Es la hora de enfrentarnos al ISIS que llevamos dentro”. Manea es una suizo-yemenita, profesora en la universidad de Zurich y defensora de una versión del Islam que ella califica como “humanista”. No hay que estar de acuerdo con todas sus afirmaciones (por ejemplo, no creo que sea cierto que cualquier religión puede ser una cosa o la contraria según sus fieles, ya que cómo se comportan esos fieles viene en gran medida determinado por esa misma religión) para reconocer su valentía y honestidad, ni para aceptar que existe un problema en el Islam.

Por su interés, traducimos a continuación el texto de Elham Manea:

“Nosotros somos el ISIS”.

¿Una declaración sorprendente? Sin embargo, éste fue el título de un artículo escrito por el ex ministro kuwaití de Información, Saad bin Tafla al Ajami, publicado el pasado 7 de agosto de 2014 por el diario qatarí Al Sharq. No estaba celebrando el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS) ni las atrocidades que está cometiendo contra la población civil y las minorías en Iraq y Siria.

Lo que nos estaba recordando es que el ISIS, si bien es condenado por la mayoría de los musulmanes, es un producto de un discurso religioso islámico que domina nuestra esfera pública en las últimas décadas; ¡un discurso dominante!

ISIS “no vino de otro planeta", escribió. “No es un producto del Occidente infiel o un orientalismo del pasado", insistió.

No, “la verdad que no podemos negar es ésta: el ISIS aprendió en nuestras escuelas, rezó en nuestras mezquitas, escuchó nuestros medios de comunicación… y nuestras plataformas religiosas, leyó nuestros libros y referencias, y siguió las fatwas (edictos religiosos) que produjimos”.

Está en lo cierto.

Sería fácil insistir en que el ISIS no representa las enseñanzas correctas del Islam. Sería muy fácil hacer eso. Y sí, yo creo que el Islam es lo que nosotros, los seres humanos, hacemos de él. Cualquier religión podría ser un mensaje de amor o una espada para el odio según las personas que creen en él.

Pero el hecho es que las acciones del ISIS se han aceptado mayoritariamente desde hace mucho tiempo: en las mezquitas donde se maldice a los “Cristianos-Cruzados”, a los “Judíos” y a los “infieles” en todos los sermones de los viernes. Por figuras religiosas, que nos dan la bienvenida todos los días a través de programas de TV, predicando un mensaje de odio e intolerancia contra el “otro", sin importar quién es este “otro” es. En las escuelas que nos enseñan que la pena por haberse convertido del Islam es la muerte; que los cristianos y los judíos son “personas protegidas", que deben pagar un impuesto para que los dejemos en paz o de lo contrario deben asumir la guerra. El destino de los miembros de “otras religiones” se deja en suspenso, pero podemos leer entre líneas. En estas clases nunca se nos enseñó que un ciudadano tiene derecho a elegir su religión, o que un ciudadano es igual ante la ley, independientemente de su religión o de sus creencias.

El ISIS es el producto de nuestro discurso religioso, un discurso dominante.

Es un producto de un proceso político. Todo comenzó con el surgimiento de la ideología del Islam político, propagada desde 1973 por el dinero del petróleo de las monarquías del Golfo y por la revolución iraní en 1979.

Es un producto de una estrategia política. Los líderes estatales aprovechan el fenómeno del Islam político, respaldan ciertos grupos islamistas en lugar de otros y forjan alianzas políticas con ellos. Su objetivo es político: legitimar su gobierno en un sentido religioso y/o deslegitimar el de sus rivales.

Esta alianza maquiavélica tiene un precio. A cambio de su apoyo, a los grupos islamistas se les permite dominar el discurso religioso con su ideología de odio, exclusión e intolerancia: mezquitas, medios de comunicación y escuelas se convierten en un campo donde difundir su ideología.

Es un producto del fracaso político. Los estados no cumplen con su parte del contrato social, incapaces de asegurar la salud esencial, la educación y las necesidades sociales de sus ciudadanos. Los grupos islamistas, atiborrados de dinero, llenan el vacío con servicios empaquetados en su cosmovisión ideológica.

Sería fácil insistir en que el ISIS es un producto de una conspiración extranjera. Pero incluso mientras enterramos nuestras cabezas en la arena, no podemos ocultar el hecho de que el ISIS es de hecho nuestro producto. Lo hemos normalizado. Y sin embargo parece que nos sorprendamos de que se hayan interpretado las palabras de nuestro discurso religioso literalmente. ¿En serio?

Si no reconocemos nuestra responsabilidad vamos a seguir como hasta ahora. En las mezquitas se continuará maldiciendo a los judíos, cristianos e infieles todos los viernes. Los predicadores continuarán repitiéndonos su mensaje de intolerancia. Y las escuelas continuarán enseñándonos que la religión es la marca principal tanto de la identidad como de la ciudadanía.

Detengámonos y pensemos, preguntémonos a nosotros mismos: ¿Cuántas mujeres han sido asesinadas en nombre de nuestra religión últimamente? ¿Cuántos cristianos o ahmadíes han sido nuestro blanco últimamente? ¿Cuántas iglesias han sido atacadas en Indonesia y Nigeria? ¿Cuántos coptos de Egipto han sido desalojadas de sus pueblos, sus casas y tiendas incendiadas? ¿Cuántos sunitas están matando a chiíes? ¿Cuántos chiíes están matando a sunitas? ¿Cuántos bahais han sido brutalmente asesinados en Irán? ¿Y cuántos ciudadanos británicos se han unido ISIS?

Sería más fácil mirar hacia otro lado. Sería más fácil. Pero si seguimos culpando a los demás, insistiendo en nuestra inacción y silencio, somos nosotros, nosotros y nadie más, quienes estamos permitiendo que nuestra religión sea secuestrada por esa interpretación fundamentalista del Islam.

El ISIS está dentro de nosotros. Es hora de enfrentarnos al ISIS que llevamos dentro.”