24.09.14

Una democracia ensangrentada y sangrienta

A las 11:21 AM, por Eleuterio
Categorías : General

No me mates

A pesar de haber publicado ya un artículo el día de hoy, en el que celebramos a la Virgen de la Merced, advocación muy especialmente dedicada a los cautivos de cualquier clase y condición, es difícil sustraerse al maremoto, tsunami, huracán y ventolera que ha producido la dimisión del Ministro de Justicia español, el Licenciado Alberto Ruíz Gallardón.

El caso es que como hay algo detrás de tal dimisión, no es poco cierto que lo que importa no es la misma (aunque ha de servir de ejemplo a seguir por la clase política) sino lo que la ha causado.

Algunos sostienen que el ya exministro se ha sentido desautorizado por el Jefe del Ejecutivo español, otro Licenciado llamado Mariano Rajoy Brey, a la sazón quien escogió al hasta ahora Ministro de Justicia para que desempeñara tal cargo.

Todos, a la altura de esa película de terror (por lo sangrienta) ya saben la causa de todo esto: se ha retirado la intención de modificar la Ley del Aborto que rige en España, que está en vigor desde que otro Ejecutivo, ahora el socialista, aprobó hace unos años donde, por ejemplo, el aborto, matar de forma inmisericorde, a un ser humano vivo, se convirtió en un derecho y donde las menores de edad podían acudir a un centro médico a provocarse un aborto sin que, siquiera, sus padres tuvieran que saberlo…

El caso es que todo eso sigue vigente y, que se sepa, se sigue considerando un “derecho” matar al nasciturus y las menores siguen pudiendo acudir donde tengan que acudir para matar al hijo que llevan dentro de su seno y que, mientras no se demuestre lo contrario, es un ser humano distinto de ella. A lo mejor necesitan el consentimiento de sus padres para comprarse una motocicleta pero para abortar nada de nada, sobra todo consentimiento.

No ha tardado mucho en soliviantarse el grupo de personas que son denominadas “pro-vida”. Y esto como si fuera posible ser “anti-vida” y no considerarse, en tal instante, matarife en potencia y, por desgracia, en acto.

Eso era de esperar. Y es que quien sabe, quien se da cuenta y quien defiende lo bueno y mejor, que un ser humano, desde que es concebido, es un ser humano semejanza e imagen de Dios, no puede, ¡qué menos! que decir que hay formas muy notables de saltarse todas las barreras de la humanidad y de hacer lo mismo con todas las líneas rojas de la ecuanimidad y de la justicia real y verdadera.

Quiere decir esto que todo va a seguir igual. Bueno, en realidad, no todo va a seguir igual sino que va a ir a peor.

Por desgracia, tenemos un sistema llamado “democrático” que consiste, en general, en decir una cosa cuando conviene y, luego, hacer lo que le peta a quien manda cuando le viene bien. Eso sí, todo más que justificado y con pruebas de su exacta legitimidad democrática. Blanco y en botella: una basura impresentable donde todo desmán es posible… como fácilmente podemos ver con el tema del aborto.

Se diga lo que se diga (que se dirá y defenderá por quien eso entienda) cuando a un ser humano se le mata de forma poco misericordiosa (¡qué virtud más carca!) lo que se está haciendo es asesinar. Matar con la ley y reglamentos por escudo es, además, una vergüenza para la humanidad a la que, por si esto no fuera ya suficiente, llaman “progreso”.

Resulta, ahora mismo, difícil, no sentir asco por aquellos que se dicen seres humanos y perseveran en la muerte ajena con justificaciones no ya fuera de lugar sino puramente indignas de un hombre que así se quiera llamar.

En realidad, el aborto es un tema que la sociedad en la que vivimos lo tiene como “ordinario”. Salvo unas pocas (aunque sean muchas) personas entendemos que no se puede, siquiera, negociar al respecto de la necesidad de un aborto cero, nada, ninguno. Y eso es necesariamente triste y mueve a oración.

No nos queda mucho por hacer. Que nadie se lleve a engaño. Las cosas son como son y no van a cambiar por mucho que levantemos la voz y nos desgañitemos gritando que los gobernantes españoles son un atajo de impresentables y que de la palabra vergüenza no conocen ni una sola de sus sílabas. De nada servirá todo esto salvo para ejercitar el siempre sano derecho al pataleo.

Y es que lo único que nos queda es orar y pedir a Dios por el alma, primero, de los seres humanos que van a ir al Cielo antes de tiempo y, luego, por aquellos que van a procurar que eso sea posible que son todos los que, de una manera o de otra, procuran el aborto.

Y luego… que Dios, como se dice, reparta no suerte sino justicia. Y, entonces, entonces sí tendremos las de ganar en el único momento que vale la pena tener en cuenta: el juicio particular y el juicio universal.

Es cierto que es posible que, para eso, quede mucho tiempo pero qué es el mismo comparado con la eternidad: nada de nada.

Oremos, pues, en estos tiempos de tribulación. Estamos seguros de ser escuchados por Dios y eso nos salva de caer, definitivamente, en el abismo en el que otros se están precipitando, además, con gozo.

Y digamos, ya para terminar, lo que dijo Cristo cuando eso correspondía decir: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Aunque crean que lo saben.

Eleuterio Fernández Guzmán