Estad siempre gozosos, orad sin cesar

Tras describir lo que ha de ocurrir en los últimos tiempos, cuando se darán “seducciones de iniquidad para los destinados a la perdición, por no haber recibido el amor de la verdad que los salvaría", san Pablo habla a los elegidos por Dios para la salvación.

Pero nosotros debemos dar incesantes gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, a quienes Dios ha elegido como primicias para haceros salvos por la santificación del Espíritu y la fe en la verdad. A ésta precisamente os llamó por medio de nuestra evangelización, para que alcanzaseis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 

Manteneos, pues, hermanos, firmes y guardad las tradiciones en que habéis sido adoctrinados, ya de palabra, ya por carta nuestra.
El mismo Señor nuestro Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que de gracia nos amó y nos otorgó una consolación eterna, una buena esperanza, consuele vuestros corazones y los confirme en toda obra y palabra buena.

(2 Tes 2,13-17)

Estimados hermanos, tenemos veinte siglos de historia a nuestras espaldas como para que ahora nos sintamos abrumados por las maquinaciones de quienes son “enemigos de la Cruz de Cristo“, de quienes el apóstol dice:

El término de ésos será la perdición, su Dios es el vientre, y su gloria es su vergüenza, que tienen el corazón puesto en las cosas terrenas. Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo.  que transformará nuestro cuerpo miserable, conforme a su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas. 

(Fil 3,19-21)

… y, como leemos en Hebreos:

Pero nosotros no somos de los que se ocultan para perdición, sino de los que perseveran fieles para ganar el alma. 

(Heb 10,39)

Mas no por ello debemos dejar de estar alertas:

Vosotros, pues, amados, que de antemano sois avisados, estad alerta, no sea que, dejándoos llevar del error de los libertinos, vengáis a decaer en vuestra firmeza. Creced más bien en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y salvador Jesucristo. A El la gloria así ahora como en el día de la eternidad.

(2 Ped 3,17-18)

Sabiendo a su vez que:

… sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido para pregonar el poder del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.

(1ª Ped 2,9)

 

 

Gran cosa es que Dios nos conceda andar en la verdad en medio de las tinieblas, el error, los falsos maestros y profetas. Tal cosa hacía feliz al apóstol amado por Cristo, San Juan:

No hay para mí mayor alegría que oír de mis hijos que andan en la verdad.

(3 Jn 4)

Y Cristo mismo alaba a quienes no toleran a os que diciendo ser apóstoles, son mentirosos:

Conozco tus obras, tus trabajos, tu paciencia, y que no puedes tolerar a los malos, y que has probado a los que se dicen apóstoles, pero no lo son, y los hallaste mentirosos, y tienes paciencia y sufriste por mi nombre, sin desfallecer.

(Ap 2,2-3)

 

A la vez que les advierte:

Pero tengo contra ti que dejaste tu primera caridad. Considera, pues, de dónde has caído, y arrepiéntete, y practica las obras primeras; si no, vendré a ti y removeré tu candelero de su lugar si no te arrepientes.

(Ap 2,4-4)

No olvidéis que aunque la fe es fundamental y debe ser defendida y protegida de quienes quieren profanarla, más excelente es la caridad:

Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza, la caridad; pero la más excelente de ellas es la caridad.

(1ª Cor 13,13)

Es ya hora de que cumplamos el mandato del Señor por medio de sus apóstol: 

Estad siempre gozosos, orad sin cesar, dad gracias a Dios por todo; pues tal es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto a vosotros.
No apaguéis al Espíritu, no despreciéis las profecías; pero examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos hasta de la apariencia de mal.
El Dios de la paz os santifique cumplidamente, y que todo vuestro espíritu, vuestra alma y vuestro cuerpo se conserven sin mancha para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Fiel es el que os llama, y que también lo cumplirá.

(1 Tes 5,16-24)

Estimados hermanos, si estamos rodeados de una nube de mártires y santos y contamos con el ejemplo y la gracia de Cristo

Teniendo, pues, nosotros tal nube de testigos que nos envuelve, arrojemos todo peso y el pecado que nos asedia, y por la paciencia corramos el combate que se nos ofrece, puestos los ojos en el autor y perfeccionador de nuestra fe, Jesús; el cual, por el gozo que se le proponía, soportó la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios..

(Heb 12,1-2)

… si sabemos que…

ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo venidero, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá arrancarnos al amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor.

(Rom 8,38-39)

… si sabemos que contamos con la protección maternal de aquella que cuidó de Cristo cuando era pequeñito, ya que Él mismo nos la dio por madre…

Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaban allí, dijo a la madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu madre.

(Jn 19,26-27)

… en definitiva…

Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

(Rom 8,31-32)

Poned en vuestros corazones las palabras de Santa Teresa de Jesús:

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento, al cielo sube, por nada te acongojes, nada te turbe.
A Jesucristo sigue con pecho grande, y, venga lo que venga, nada te espante.

 

Y así, “la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil 4,7).

Amén.

Luis Fernando Pérez Bustamante