Sínodo: muy lejos del espíritu del concilio. Números cantan

 

Hace días que acabó el sínodo extraordinario sobre la familia y sigue y sigue dando para escribir y lo que te rondaré morena. Cada cual tiene su visión. Te encuentras con gente feliz que te repite por activa, pasiva, perifrástica y redundante que ha sido un gran triunfo del papa y de la Iglesia, que todo extraordinario y que al final al final todos tan felices. Para un servidor, y miren que llevo escrito sobre el asunto, cuanto más se piensa en el ello, peor arreglo tiene.

En la iglesia hay dos tipos de cuestiones. Por un lado, las que no se pueden tocar porque pertenecen al depósito de la fe. La divinidad de Cristo, su resurrección, el número de los sacramentos, la intrínseca maldad del aborto, la prohibición del falso testimonio o la gravedad moral del adulterio son cosas que ahí están y no son discutibles ni mutables por votos. Otra cosa es que se acoja al pecador y se le anime a la conversión y a la vuelta al redil.

Por otro lado sí hay cosas opinables y que pueden necesitar estudio, diálogo, reflexión y sereno debate.  Son las cosas de derecho positivo y las formas de trabajo pastoral o el modo de estar hoy ante las nuevas realidades que nos sorprenden. 

En el primer caso, lo que pertenece al depósito de la fe, lo único que se puede hacer es recordar, profundizar, estudiar y transmitir lo recibido. Ahí no entran ni los votos, ni las opiniones particulares ni nada parecido. Esto es lo que hay y punto. A ver si un día alguien nos sorprende pretendiendo que se vote la calificación moral del pecado de aborto, por ejemplo. 

En el segundo, lo opinable, especialmente en los demás más complejos, el ideal es que las cosas se hagan de tal modo que entre todos se pueda llegar a consensos cuanto más amplios mejor.  En la Iglesia no podemos hacer las cosas a base de grupos, facciones, divisiones de progresistas y conservadores y luego a ver quiénes acaban ganando. Mal negocio si así fuere. 

Hace poco más de cincuenta años se celebró el concilio Vaticano II. La gran renovación de la Iglesia que nos ha marcado la vida en todo este tiempo.  Los que vamos cumpliendo años bien que sabemos la evolución que supuso para todos el concilio. Pues bien, esa renovación conciliar  se llevó a cabo de tal forma, con tanto cuidado, con tanto mimo incluso, que dio como fruto un consenso y un apoyo como jamás se había dado en la Iglesia.  Más aun, si el concilio pudo salir adelante fue porque se hicieron las cosas de tal forma que cada documento obtuvo una inmensa mayoría de votos positivos de los padres conciliares. 

Me he entretenido en repasar las votaciones de los distintos documentos, que pueden encontrar por ejemplo aquí acudiendo a la página diez. Las grandes declaraciones sobre el misterio de la Iglesia, la revelación y la liturgia y se aprobaron con más del 99 % de los votos.  La Gaudium et Spes ¡la peor parada! con casi el 97 %. Por curiosidad, el documento que menos apoyo obtuvo fue el referente a los medios de comunicación social que apenas llegó a un 93 % de votos positivos.

¿Qué hubiera ocurrido si apenas hubieran pasado de los dos tercios de votos positivos, si esos grandes documentos se hubieran ofrecido al pueblo de Dios con una oposición del 10, el 15, el 20 %? Pues que se habrían aprobado pero el concilio hubiese resultado un fracaso.  A nadie se le ocurriría poner en marcha algo con un 20, un 25, un 39 % de oposición. Ese es el gran espíritu del concilio que se hace necesario mantener: no se trata de sacar mas votos que los contrarios, se trata de hacer las cosas de tal manera que a todos lleguen a convencer.

De las 62 propuestas de la Relatio definitiva del sínodo sobre la familia -digo definitiva porque hemos conocido dos- no es que algunas no hayan llegado a los dos tercios de votos positivos, es que diecisiete de ellas no llegan al 90 %, y de estas algunas ni al 60. No se puede sacar algo adelante así y más cuando se reconocen tensiones y fuerte oposición. Hace unos días el cardenal de Barcelona reconocía qje hubo momentos de gran tensión.

Como en el cuento de la zorra hay que concluir que esas uvas aun no están maduras y que algo falla cuando suscita tanta oposición.  Gente hay tan feliz porque todas las propuestas, con mas o o menos votos tuvieron más votos positivos que negativos.  Pienso que no basta. Si queremos que algo de todos sea realmente de todos, hace falta un consenso mayor hasta ofrecer al pueblo de Dios algo que pueda ser apoyado por todos.  Otra cosa es lo que estamos viendo: que las cosas se presenten como una lucha de conservadores y progresistas. No. Es algo de todos que buscan el bien de todos.

Fantástico ejemplo el del concilio. Eso quisiera yo para el sínodo. Que se hagan las cosas de tal modo que al final podamos decir que prácticamente todos al unísono, aunque siempre haya alguna aislada excepción. Como en el concilio.