Mons. Uriarte, obispo emérito de San Sebastián, ha dirigido a los sacerdotes y laicos malagueños unas conferencias sobre las actitudes personales y comunitarias para la misión en el marco de las Jornadas de Formación.

-¿Cuál es el mensaje que ha querido hacer llegar con su participación en estas jornadas?

La Diócesis de Málaga está haciendo un gran esfuerzo para incorporar, asimilar, interiorizar y poner en práctica el programa del Papa en “Evangelii Gaudium”. Mi aportación es solamente una gota para ayudar a entender y asimilar mejor ese gran mensaje que el papa Francisco nos ha regalado.

-Usted ha hablado de unos rasgos definitorios de la sociedad actual que dificultan la labor evangelizadora.

A veces podemos ser excesivamente planos y pensar que sólo es dificultad, pero no, también son una oportunidad. Hay también posibilidades en cada uno de esos rasgos. Precisamente el papa Juan Pablo II, en “Pastores Dabo Vobis”, nos dice que incluso los rasgos negativos de nuestra sociedad pueden ofrecernos, con una lectura más profunda, un descubrimiento de las posibilidades que se alojan en ellos. El programa del Papa no analiza cada uno de estos rasgos dándoles una respuesta, sino que nos pone en camino y, de alguna manera, nos dice: «analicemos bien esta realidad social, mirémosla con una mirada creyente y al mismo tiempo, realista, veamos qué posibilidades tenemos de ofrecer a esa realidad unos elementos que la cambien y la mejoren… anunciemos sin temor a Jesucristo, aunque en algunos ámbitos sea contracultural, porque ese anuncio tiene una fuerza salvífica que hace que no todos los humanos, a pesar de la cultura actual, se sientan indiferentes». Y, por consiguiente, el Papa nos invita a hacer el análisis, a hacer la propuesta cristiana y a vivir según el Evangelio, para que entre el testimonio que da la comunidad eclesial, la Palabra que se anuncia y la actitud de diálogo y hasta de misericordia con el mundo, pueda la Iglesia contribuir a una mejora de la vida social y al mismo tiempo, autoafirmarse en Jesús, que es el centro de su vida.

-Como presidente que ha sido de la Comisión Episcopal del Clero y como psicólogo de formación ¿qué cree que caracteriza al sacerdote del siglo XXI?

Es un sacerdote que se encuentra ante una frialdad religiosa más extendida, ante un mayor espíritu crítico con respecto a la Iglesia, ante una valoración sociológica menor de su tarea. Por eso, los genuinos sacerdotes de hoy, sean de la edad que sean, necesitan afirmarse en Jesús, identificarse con las actitudes y comportamientos de Cristo Pastor, que se encontró en un ambiente muy reluctante a su mensaje y sin embargo, vivió el coraje de anunciar la misericordia, el diálogo y el acercamiento a los últimos. La alegría y la misericordia son dos características que tienen que resplandecer en el rostro de un cura.​

(Ana María Medina – Diócesis de Málaga. Fotografía: A. Moreno)