”Un viaje espiritual desde el encuentro a la amistad, desde la amistad a la hermandad y desde la hermandad a la comunión”. Es el que católicos y veterocatólicos deben proseguir para alcanzar la unidad de la Iglesia en Cristo, como ha afirmado el Papa Francisco al  recibir a los miembros de la Conferencia de los Obispos Veterocatólicos de la Unión de Utrecht, cuyo viaje a Roma coincide con el quincuagésimo aniversario de la promulgación del decreto del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo ”Unitatis redintegratio”, que marcó el comienzo de una nueva era para la búsqueda de la unidad de los discípulos de Cristo.

En su discurso ayer jueves 30 de octubre, el Santo Padre recordó el trabajo desempeñado en estos años por la Comisión Internacional de diálogo católica-veterocatólica, gracias al cual ha sido posible ”construir puentes de entendimiento recíproco y de cooperación práctica… hallar convergencias e individuar divergencias de forma más precisa, situándolas en contextos nuevos”.

”Si, por un lado nos alegramos cada vez que podemos dar un paso adelante hacia una comunión más fuerte de fe y de vida -observó- por otro nos afligimos cuando tomamos conciencia de los nuevos desacuerdos que han surgido entre nosotros a lo largo de los años. Las cuestiones teológicas y eclesiológicas que acompañaron nuestra separación son ahora más difíciles de superar debido a nuestra creciente distancia en los temas concernientes al ministerio y al discernimiento ético. Por tanto, el reto que enfrentan los católicos y los veterocatólicos es perseverar en un diálogo teológico sustancial y el continuar a caminar juntos, a orar juntos y trabajar juntos en un espíritu de conversión más profunda a todo lo que Cristo quiere para su Iglesia. En nuestra separación hubo, por ambas partes grandes pecados y debilidades humanas. En un espíritu de perdón recíproco y de humilde arrepentimiento, ahora necesitamos fortalecer nuestro deseo de reconciliación y de paz. El camino hacia la unidad comienza con una transformación del corazón, con una conversión interior… En el camino, el cambio es inevitable. Siempre debemos estar dispuestos a escuchar y seguir las sugerencias del Espíritu que nos guía a la verdad entera.”

”Mientras tanto, en el corazón de Europa, tan confundida acerca de su identidad y de su vocación, hay muchas áreas en las que los católicos y los veterocatólicos pueden colaborar tratando de responder a la profunda crisis espiritual que afecta a los individuos y la sociedad. Hay sed de Dios. Hay un profundo deseo de redescubrir el sentido de la vida. Y hay una necesidad urgente de un testimonio creíble de las verdades y los valores del Evangelio. En esto podemos apoyarnos y animarnos unos a otros, sobre todo en las parroquias y en las comunidades locales. De hecho, el alma del ecumenismo consiste en la “conversión del corazón” y la “santidad de la vida, junto con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos”. Rezando unos con otros, nuestras diferencias serán asumidas y superadas en la fidelidad al Señor y a su Evangelio”.