ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 02 de noviembre de 2014

La frase del día - 2 de noviembre

"Una lágrima se evapora, una flor se marchita, sólo la oración llega al trono de Dios".
San Agustín (354-430)

 


El papa Francisco

Francisco en el ángelus: 'Jesús nos despierta del sueño de la muerte'
Texto completo. El Papa explica que 'la alegría y las lágrimas encuentran en Jesucristo una sí­ntesis que es fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza'

El Papa reza en las Grutas vaticanas por todos los difuntos
Francisco acude a orar en privado ante la tumba de sus predecesores

El Papa recuerda al beato Pedro de Asúa
Torturado y asesinado por odio a la fe en 1936, este arquitecto y sacerdote fue beatificado ayer en España

Rome Reports

Esculturas guaraní­es reflejan la influencia europea en Uruguay (Ví­deo)
Los Museos Vaticanos acogen esta colección que viaja por primera vez a Europa

Una jota para Francisco (Ví­deo)
Grupo de bailarines de gira por Italia visita al Papa

El Papa pide que en noviembre se rece por quienes están solos (Vídeo)
También, por la buena preparación de quienes enseñan a seminaristas, religiosos y religiosas

Comunicación

Chile: lanzan 'Indulgente', una web para rezar por los fieles difuntos
La iniciativa pretende difundir el tesoro de las indulgencias

Espiritualidad

Todos los Santos y el recuerdo de los difuntos
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona

San Martín de Porres - 3 de noviembre
«Religioso dominico peruano. El primer mulato en subir a los altares, honrado en numerosos países del mundo. Patrón de la justicia social, de los barberos, barrenderos, enfermeros, farmacéuticos, protector de los pobres»


El papa Francisco


Francisco en el ángelus: 'Jesús nos despierta del sueño de la muerte'
Texto completo. El Papa explica que 'la alegría y las lágrimas encuentran en Jesucristo una sí­ntesis que es fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza'

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - En la conmemoración de los Fieles Difuntos, el papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.

Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:

"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Ayer celebramos la solemnidad de Todos los Santos, y hoy la liturgia nos invita a conmemorar a los fieles difuntos. Estas dos fiestas están íntimamente relacionadas entre ellas, así como la alegría y las lágrimas encuentran en Jesucristo una síntesis que es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. Por un lado, en efecto, la Iglesia, peregrina en la historia, se regocija por la intercesión de los santos y beatos que la sostienen en la misión de anunciar el Evangelio; por otro lado, ella, como Jesús, comparte las lágrimas de los que sufren la separación de sus seres queridos, y como Él y gracias a Él se hace eco del agradecimiento al Padre que nos ha librado del dominio del pecado y de la muerte.

Entre ayer y hoy muchos hacen una visita al cementerio, que, como dice la misma palabra, es el "lugar de descanso", en la espera del despertar final. Es bello pensar que será Jesús mismo el que nos despierte. Jesús mismo ha revelado que la muerte del cuerpo es como un sueño del cual Él nos despierta. Con esta fe nos sostenemos --incluso espiritualmente-- ante las tumbas de nuestros seres queridos, de los que nos han amado y han hecho algún bien. Pero hoy estamos llamados a recordar a todos, también a aquellos que nadie recuerda. Recordamos a las víctimas de las guerras y de la violencia; muchos "pequeños del mundo" aplastados por el hambre y la miseria; recordamos a los anónimos que descansan en el osario común. Recordamos a los hermanos y hermanas asesinados por ser cristianos; y a cuantos han sacrificado sus vidas por servir a los demás. Confiamos al Señor especialmente a cuantos nos han dejado en este último año.
 
La tradición de la Iglesia siempre ha exhortado a rezar por los difuntos, en particular, ofreciendo la Celebración Eucarística por ellos: esta es la mejor ayuda espiritual que podemos dar a sus almas, particularmente a aquellas más abandonadas. El fundamento de la oración de sufragio se encuentra en la comunión del Cuerpo Místico. Como reitera el Concilio Vaticano II, "la Iglesia peregrina en la tierra, muy consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros días de la religión cristiana, ha honrado con gran respeto la memoria de los muertos" (Lumen gentium, 50).

La memoria de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonio de una confiada esperanza, radicada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre el destino humano, porque el hombre está destinado a una vida sin límites, que tiene su raíz y su cumplimiento en Dios. Dirigimos a Dios esta oración:

Dios de infinita misericordia, confiamos a tu inmensa bondad a cuantos han dejado este mundo para la eternidad, donde tú esperas a toda la humanidad, redimida por la sangre preciosa de Jesucristo, muerto en rescate por nuestros pecados.

No mires, Señor, tantas pobrezas, miserias y debilidades humanas con las que nos presentaremos ante el tribunal para ser juzgados para la felicidad o la condena.

Míranos con la mirada piadosa que nace de la ternura de tu corazón, y ayúdanos a caminar en el camino de una completa purificación.

Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego eterno, donde ya no puede haber arrepentimiento.

Te confiamos, Señor, las almas de nuestros seres queridos, y de las personas que han muerto sin el consuelo sacramental o no han tenido manera de arrepentirse ni siquiera al final de su vida.

Que nadie tenga el temor de encontrarte después de la peregrinación terrenal, en la esperanza de ser acogidos en los brazos de la infinita misericordia.

La hermana muerte corporal nos encuentre vigilantes en la oración y llenos de todo bien, recogido en nuestra breve o larga existencia.

Señor, que nada nos aleje de ti en esta tierra, sino que en todo nos sostengas en el ardiente deseo de reposar serena y eternamente.

Amén.

Con esta fe en el destino supremo del hombre, nos dirigimos a la Virgen, que ha padecido bajo la Cruz el drama de la muerte de Cristo y ha participado después en la alegría de su resurrección. Nos ayude Ella, Puerta del Cielo, a comprender siempre más el valor de la oración de sufragio por los difuntos. ¡Ellos están con nosotros! Nos sostenga en nuestra peregrinación diaria en la tierra y nos ayude a no perder jamás de vista la meta última de la vida que es el Paraíso. Y nosotros, con esta esperanza que nunca decepciona, ¡vamos adelante!"

Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del ángelus:

Angelus Domini nuntiavit Mariae...

Al concluir la plegaria, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Pontífice:

"Queridos hermanos y hermanas,

saludo a las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones y a todos los peregrinos venidos de Roma, Italia y muchas partes del mundo. En particular, saludo a los fieles de la diócesis de Sevilla (España), Case Finali en Cesena y los voluntarios de Oppeano y Granzette que hacen payaso terapia en los hospitales. Los veo allí. Seguid haciendo esto que hace tanto bien a los enfermos". 

Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:

"Os deseo un buen domingo, en la memoria cristiana de nuestros seres queridos fallecidos. No os olvidéis de rezar por mí. 

¡Buen almuerzo y hasta pronto!"

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El Papa reza en las Grutas vaticanas por todos los difuntos
Francisco acude a orar en privado ante la tumba de sus predecesores

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco ha descendido este domingo, a las 18 horas, a las Grutas vaticanas para rezar por los sumos pontífices allí sepultados y por todos los difuntos, según ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El 2 de noviembre la Iglesia conmemora a cuantos han dejado este mundo. Por este motivo, es tradicional que el Santo Padre acuda en este día a orar en privado ante la tumba de sus predecesores.

Las Grutas vaticanas están situadas bajo la basílica de San Pedro, en un nivel superior con respecto a la basílica constantiniana del siglo IV. Contienen las capillas dedicadas a varios santos, y las tumbas de reyes, reinas y papas a partir del siglo X. 

El lugar sagrado por excelencia es el sepulcro de san Pedro, donde se encuentra el tabernáculo, del siglo IV, mandado construir por el emperador Constantino, sobre la venerada sepultura del Apóstol. 

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El Papa recuerda al beato Pedro de Asúa
Torturado y asesinado por odio a la fe en 1936, este arquitecto y sacerdote fue beatificado ayer en España

Por Redacción

MADRID, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco recordó este sábado la beatificación del sacerdote Pedro de Asúa y Mendía (1890-1936), que tuvo lugar en Vitoria (España). "Sacerdote humilde y austero, predicó el Evangelio con la santidad de vida, la catequesis y la dedicación a los pobres y necesitados", señaló el Santo Padre. "Detenido, torturado y asesinado por haber expresado su deseo de permanecer fiel al Señor y a la Iglesia, representa para nosotros un maravilloso ejemplo de la fuerza en la fe y de testimonio de la caridad", añadió.

El nuevo beato, nacido en Balmaseda (Vizcaya) en 1890 y arquitecto de profesión, dejó su trabajo a los 29 años para ser sacerdote. En su vida sacerdotal abundaron también los encargos arquitectónicos, entre ellos la realización de los planos del seminario de Vitoria. En 1936 fue capturado por milicianos del Frente Popular, que lo asesinaron por odio a la fe.

Pedro de Asúa y Mendia fue beatificado ayer ante cientos de fieles que abarrotaban la catedral María Inmaculada de Vitoria. La ceremonia estuvo presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y delegado pontificio, que concelebró la Eucaristía junto al nuncio en España, Mons. Renzo Fratini, y 18 arzobispos y obispos.

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Rome Reports


Esculturas guaraní­es reflejan la influencia europea en Uruguay (Ví­deo)
Los Museos Vaticanos acogen esta colección que viaja por primera vez a Europa

Por Rome Reports

ROMA, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Una jota para Francisco (Ví­deo)
Grupo de bailarines de gira por Italia visita al Papa

Por Rome Reports

ROMA, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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El Papa pide que en noviembre se rece por quienes están solos (Vídeo)
También, por la buena preparación de quienes enseñan a seminaristas, religiosos y religiosas

Por Rome Reports

ROMA, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Comunicación


Chile: lanzan 'Indulgente', una web para rezar por los fieles difuntos
La iniciativa pretende difundir el tesoro de las indulgencias

Por Redacción

MADRID, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Este domingo, día de los Fieles Difuntos, se ha lanzado la iniciativa Indulgente.org con el objeto de difundir el tesoro de las indulgencias que concede la Iglesia. Este sitio web sirve de ayuda para que los usuarios recuerden a los seres queridos que ya no están. También, para encontrar información sobre las fechas y los modos de ganar indulgencias.

En un comunicado, sus promotores explican que la página web ofrece documentos sobre la doctrina y la tradición de la Iglesia respecto de la vida eterna (juicio particular, cielo, purgatorio e infierno), el sacramento de la confesión, las indulgencias y la oración. Además, artículos sobre revelaciones particulares y vídeos relacionados.

La Iglesia Católica pone a disposición de los fieles numerosas indulgencias que pueden  aprovechar para aliviar a las almas del purgatorio y ayudarlas a dar el paso definitivo hacia el Cielo. El Catecismo (nº 1479) dice: "podemos ayudarles, entre otras formas, obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales".

Según las enseñanzas de la Iglesia, el purgatorio es la purificación final de aquellos difuntos que si bien irán al cielo, deben limpiar algunos pecados antes. Gracias a la Comunión de los Santos y por mediación de la Iglesia, los fieles en la tierra pueden ganar indulgencias por esas almas, de manera que sus pecados sean redimidos y pasen prontamente al paraíso. La Comunión de los Santos es la unión común que hay entre Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, y sus miembros (santos, almas del purgatorio y los fieles en la tierra), y de éstos entre sí. El papa Francisco se refirió a ella como una “única gran familia” cuya “comunión entre tierra y cielo se realiza sobre todo en la oración de intercesión”.

Indulgente es una iniciativa de la Fundación ProÁnimas, con sede en Chile. La primer etapa del proyecto es la citada página web y tiene por finalidad otorgar conocimiento a los interesados. La segunda etapa será lanzada en diciembre de este año y consistirá en una aplicación para smartphones donde se podrá llevar un registro personal de las indulgencias ganadas.

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Espiritualidad


Todos los Santos y el recuerdo de los difuntos
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona

Por Cardenal Lluís Martínez Sistach

BARCELONA, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Hoy vivimos exageradamente al día. Tenemos poco tiempo para mirar atrás de vez en cuando y recordar. Los dos primeros días de noviembre nos ayudan a tener un momento de recuerdo para nuestros antepasados. Al principio de este mes celebramos la doble fiesta de Todos los Santos y la conmemoración de los difuntos. 

Estas dos fiestas expresan la solidaridad esperanzada con aquellos hermanos nuestros que han atravesado el umbral oscuro de la muerte y han entrado en la condición definitiva de su historia. Esta solidaridad con nuestros antepasados ​​se convierte en un desafío crítico a la mentalidad de nuestro tiempo, que intenta olvidar a los muertos y apartarnos de la comunión con ellos. 

La Iglesia es la comunión de los santos, según la expresión tradicional del Símbolo de la fe católica. Así lo decimos en la profesión de fe. Esta comunión, en sus elementos invisibles, existe no sólo entre los miembros de la Iglesia que peregrina en la tierra -que somos nosotros-, sino también entre ésta y todos aquellos que forman parte de la Iglesia celestial o que serán incorporados a ella después de su purificación. Existe una relación espiritual mutua entre todos, y de ahí la importancia de la intercesión de los santos y la oración por los difuntos. 

En esta fiesta, los cristianos de Oriente precedieron a los cristianos de Occidente en la celebración conjunta de todos los santos. Lo hacían ya en el siglo IV: la Iglesia siríaca, durante el tiempo pascual; la bizantina, inmediatamente después de Pentecostés. En Occidente, fue el papa Bonifacio IV quien en 610 inició la fiesta dedicada a "la Virgen y a todos los mártires". 

La fiesta de Todos los Santos pone de relieve la vocación universal de los cristianos a la santidad, como nos recordó el Concilio Vaticano II en su documento sobre la Iglesia. El apóstol Juan, en un género literario apocalíptico, nos hace ver esa "muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: ¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!" 

En esta multitud están todos los santos, no solamente los que han sido canonizados sino también los justos que mueren en gracia de Dios y llegan a la bienaventuranza eterna del cielo. 

Los santos ocupan un lugar preeminente en la Iglesia, ya que han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más difíciles de la historia de la Iglesia. Así nos lo recordó el papa Francisco el 27 de abril pasado, en la canonización de sus predecesores Juan XXIII y Juan Pablo II. Los santos y santas ponen de relieve y manifiestan, a la vez, los méritos infinitos de la redención de Jesucristo como único salvador. 

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San Martín de Porres - 3 de noviembre
«Religioso dominico peruano. El primer mulato en subir a los altares, honrado en numerosos países del mundo. Patrón de la justicia social, de los barberos, barrenderos, enfermeros, farmacéuticos, protector de los pobres»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 02 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El que tantas veces se presentó como «un perro mulato», primero de América en subir a los altares, es uno de los más grandes santos que Perú ha dado a la Iglesia. Ostenta el patronazgo de numerosas entidades de Perú, Venezuela, México, Argentina, Panamá, Guatemala, España, Chile, Costa Rica, Bolivia y otros países. Quién le iba a decir al humilde Martín que al paso del tiempo le honrarían hermandades y cofradías, que al procesionar su imagen sería aclamada por las avenidas de su hermosa tierra aún pasando los siglos... Pero así es. La gracia que le acompañó en vida, y a la que se aferró, sigue alumbrándonos a través de su heroico testimonio de amor a Cristo.

Nació en Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579. Era hijo natural del español Juan de Porres, un burgalés que pertenecía a la Orden militar de Calatrava, y de la mulata libre de origen panameño, Ana Velásquez. Debió prometerle que la desposaría, pero los prejuicios de la época no se aliaron con ellos. De esta unión ilegítima en 1581 vino al mundo una niña. Cuando el virrey comisionó a Juan para irse a Guayaquil, se llevó con él a los pequeños. Sin embargo, su familia repudió al muchacho por su color de piel. Juan se ocupó de su educación, pero en 1590 cuando lo nombraron gobernador de Panamá, se vio obligado a enviarlo a Lima. Eso sí, la cercanía le había permitido constatar las numerosas virtudes de Martín, su bondad y proverbial generosidad con los pobres, a los que daba limosna haciendo uso de la asignación que él le entregaba. No era una táctica nueva. Cuando vivía con su madre, le solía sisar el dinero que le  proporcionaba para efectuar las compras. Al regresar a casa, cándidamente se excusaba diciendo que las monedas que le faltaban las había perdido por el camino. 

En Lima se ocupó del santo Isabel García Michel, que vivía en Malambo, un barrio marginal caracterizado por el origen multirracial de su población, pero en una casa respetable; tal vez Ana fuese una de las encargadas del servicio, y por eso se afincó allí con su hijo. Éste recibió la confirmación en 1591 de manos de santo Toribio de Mogrovejo, patrono del episcopado latinoamericano. Elegante y amable en el trato, Martín era también muy inteligente, así que no le costó aprender las técnicas de barbería, oficio reputado en la época, y adquirir nociones de medicina que le servirían más tarde en su misión. Antes de convertirse en religioso obtenía un buen sueldo como ayudante del boticario Mateo Pastor. Con lo que ganaba, ayudaba a otros muchachos que no tenían medios económicos. El ejercicio de su profesión le permitía acceder tanto a la flor y nata de la sociedad limeña como a las clases inferiores; a todos hablaba de la bondad de Dios. Combinaba esta tarea con la labor voluntaria que realizaba en hospitales; pasaba las noches prácticamente en vela orando ante una imagen de Cristo crucificado. 

A los 15 años, animado por fray Juan de Lorenzana, quiso ser dominico como él, pero la discriminación por diferencia de raza, prejuicio marcado entonces, le siguió al convento de Nuestra Señora del Rosario. Y únicamente pudo ingresar como «donado». Pero era más que suficiente para su espíritu humilde y servicial, ya que solo deseaba estar más cerca de Dios y ayudar al prójimo. Por lo demás, se gozaba en «pasar desapercibido y ser el último». El trato desigual que le dispensaron, los insultos que recibía por su tez oscura, no le arrebataron su alegría, y la escoba que pusieron en sus manos fue instrumento de gloria para su vida. 

En una visita que su padre hizo al convento, logró que el provincial considerara a Martín como hermano cooperador. Profesó en junio de 1603. Fiel observante, pronto a la oración, obediente, humilde, generoso, puntual, sobrio, sencillo, austero, era también diligente y dadivoso con los demás hasta el extremo. El Santísimo Sacramento y la Virgen del Rosario fueron objeto supremo de su devoción. Por lo general, estaba tan extenuado por sus tareas que hacía ímprobos esfuerzos para no sucumbir al sueño durante la oración. Sus cuidados como enfermero fueron un pararrayos para el convento; allí acudían numerosas personas en su busca. Pero su piedad y misericordia con los enfermos y pobres que recogía en las calles, portándolos a hombros hasta su propio lecho para prodigarles atenciones con toda ternura, suscitaron recelos y envidias; fue objeto de injurias hasta de sus propios hermanos. 

Dios le otorgó el don de milagros, entre otros. Las curaciones extraordinarias se produjeron no solo con sus cuidados sino simplemente con su presencia. Él, humildemente, advertía: «yo te curo, Dios te sana». Como recibió el don de la bilocación, podía vérsele en varios lugares a la vez consolando y remediando los males de unos y de otros. Una vez solicitó a su superior permiso para socorrer a un obrero que rogaba su auxilio mientras se caía del andamio. Y ese milagro que precisaba el albañil se produjo ante la fuerte impresión de la víctima y del superior de Martín. Memorable fue la acción del santo durante la epidemia de viruela; se convirtió en el «ángel de Lima». Hasta los animales hambrientos y heridos eran objeto de su afecto. Fundó los Asilos y Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz para niños y niñas. Sus hermanos contemplaban asombrados su intensísima acción apostólica cotidiana, preguntándose en qué momento dormía. 

Era estimado por todos, incluido el virrey, que no ocultaba su veneración por él. En 1639 contrajo el tifus exantemático que cursaba con espasmos, alta fiebre y delirios. Y supo que había llegado su hora: «He aquí el fin de mi peregrinación sobre la tierra. Moriré de esta enfermedad. Ninguna medicina será de provecho». Manifestó que en ese instante le acompañaban la Virgen, San José, santo Domingo, san Vicente Ferrer y santa Catalina de Alejandría. Y besando el crucifijo falleció el 3 de noviembre de ese año. Gregorio XVI lo beatificó en 1837. Juan XXIII lo canonizó el 6 de mayo de 1962, y lo declaró santo patrón de la justicia social.

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