El jacuzzi del señor cura

Sí, hombre… ¿no se lo había contado? Me viene a la cabeza la historia con motivo de la noticia que ayer saltaba a los medios sobre la remodelación del palacio episcopal de Badajoz que incluía, según algunos medios, “baño con hidromasaje y jacuzzi”.

La historia es que un servidor llegó a la parroquia en la que ahora sirve en el otoño del año 2005. Lo que encontré fue exactamente esto que ven en la foto. Un triste prefabricado que lo único que daba era lástima.

En diciembre del año 2009 se inauguró el nuevo centro parroquial en el que se hicieron dos viviendas para sacerdotes. Pues debe ser la originalidad del pueblo de Dios que rápido me llegó la noticia de que por ahí se rumoreaba que el señor cura se había puesto jacuzzi en su cuarto de baño. Ya ven que lo de Badajoz ni siquiera original.

Si no haces nada y dejas las cosas como están, sea el palacio episcopal o el barracón de la parroquia, eres un abandonado y no te preocupas por el patrimonio, por el obispado, la parroquia, el sucesor o lo que sea. Si el nuevo obispo encuentra un palacio episcopal destartalado, es que cómo no tiene vergüenza de entregárselo así a su sucesor. Si lo remodela, vaya deuda que nos deja.

Otro problema es lo que entienda cada uno por una remodelación suficiente. Ahí tenemos mucho que discutir. Eso sí, la experiencia habla, los curas más exquisitos para sus viviendas parroquiales suelen ser los que más critican el gasto de los demás. Eso de dime de qué presumes…

Quejarse por un  “baño con hidromasaje y jacuzzi” lo primero que denota es ignorancia supina, ya que bañera de hidromasaje y jacuzzi es exactamente lo mismo. Pero además pone de manifiesto la mentalidad ruin, pueblerina y carente de los más elementales principios de economía de quien lo hace. Bañeras de hidromasaje se encuentran en el mercado desde los 450 euros. Platos de ducha hay que valen más que eso y si encima añades grifería, no digamos una columna especial, y una buena  mampara, más barato el jacuzzi. Que no, que no es problema de dinero, que son ganas de sacar las cosas de quicio. Como el cura que dice que mejor en vaqueros para estar con la gente y resulta que son mucho más caros que los pantalones negros de tergal del cura de al lado.

Tampoco se fíen de que si en el palacio episcopal han puesto en una sala suelo de mármol o de plaqueta. Pregunten precios. A lo mejor descubren que el mármol es más barato que muchos suelos de plaqueta y encima dura más.

A lo que iba. Que si en la casa parroquial se iba a colocar hidromasaje. Más aún, un vecino nos dijo que no colaboraría económicamente con la obra del centro parroquial porque en la casa del cura había jacuzzi. Pues vale, qué se le va a hacer.

Lo de Badajoz no sé en qué consistirá. Pero siempre que se han hecho obras de acondicionamiento en edificios de la iglesia, muy especialmente en viviendas de sacerdotes y obispos, no falta quien se queje de lo que no ve pero que sabe a ciencia cierta porque se lo han contado, y quien en alarde de originalidad y bonhomía decide que mejor a los pobres. No hace falta recordar quién era el siniestro personaje que tanto apelaba a ellos.

Por cierto, y para acabar, lo del jacuzzi me parece sobre todo una inutilidad. Amigos que lo tienen en casa me dicen que lo utilizan no más de dos o tres veces al año, que quita sitio y que al final lo mejor la ducha.