El Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, presidirá la Misa exequial por el alma de todos los fallecidos en el accidente de tráfico de Cieza el martes 25 de noviembre, a las 19:30 horas, en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Bullas.

El Obispo quiere estar cerca de esta comunidad parroquial y de las familias que han perdido a sus seres queridos y sigue pidiendo a toda la Iglesia diocesana oraciones por ellos y por la pronta recuperación de los heridos.

“Sois protagonistas de una historia de dolor. Os pido, en nombre del Señor, que seáis protagonistas de una historia de esperanza”, fueron las palabras que dirigía el Obispo de Cartagena Mons. José Manuel Lorca a los más de 2.000 vecinos de Bullas, y especialmente a los familiares de los fallecidos, en la Misa exequial que tuvo lugar el lunes pasado en el pabellón de deportes Juan Valera. “No es fácil en este momento tratar de consolar cuando uno también tiene el corazón roto, cuando estás contemplando a tu alrededor la dramática situación que ha dejado este golpe seco”, añadía.

La imagen de Nuestra Señora del Rosario, patrona de Bullas, presidía el altar bajo el que se encontraban los 13 féretros con los restos mortales de los fieles de la parroquia que perdían la vida en la noche del sábado en un accidente de tráfico a su regreso de una peregrinación al monasterio de Carmelitas Descalzas fundado por Madre Maravillas de Jesús en el Cerro de los Ángeles (Madrid).

Los Reyes de España asistieron al funeral y antes de comenzar la Eucaristía saludaron a todos los familiares de las víctimas expresándoles sus condolencias. También estuvieron presentes el ministro de Interior, el presidente de la Comunidad Autónoma, así como el alcalde de Bullas y la corporación municipal y alcaldes de diferentes municipios de la Región.

Mons. Lorca Planes pidió a la Virgen del Rosario que intercediera por sus hijos fallecidos y por sus familias, a quienes animó recordando que “a Dios no se le acaba la misericordia, recordar lo grande que ha sido su fidelidad… Sois protagonistas de una historia de dolor. Os pido, en nombre del Señor, que seáis protagonistas de una historia de esperanza”.

Durante la homilía, el Sr. Obispo recordó también a D. Miguel Conesa Andúgar, párroco de Nuestra Señora del Rosario de Bullas y fallecido también en el accidente. “En mi familia también hemos perdido a un ser querido en este accidente. Yo he perdido un hijo, los sacerdotes hemos perdido a un hermano… Pensé en Miguel este verano para que os sirviera como párroco, porque sabía de su gran amor a la Virgen y sintonizaría pronto con vosotros… tan solo ha estado entre vosotros dos meses”.

El Obispo de Cartagena agradeció nuevamente el trabajo de los profesionales que desde el accidente trabajaron por salvar las vidas de los heridos y agradeció a Sus Majestades la cercanía con el pueblo de Bullas: “Gracias Majestades por el gran corazón y la gran sensibilidad que nos habéis mostrado. Agradecemos profundamente este gesto hacia estas familias, hacia este pueblo de Bullas, como lo hicisteis en el 2011 con Lorca. Le pido al Señor que los próximos encuentros que tengamos con sus Majestades no sean con ocasión de desgracias sino de gozo”.

Durante la celebración, el Secretario General y Canciller de la Diócesis, D. Tomás Cascales, leyó el telegrama enviado por el Cardenal Pietro Parolin en nombre del Papa Francisco al Obispo de Cartagena, en el que manifestaba sentirse “profundamente apenado” y expresaba su “cercanía espiritual a todos los afectados en tan lamentable tragedia”.

”A los hijos de esas nobles tierras – se lee – los anima a encontrar en la fe aliento y fortaleza de espíritu para superar estas dolorosas circunstancias y les imparte de corazón la confortadora bendición apostólica, como signo de esperanza en Cristo resucitado”.

Espinardo despide a D. Miguel Conesa

La parroquia de San Pedro Apóstol de Espinardo se quedaba pequeña el pasado lunes para albergar a los más de 500 fieles y más de 200 sacerdotes que asistieron a la Misa funeral de D. Miguel Conesa Andúgar, sacerdote diocesano que fallecía junto con 13 fieles más en el trágico accidente de tráfico ocurrido en la madrugada del sábado al domingo en el término municipal de Cieza.

El Obispo de Cartagena presidió la celebración en la que agradeció todas las muestras de cariño y condolencia llegadas desde Santa Sede, Conferencia Episcopal y de todos los obispos de España. Además manifestó que a la misma hora, los sacerdotes murcianos que desarrollan su ministerio en las misiones estaban celebrando la Eucaristía por el alma de D. Miguel en diferentes países: Nigeria, Zimbabwe, Japón, Mozambique, Honduras o Bolivia.

El Sr. Obispo compartió con los presentes los momentos de incertidumbre tras el accidente, de cómo al conocer que D. Miguel se encontraba entre los heridos de gravedad tuvo esperanza hasta conocer la noticia de su muerte. “Han sido horas dramáticas que han sembrado de angustia y lágrimas nuestras vidas. Me siento unido a vosotros compartiendo vuestra angustia, confiando e implorando a Dios por el descanso eterno de las víctimas y por la pronta recuperación de los heridos, y especialmente pedimos a Dios nos conceda el aliento y el valor de continuar, hasta encontrar la esperanza y el consuelo”.

“Vosotros, queridos padres os habéis quedado sin un hijo –les dijo-, nosotros, los sacerdotes, sin un hermano. Pero muchísima gente se ha quedado sin un padre, porque su labor, en silencio, fue inmensa. Su sonrisa y dulzura de carácter abrió muchos corazones; su celo pastoral no conocía fronteras. Su lema era nítido: por un alma que me necesite voy al fin del mundo. Un sacerdote de los pies a la cabeza, un ejemplo para nosotros”, explicó el Sr. Obispo, recordando a los presentes que tras ser ordenado presbítero, D. Miguel fue destinado como coadjutor a San Miguel de Murcia, donde era párroco Mons. Lorca Planes.

El féretro de D. Miguel, que entró y salió de la iglesia portado por los sacerdotes de su mismo curso, se colocó a los pies de las imágenes del Cristo de la Salud y la Virgen del Carmen, patrones de su pueblo y a quienes profesaba una gran devoción.

“Don Miguel ha sido un joven sacerdote de 36 años, sencillo, directo, entregado, amable, atento, servicial, sacrificado… sólo Dios sabe lo que esta criatura llevaba para adelante y el bien que estaba haciendo a tantísimas personas, de una manera callada”, destacó el Sr. Obispo, recordando a los familiares el cariño que el pueblo de Bullas le tenía a su párroco: “os traigo también el sentir de un pueblo que está volcado con vuestro hijo, el sentir de Bullas y sus gentes”.

El féretro de D. Miguel abandonó la iglesia de San Pedro entre aplausos y gritos de “¡santo, santo!” para dirigirse al cementerio donde se le dio sepultura.