Para hablar del corazón henchido de la alteridad no merece la pena un blog

 

Me lo dicen de vez en cuando. Que en lo que escribo en el blog debo ser amable, muy positivo, y olvidarme de críticas. Que me iría mejor. También tengo gente que me aprecia de corazón y que me recuerda que quizá esté haciéndome demasiados “amigos”. Ya me entienden.

Vaya por delante que no es mi principal intención al mantener un blog la de hacerme amigos o cosechar parabienes. Empecé para contar lo que es la vida y el ministerio del sacerdote y para animar a la gente a encontrarse con Cristo, entregarle su vida en la Iglesia y en el mundo y alentar su camino de fidelidad.

En este “intentarlo” hay de todo. En ocasiones hay que animar, invitar, dar a conocer cosas, poner ante los ojos y el corazón el amor de Cristo al que vale la pena responder entregando la vidas entera.   Con Cristo, porque no pueden ser realidades contrapuestas, el amor profundo a la madre Iglesia, la confianza en su magisterio y sus pastores.

No faltan momentos en que no queda más remedio que denunciar caminos que llevan a la perdición o confusión entre los fieles. Cuando uno cree percibir que se cambia Cristo por la más light religiosidad new age, cuando ves relativizada la moral o la liturgia despreciada, cuando crees entender que se está ofreciendo a los fieles comida adulterada, no queda más remedio que decirlo.

Es verdad que me dicen que “quién soy yo” para corregir o denunciar. Pues ya lo ven, un cura que tiene como ministerio entre otras cosas enseñar y guardar a sus fieles de los lobos aunque a veces vengan vestidos de cordero. También me preguntan que quién soy yo para decir qué es verdad o no. Vuelvo a que nadie, eso doctores tiene la santa Iglesia que lo sepan definir. Uno apenas es un cura que intenta anunciar lo recibido de la Iglesia y practicar con sus feligreses y lectores esa obra de misericordia que dice “enseñar al que no sabe”.

Nuestra Iglesia está llena de gente de buen corazón que acoge con la mejor voluntad todo lo que se le ofrece con la confianza de que lo que predica D. Jesús, las charlas de D. Manuel o las celebraciones de D. Francisco son lo correcto y que lo normal es acostumbrarse y aceptar las novedades. ¿Acaso es malo decirles que quizá les estén tomando el pelo y que no se fíen del todo? ¿Deberá uno callar cuando encuentras a mucha gente confundida? Del interior no se juzga, ya lo sabemos, pero no hay problema en decir que la liturgia de la Iglesia manda otra cosa, que la moral recibida tiene otras formas y que lo que se proclama como fe va en contradicción con el credo. No solo no pasa nada, sino que es obligación expresarlo con toda claridad.

La gente pregunta. Oiga D. Jorge, ¿la Inmaculada Concepción es fiesta de precepto? Claro! Es que el cura de mi parroquia dice que no, que vayamos a misa solo si nos apetece. Pues muy mal dicho.

A veces animar, otras denunciar, momentos para exhortar y para una broma si hace falta. Pero un blog de un sacerdote para hablar de los pajaritos del campo, la grandeza de la sonrisa compartida, el abrazo universal como amor indisoluble y el corazón henchido de la experiencia de la alteridad, pues como que no.