Pregunta si no son ambos víctimas

El arzobispo de Tánger echa la culpa a la ley de extranjería del asesinato de un policía por un inmigrante

 

Tras el acto criminal por parte de un inmigrante sin papeles de Costa de Marfil, que arrojó a las vías del metro a un policía nacional, que falleció en el acto, el arzobispo de Tánger, Mons. Santiago Agrelo, ofm, pregunta si tanto el agresor -que también se precipitó a la vía y está gravemente herido- como el agredido no «son víctimas innecesarias e inútiles de unas leyes inicuas». «¿No es la nueva Ley de Extranjería la que arroja a las vías del tren las esperanzas…?».Además añade: «Hoy todos dirán que un emigrante mató a un policía. Yo les pido que lo piensen antes de decirlo, y puede que vean que el emigrante se murió con él».

3/01/15 12:41 PM


(ABC/InfoCatólica) Un forcejeo con un inmigrante «sin papeles» acabó ayer con la vida de Francisco Javier Ortega, agente de la Brigada Móvil de la Policía, de 28 años. El incidente ocurrió a las 11.50 horas, cuando la víctima patrullaba con su compañero por los andenes del intercambiador de transportes de Embajadores. Sin mediar palabra, y mientras recorrían andando los pasillos del Cercanías, un grupo de africanos comenzó a increparles a distancia. La voz dominante era la de un joven marfileño, también de 28 años, de nombre Yode Ali Raba.

«¿Habéis venido a buscarnos? ¿Por qué no nos dejáis en paz? Sois unos cabrones...», les soltó a la pareja de agentes. Tras recibir toda clase de improperios, los dos policías se acercaron al grupo para proceder a su identificación. Los jóvenes se resistieron a entregar la documentación en todo momento ya que se encontraban en situación irregular en nuestro país.

A medida que pasaban los segundos –porque todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos– la agresividad de los africanos comenzó a aumentar de forma preocupante. Los gritos podían escucharse en toda la estación, hasta el punto de que varios usuarios decidieron sacar sus teléfonos móviles para grabar la escena.

El ambiente se estaba caldeando, por lo que Francisco Javier Ortega conectó la radio para pedir a sus compañeros de la central que le ayudaran a comprobar las filiaciones de los individuos y acabar cuanto antes con el problema. Fue en ese momento cuando Ali Raba, que vio cómo el tren comenzaba a aparecer en la estación, se abalanzó al agente para arrojarlo a las vías. En su caída, el policía agarró al joven marfileño y juntos se precipitaron a los raíles cuando el convoy se encontraba apenas a cinco metros de la escena. No hubo tiempo material para reaccionar y fueron arrollados.

Detenido en la UVI

El agente de policía quedó aprisionado en la parte baja del vagón y murió prácticamente en el acto. El agresor, por su parte, sufrió un traumatismo craneoencefálico severo y fue trasladado en estado muy grave al Hospital Doce de Octubre, donde se encuentra en la UVI.

Aunque llevaba pocos años en España, Ali Raba ya había tenido varios desencuentros serios con la autoridad. El joven, que llegó a las costas de Almería en un patera el 21 de septiembre de 2011, cuenta con un total de nueve antecedentes policiales solo en 2013. Ese año fue detenido tres veces por amenazas, dos por robo con violencia, resistencia y desobediencia, infracción de la Ley de Extranjería y, también, por entrada ilegal en España.

Esta es la manera en que Mons. Santiago Agrelo, arzobispo de Argel, comenta la noticia en su muro de Facebook:

¿Qué ven en esa fotografía?

Un policía y un emigrante.

La información no los hermana en la tragedia, simplemente los separa en la legalidad: uno dentro de la ley, el otro, fuera; uno provocador, el otro, provocado; uno criminal, el otro, víctima. Esto es lo que veo yo: Un policía muerto, un emigrante al borde de la muerte, dos vidas arruinadas para siempre, dos seres humanos privados de su futuro.

Y esto es lo que me pregunto: ¿No son los dos, víctimas innecesarias e inútiles de unas leyes inicuas, que cierran a los pobres los caminos que puedan llevarles a la normalidad cotidiana de un pedazo de pan? ¿No es la nueva Ley de Extranjería la que arroja a las vías del tren las esperanzas, la vida, de millares de personas? ¿Quién tiene tanto interés en desesperar a los pobres, quién se obstina en llevarlos a jugar con la muerte cada uno de los días de sus vidas?

Hoy todos dirán que un emigrante mató a un policía. Yo les pido que lo piensen antes de decirlo, y puede que vean que el emigrante se murió con él.