Sabiendo la verdad, ¿haremos caso a los que proponen la mentira?

Sabiendo que:

- Dios ha enviado a su Hijo unigénito para que todo el que en Él cree sea salvo (Jn 3,16).

- Cristo dijo que de nada vale creer en Él si no se hace caso a lo que dice (Luc 6,46-49.

- Dios es paciente con nosotros, no queriendo que nadie se condene sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Ped 3,9).

- Dios ha derramado su Espíritu sobre sus hijos para que sean libres y puedan ser transformados de gloria en gloria a imagen de Cristo (2 Cor 3,17-18).

- El que vive constantemente en pecado, no es de Dios (1 Jn 3,8-9), conociendo igualmente que cuando pequemos ocasionalmente, abogado tenemos para con el Padre: Jesucristo (1 Jn 2,1).

- Dios no permite que seamos tentados más allá de lo que podamos soportar, pues Él mismo nos da fuerzas para vencer la tentación (1ª Cor 10,13). 

- En ninguna manera la misericordia y la gracia suponen vía libre para pecar (Rom 6.15).

- El Dios que nos llama a ser santos como Él es santo (1 Ped 1,6), que nos pide que trabajemos arduamente, con temor y temblor, en nuestra salvación (Fil 2,12), es el mismo Dios que produce en nosotros tanto el deseo de santidad y salvación (Fil 2,13) como la capacidad para llevar a cabo las obras que Él preparó de antemano con ese fin (Efe 2,10), para mayor gloria suya (Mat 5,16). 

- Si alguien nos predica otro evangelio, debe ser rechazado radicalmente (Gal 1,8-9).

- Si a Cristo el mundo le rechazó porque amó más las tinieblas que la luz (Jn 3,19), los que son de Cristo también serán rechazados y perseguidos por ese mismo mundo (Jn 15,18-20).

Es evidente que:

- No son de Dios los que dicen creer en Cristo pero niegan sus palabras, por ejemplo, sobre el matrimonio y el adulterio.

- No son de Dios los que niegan a los pecadores la posibilidad de ser libres de sus pecados, condenándolos a ser cristianos de segunda categoría.

- No son de Dios los que pretenden que la Iglesia ha de adaptarse al mundo -asumiendo sus valores- traicionando a Cristo.

- No son de Dios los que esconden, ocultan o niegan el poder de la gracia a los bautizados.

- No son de Dios los que buscan calmar las conciencias con excusas que justifiquen el pecado, en vez de iluminarlas para que busquen el perdón y la conversión.

- No son de Cristo los blasfemos que se han convertido en los nuevos mercaderes del templo, que venden una falsa misericordia de Dios a cambio del aplauso de los que viven en tinieblas, sujetos el príncipe de la potestad del aire y padre de toda mentira.

Sinceramente creo que este año va a ser durísimo para la Iglesia. De los más complicados de su historia. Y hablamos de 20 siglos de historia. La fe, en nombre de esa falsa misericordia, va a ser objeto de acoso e intento de derribo. ¡Quién sabe si no se hará necesaria una intervención divina visible! Ojalá, el año que viene por estas fechas podáis decirme: “estabas equivocado". Dios lo quiera.

¡Santidad o muerte!

Luis Fernando Pérez Bustamante