Es inaceptable que se ensalce la blasfemia

 

Noticia de ayer, tal y como la dio la Agencia Efe (ver vídeo):

El portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), José María Gil Tamayo, ha condenado hoy el atentado sucedido en París contra la libertad de expresión y de información y contra unos compañeros que “ejercen un servicio del humor satírico pero necesario también en una sociedad democrática y libre”.

En el telediario de ayer en 13 TV, dirigido y presentado por Alfredo Urdaci, tras denunciar la intolerancia de buena parte del Islam, dijo lo siguiente en su editorial:

es el día también para recordar que existe un cierto derecho a la blasfemia, ¡SÍ!, ¡que debemos defender!, por mucho que pensemos que el ataque se dirige a algo que consideramos sagrado. Derecho que está contenido en ese derecho a la libertad de expresión que reconocen todas las constituciones de occidente y que forma parte de la esencia de una civilización que ha permitido un alto grado de conviencia pacífica gracias al control de la violencia".

Y, según me cuentan, en Cope llevan dos días “canonizando” la libertad de expresión.

Señores,¿desde cuando la blasfemia es un servicio a la sociedad? ¿desde cuándo existe el derecho a blasfemar? ¿desde cuándo la libertad de expresión no tiene límites? ¿y cómo es posible que un portavoz episcopal y los medios de comunicación de la Iglesia en España se suban a ese carro?

Juanjo Romero publicó ayer un post que refleja la postura de InfoCatólica sobre lo que ha acontencido en París estos días. Condenamos, faltaría más, los asesinatos. Creemos también que el fundamentalismo islámico está entre las mayores amenazas, si no la mayor, que sufre el mundo hoy en día. Pero que a los viñetistas de Charli Hebbo les hayan asesinado un par de miserables no cambia el juicio moral que merecían sus viñetas.

De paso he de decir que, aunque alguna vez la he cometido, es una necedad tremenda que para quejarnos de las viñetas blasfemas… publiquemos las viñetas. Esto es como si alguien es pillado en una situación poco decorosa y publican las fotos en un medio, escribe un post quejándose de lo ocurrido y en el artículo pone dichas fotos. ¿Nos estamos volviendo locos o qué?

Por otra parte, en España estas acciones siguen siendo delito según el código penal:

Artículo 525

1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.

En nuestra sociedad muchos pretenden imponer la idea de que la libertad de prensa y de expresión es ilimitada. Es el Lugar Santísimo al que solo pueden entrar los que ejercen el sumo sacerdocio del periodismo. Pues no, señores, no. Cuestión aparte de las leyes que regulan dicha libertad, parece evidente que si no se respeta a las personas, si no se respeta lo que es más sagrado para millones de ciudadanos, mal vamos.

Dice David Brooks en un artículo publicado en The New York Times y que reproduce El País:

A los periodistas de Charlie Hebdo se les aclama ahora justamente como mártires de la libertad de expresión, pero seamos francos: si hubiesen intentado publicar su periódico satírico en cualquier campus universitario estadounidense durante las dos últimas décadas, no habría durado ni treinta segundos. Los grupos de estudiantes y docentes los habrían acusado de incitación al odio. La Administración les habría retirado toda financiación y habría ordenado su cierre.

No comparto lo de que son mártires de la libertad de expresión, pero sí doy por hecho que, al menos en EE.UU, hay cosas que sencilla y llanamente no se admiten en nombre de esa libertad.

Además, existe una gran hipocresía, una enorme hipocresía, una gigantesca hipocresía en la mayoría de los medios de comunicación. Ellos saben perfectamente que hay temas tabú -homosexualidad -lobby gay-, aborto, feminismo radical, ideología de género, etc.- , y se guardan muy bien de hacer burla de ellos, sabiendo bien que eso les acarrearía grandes ataques y serían enviados al desván de los apestados.
 

Acabemos. Lo mínimo que podemos pedir los católicos de este país es que desde nuestra Iglesia no se le haga el juego a quienes piensan que “entre los valores democráticos que encarna Occidente", está el derecho a mofarse de nuestra fe y a blasfemar contra nuestro Señor y su Madre.

 

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Artículo recomendable de Schola Veritatis, del 30 de agosto del año pasado:

La blasfemia y la libertad de expresión