Bautismo de niños y pediatras cantamañanas

 

¿Por qué digo esto? Pues porque hace apenas unos días unos papás han decidido posponer el bautizo de su hijo por recomendación de su pediatra. Parece ser que el niño es chiquitín y necesitado de mucho cuidado y su pediatra ha aconsejado a los padres que no bauticen ahora al pequeño, que es un riesgo, que a ver si le va a pasar algo. Pero es que por lo visto no es el único que se lo ha dicho.

No creo yo que en toda la literatura médica que pueda consultarse se haya encontrado un solo caso de niño que enferme al recibir el sacramento del bautismo, siempre que se haga con la normalidad del ritual en la mano, donde está más que prevista la posibilidad de calentar el agua. Invierno o verano, ahora mismo en una iglesia que tiene su calefacción, con agua calentita, ¿dónde está el problema? ¿En sacar al crío de casa? Pues hombre, ya lo sacan para llevarlo al médico y a ver a los abuelos y abrigadito no le pasa nada. ¿Un poco de agua calentita sobre su cabeza le hará daño? Ya sabemos que no.

Otra cosa sería una iglesia heladora y un bautismo por inmersión con cubitos de hielo, pero no creo que sea lo habitual. Cura de pueblo he sido y de iglesia sin calefacción y hemos bautizado a los niños sin tener noticia del más leve catarro como consecuencia.

Los papás han hecho lo que les han dicho. Lo comprendo. Si el médico dice que a tu niño no le conviene el sol vamos, que no le da un rayo en los próximos meses. Si que debe tomarlo, ahí estarán sus progenitores. Unos papás buenos, un médico que dice que no bauticen y el niño sin bautizar.

Tengo la impresión que cuando se nos pide a la Iglesia que no metamos las narices en todo porque hay que respetar –me encanta lo de hay que respetar- lo que en realidad se dice es que nosotros a callar a la vez que tenemos que aguantar todo que para eso somos cristianos. Por supuesto que no podemos animar a médicos y matronas, como se hacía antes, a administrar el bautismo de socorro a los niños con problemas. Es que ahora la cosa es más compleja: que no vean a alguien en un hospital público administrar un bautismo de socorro porque se juega directamente su puesto de trabajo.

A cambio aquí el problema es que hay médicos que con la cosa de la autoridad que supuestamente les da un título y una bata se sienten legitimados para influir en las convicciones religiosas de los padres con la disculpa del supuesto quebranto para la salud del infante que, insisto, no hay un solo caso en la historia de la medicina que lo justifique. Un día acudirá otro pediatra con un estudio sobre los nocivos efectos del pan ácimo sobre la salud de los impúberes y así desaconsejar no la primera comunión, que una vez no hace daño, sino la segunda y posteriores. Otro afirmará la letalidad del humo de las velas y aquél el riesgo para una correcta visión de la peculiar iluminación de los templos católicos, amén de los trastornos psicológicos en niños y mayores que provoca la visión de un señor crucificado prácticamente in puribus. Y si no, al tiempo.

Nosotros, de momento, ya hemos sufrido el primer pediatriflauta.