Misericordia, prohibición y mezclar eso con las témporas

 

Malo que lo que tiene que ser normal haya de verse como noticia. Normal es que cierren las puertas de locales y dependencias de la Iglesia católica a un señor que se cisca un día sí y otro dos veces en la santa madre Iglesia, y que escribe unas cosas sobre las que advierte la conferencia episcopal que cuando menos pecan de arrianismo amén de contener otros varios errores teológicos. Tan normal como cerrar las puertas de las mezquitas a quien defienda que ni Alá es Dios ni Mahoma el profeta y encima lo haga embuchándose un bocata de jamón acompañado por un rioja.

Hemos llegado a tales extremos de memez que lo obvio ha ido deviniendo en noticiable. Es decir, que no se hace lo que se debe hacer simplemente por carencia de atributos episcopales. Así de facilito.

Por lo bajinis se le ha prohibido a Juanjo Tamayo ofrecer una conferencia o lo que fuere en una parroquia de Barcelona. Digo por lo bajinis porque en lugar de en la parroquia misma la ofrecerá en un salón anejo propiedad de la misma parroquia. Intríngulis del derecho canónico y de la catolicidad entendida juxta modum.

Hasta ahí lo acontecido. Pero lo mas diver de la noticia es la reacción de la editorial Fragmenta, sustentadora del último parto de Tamayo, cuando afirma que “no podemos dejar de manifestar nuestra perplejidad por el uso que se ha hecho del lenguaje de la prohibición, lenguaje que nos parece que tiene poco que ver con la Iglesia de la misericordia que impulsa el papa Francisco".

Aquí es donde viene ahora lo de eso y las témporas. Parece ser, según Fragmenta, ya ven ustedes, que misericordia y prohibición son palabras irreconciliables, y que por tanto ser misericordioso consiste en tragar con carros y carretas, decir que todo es posible y válido y avenirse absolutamente a todo por la cosa de la misericordia y la compasión.

Vamos, que cuando un padre prohíbe a su hijo diabético tomar dulces o a la niña meter al novio en casa para la siesta juntos, es que es un padre ogro, poco misericordioso y que va en contra de las enseñanzas de Francisco. O cuando un obispo observa que a sus diocesanos alguien los va a meter estricnina disimulada en terroncitos de bondad y tolerancia y dice que nanay, tampoco es misericordioso.

La misericordia parece que siempre es para los mismos. Y con ese cuento los Tamayos y cía pueden dar gato por liebre, eso dice la Conferencia Episcopal, a la gente y hacer creer a las pobres Rafaelas y Joaquinas de turno que el catecismo es un error del que vienen a salvarles. Misericordia es ponerse del lado de estas buenas mujeres y decir a tanto enteradillo que hasta aquí hemos llegado y que a predicar a otro sitio.

Esta vez el cardenal de Barcelona ha intentado ejercer de verdad la misericordia aunque se la hayan colado por la puerta lateral. Que cunda el ejemplo. Y dos anexos:

UNO: Que hablando de misericordia, cómo va eso de los franciscanos y franciscanas de la Inmaculada.

DOS: Hay tal cabreo con la noticia de lo de Tamayo en Barcelona en Religión Digital, que ni siquiera se han molestado en una corrección somera de la redacción de la noticia. A ver cuántas faltas encuentran en el último párrafo que simplemente copio y pego: “Des de Fragmenta, editorial sobre religioens desde una perspectiva no confesional, expresamos nuestro respeto po las decisiones de los organismos de la Iglesia católica, pero asimismo no podemos dejar de manifestar nuestra perplejidad por el uso que se ha hecho del lenguaje de la prohibición, lenguaje que nos parece que iene poco que ver con la Iglasia de la misericordia que impulsa el papa Francisco". A mi me salen por lo menos seis. Cosa del cabreo y las prisas.