Siguiendo los pasos de San Pablo. ECCE ROMA!!! (1ª PARTE)

 

Cuando visito alguna ciudad me gusta pasear por sus calles siguiendo los pasos de algún personaje ilustre oriundo del lugar.

Esto es lo que me ha ocurrido en Praga con Kafka, o en Oxford (Inglaterra) con el Cardenal Newman, J. R. R. Tolkien, y su gran amigo C.S. Lewis.

En esta ocasión, me preparo para seguir los pasos de San Pablo por la ciudad de Roma y alrededores.  Conocer cuáles fueron las calles por las que paseó, las puertas de la muralla que atravesó, las personas que le rodearon, sus  amigos, los rincones donde predicó, las calles por las que atravesó hasta legar al lugar del martirio, ….me parece una forma única y maravillosa de callejear- y por qué no, peregrinar- por  la ciudad.

Espero que lo disfruten conmigo.

 

 

Según dicen los historiadores San Pablo fue  la figura más fascinante del Cristianismo, y el día en que entro en Roma fue uno de los más decisivos del género humano. Es más, como señaló Benedicto XVI,  “el apóstol san Pablo, figura excelsa y casi inimitable, pero en cualquier caso estimulante, se nos presenta como un ejemplo de entrega total al Señor y a su Iglesia, así como de gran apertura a la humanidad y a sus culturas.

Así pues, es justo no sólo que le dediquemos un lugar particular en nuestra veneración, sino también que nos esforcemos por comprender lo que nos puede decir también a nosotros, cristianos de hoy”. [1]

 

DETENCIÓN EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN

Jerusalén está revuelta. El temor de los judíos desencadenado por las predicaciones de Pablo en las sinagogas, y el imparable desarrollo del  cristianismo, hace que muchos de ellos sientan amenazada las estructuras y las leyes. De ahí que San Pablo fuera denunciado por los judíos y apresado en el Templo de Jerusalén acusado de perturbador y agitador social.

“Cuando los judíos venidos de Asia vieron a Pablo en el Templo, amotinaron a la multitud y se apoderaron de él, gritando: “¡Socorro, israelitas! Este es el hombre que predica a todos y en todas partes contra nuestro pueblo, contra la Ley y contra este Templo, y ahora ha llegado a introducir en él a los paganos, profanando este lugar santo (…)La ciudad entera se alborotó, y de todas partes acudió el pueblo. Se apoderaron de Pablo, lo sacaron fuera del Templo y cerraron inmediatamente las puertas. Ya iban a matarlo, cuando llegó al tribuno de la cohorte la noticia de que toda Jerusalén estaba convulsionada.

En seguida el tribuno, con unos soldados y centuriones, se precipitó sobre los manifestantes. Al ver al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. El tribuno se acercó, tomó a Pablo y mandó que lo ataran con dos cadenas;(…)  Hizo conducir a Pablo a la fortaleza.

Al llegar a la escalinata, los soldados tuvieron que alzarlo debido a la violencia de la multitud, porque el pueblo en masa lo seguía, gritando: “¡Que lo maten!"  [2]

Después del arresto “los judíos se confabularon y se comprometieron bajo juramento a no comer ni beber, hasta no haber matado a Pablo”[3]  . “Pónganse de acuerdo con el Sanedrín, y propongan al tribuno que lo haga comparecer delante de ustedes con el pretexto de examinar más exactamente su causa; nosotros, por nuestra parte, estaremos preparados para matarlo en el camino. Pero un sobrino de Pablo, al enterarse de la emboscada, se dirigió a la fortaleza y entró para prevenir a Pablo.”[4] 

Se decide trasladarlo a Cesárea donde nadie , ni el Sanedrín (Hch 23,9), ni el procurador romano Félix (Hch 24,22-23), ni su sucesor Porcio Festo (Hch 25,25), ni sus oficiales (Hch 26,31), ni el rey Agripa (Hch 26,32), lo creía culpable de la denuncia presentada contra él.

Pero Pablo, hace valer su condición de ciudadano romano y apela al Emperador: “Si soy culpable y he cometido algún delito que merezca la muerte, no me niego a morir, pero si las acusaciones que hacen los judíos contra mí carecen de fundamento, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos. Apelo al Emperador. Festo, después de haber consultado con su Consejo, respondió: “Ya que apelaste al Emperador, comparecerás ante él.”[5]

“¿De dónde sacaba San Pablo esta fuerza? Omnia possum in eo qui me confortat!, todo lo puedo, porque sólo Dios me da esta fe, esta esperanza, esta caridad. Me resulta muy difícil creer en la eficacia sobrenatural de un apostolado que no esté apoyado, centrado sólidamente, en una vida de continuo trato con el Señor. En medio del trabajo, sí; en plena casa, o en mitad de la calle, con todos los problemas que cada día surgen, unos más importantes que otros. Allí, no fuera de allí, pero con el corazón en Dios. Y entonces nuestras palabras, nuestras acciones — ¡hasta nuestras miserias!— desprenderán ese bonus odor Christi, el buen olor de Cristo, que los demás hombres necesariamente advertirán: he aquí un cristiano.”[6]

 

VIAJE A ROMA

Días después se pusieron en camino hacia Roma. Parece ser que  iba con él Lucas y Aristarco, quien al parecer le había acompañado en alguna parte de su tercer viaje apostólico. “Cuando se decidió que debíamos embarcarnos para Italia, confiaron a Pablo y a otros prisioneros a un centurión de la cohorte imperial, llamado Julio.”[7]

 

El viaje de Cesárea a Roma fue difícil, tormentoso y muy peligroso. Tras días de navegación, el barco naufragó y los 276 náufragos fueron bien acogidos en Malta. Pablo recibe del Señor otro mensaje de aliento: “No temas Pablo, tienes que comparecer ante el César, y Dios, en atención a ti, conservará con vida a todos los que viajan contigo.”[8]

Desde Malta se dirigieron hacia el norte, a Sicilia, y luego al puerto italiano de Pozzuoli (Nápoles), rodeado de magnificas villas, “donde encontramos a unos hermanos que nos invitaron a permanecer una semana con ellos.”[9]

“Qué bien pusieron en práctica los primeros cristianos esta caridad ardiente, que sobresalía con exceso más allá de las cimas de la simple solidaridad humana o de la benignidad de carácter. Se amaban entre sí, dulce y fuertemente, desde el Corazón de Cristo. Un escritor del siglo II, Tertuliano, nos ha transmitido el comentario de los paganos, conmovidos al contemplar el porte de los fieles de entonces, tan lleno de atractivo sobrenatural y humano: mirad cómo se aman, repetían.”[10]

Desde Pozzuoli se desplazaron a pie hasta Capua donde tomaron la Vía Appia hacia Roma, unas seis o siete jornadas (208 Km).

En la 43ª PIEDRA MILIARIA, San Pablo Lucas y  Aristarco reciben el primer saludo de la comunidad cristiana romana, que han sido alertados por la pequeña iglesia en Pozzuoli. “Era el primer saludo de la Roma cristiana su Apóstol ¡Cuánto bien hizo esta atención a su corazón! A los ojos del encanecido Pablo acudieron lágrimas de gozo al corresponder al saludo y al beso de los hermanos.”[11]

Entre ellos se encuentran sus grandes amigos Aquila y Priscila. También, los hijos de Simón Cirineo, Rufo y Alejandro, y su madre.

A diez kilómetros más adelante, en la POSTA TRES TABERNAE (TRES ALBERGUES), situada también  en la Via Appia,  le esperaban un segundo grupo formado por los superiores de la comunidad cristiana y algunos familiares.

 Tres Tabernas se traducen como Tres Tabernae, que significa tres tiendas., es una estación de posta  a unos 50 km de Roma, donde hoy se encuentra la aldea moderna de Cisterna, por donde  la Via Appia entra en las marismas Pontinas, en un punto donde el camino moderno de Ninfa y Norba diverge hacia el norte-este, y donde aún existen unas ruinas (Grotte di Nottola). Cuentan que tomó su nombre de las tres tiendas que se encontraban en este descanso del camino: el almacén general, la herrería y el refresco de la casa.

 

 

“Los hermanos de Roma, que habían sido informados de nuestra llegada, nos salieron al encuentro en el Foro Apio y Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y recobró el ánimo.”[12]

Continuando en la Via Appia, Pablo cruzó la llanura baja que rodea la ciudad. La llanura estaba salpicada de villas, casas y jardines. “En las cercanías (junto a la piedra miliaria 42), se encontraba la casa de Séneca.”[13]

 

 

Siguen camino a Roma, pasando por el MONTE ALBANO (MONTE CAVO), llamado también Vulcano Laziale, la cumbre más alta de las colinas de Alban que los latinos consideraban sagrada. Su nombre proviene de Cabum, un asentamiento ítalo existente en esta montaña.

 

MONTE CAVO

Allí estaba desde la antigüedad el santuario de Júpiter Latialis: un santuario federal de gran importancia, donde se reunieron y conocieron las diferentes comunidades que reconocieron un templo común, que no pertenece a una ciudad en particular. El templo del Monte Albano, que fue reconstruida en piedra por Tarquino el Soberbio hacia el final del siglo VI a.C, fue un centro religioso muy importante. Por desgracia, casi nada queda hoy del templo de Júpiter: la toba surgió durante las excavaciones de 1929, sin embargo, sacó a la luz de la Vía Sacra, perfectamente conservada durante un largo tramo.

  Santuario de Júpiter Latialis

Por el camino, todavía hoy, se pueden observar las PIEDRAS PENTAGONALES DE BASALTO sobre las que pasó San Pablo.

 

ECCE ROMA!!!

A partir de aquí comienza la última etapa del viaje. Atravesando la campiña romana, en lo alto de un montículo, divisa la gran ciudad de Roma que se extiende a sus pies: ECCE ROMA!!!

 

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[1] Benedicto XVI, Audiencia general, Miércoles 2 de julio de 2008
[2]  Hch 21,27-36
[3] Hch, 23,12
[4] Hch 23, 15-16
[5] Hch 25, 11-12
[6] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, n 271
[7] Hch 27, 1
[8]  Hch 27,24
[9] Hch 28, 14
[10] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, n. 225
[11] Josef Holzner, San Pablo, heraldo de Cristo. Edit. Herder
[12] Hch 28,15
[13] Josef Holzner, San Pablo, heraldo de Cristo. Edit. Herder