Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: El estilo cristiano.

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

 Papa Francisco en Santa Marta

 El estilo cristiano (6 de marzo de 2014)

“El redescubrimiento de la fecundidad de una vida según el estilo cristiano es la propuesta del Papa Francisco para la Cuaresma. Habló de ello el jueves 6 de marzo durante la celebración de la misa en Santa Marta. Al comentar el pasaje del evangelio de Lucas (9, 22-25) propuesto por la liturgia, el Pontífice lo presentó como una reflexión relacionada con la narración del joven rico, que quería seguir a Jesús, ‘pero que después se alejó entristecido porque tenía mucho dinero y estaba muy apegado para renunciar a él’. Y Jesús también habló del ‘riesgo de tener tanto dinero’, terminando con un mensaje preciso: ‘No se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero’.

Al inicio de la Cuaresma, la Iglesia ‘nos hace leer, nos hace escuchar este mensaje’, dijo el Pontífice. Un mensaje que –afirmó– ‘podríamos titularlo el estilo cristiano: “Si alguien quiere seguirme, es decir, ser cristiano, ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Porque Él, Jesús, fue el primero en recorrer este camino’. El obispo de Roma volvió a proponer las palabras del evangelio de Lucas: ‘El Hijo del hombre tenía que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día’. Nosotros ‘no podemos pensar en la vida cristiana —especificó— fuera de este camino, de este camino que Él recorrió primero’. Es ‘el camino de la humildad, incluso de la humillación, de la negación de sí mismo’, porque ‘el estilo cristiano sin cruz no es de ninguna manera cristiano’, y ‘si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana’.

Asumir un estilo de vida cristiano significa, pues, ‘tomar la cruz con Jesús e ir adelante’. Cristo mismo nos mostró este estilo negándose a sí mismo. Él, aun siendo igual a Dios —observó el Pontífice—, no se glorió de ello, no lo consideró ‘un bien irrenunciable, sino que se humilló a sí mismo’ y se hizo ‘siervo por todos nosotros’.

Este es el estilo de vida que ‘nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino que lleva a negarse a sí mismo está hecho para dar vida; es lo contrario del camino del egoísmo’, es decir, ‘el que lleva a sentir apego a todos los bienes solo para sí’. En cambio, este es un camino ‘abierto a los demás, porque es el mismo que recorrió Jesús’. Por lo tanto, es un camino ‘de negación de sí para dar vida. El estilo cristiano está precisamente en este estilo de humildad, de docilidad, de mansedumbre. Quien quiera salvar su vida, la perderá. En el Evangelio, Jesús repite esta idea. Recordad cuando habla del grano de trigo: si esta semilla no muere, no puede dar fruto’ (cf. Jn 12, 24).

Se trata de un camino que hay que recorrer ‘con alegría, porque —explicó el Papa— Él mismo nos da la alegría. Seguir a Jesús es alegría’. Pero es necesario seguirlo con su estilo –insistió–, ‘y no con el estilo del mundo’, haciendo lo que cada uno puede: lo que importa es hacerlo ‘para dar vida a los demás, no para dar vida a uno mismo. Es el espíritu de generosidad’. Entonces, el camino a seguir es éste: ‘Humildad, servicio, ningún egoísmo, sin sentirse importante o adelantarse a los demás como una persona importante. ¡Soy cristiano…!’. Con este propósito, el Papa Francisco citó la imitación de Cristo, subrayando que ‘nos da un consejo bellísimo: ama nesciri et pro nihilo reputari, “ama pasar desapercibido y ser considerado una nulidad”‘. Es la humildad cristiana. Es lo que Jesús hizo antes’.

‘Pensemos en Jesús que está delante de nosotros —prosiguió—, que nos guía por ese camino. Ésta es nuestra alegría y ésta es nuestra fecundidad: ir con Jesús. Otras alegrías no son fecundas, piensan solamente, como dice el Señor, en ganar el mundo entero, pero al final se pierde y se arruina a sí mismo’.

Por eso, ‘al inicio de la Cuaresma —fue su invitación conclusiva— pidamos al Señor que nos enseñe este estilo cristiano de servicio, de alegría, de negación de nosotros mismos y de 

Alguien podría pensar que este mensaje, esta meditación, dada a la comunidad católica en tiempo de Cuaresma, no sirve, por ejemplo, para ahora mismo, que estamos en un tiempo que no es que, litúrgicamente corresponde a aquel.

Sin embargo, Jesucristo no se circunscribe a tiempos ordinarios o extraordinarios, a festividades o similares sino que el Hijo de Dios siempre lo es y todo su mensaje es válido para siempre y siempre es y resulta eficaz. Además, el tema de esta meditación, especialmente de ésta, no podemos decir que se limite, por ejemplo, a la Cuaresma. Y es que el cristiano, que dice serlo y sabe lo que eso significa, ha de tener un estilo de vida, un comportamiento, un ser, muy bien determinado y que siempre ha de estar viviéndolo.

El caso es que esto es bien sencillo. Lo que pasa es que en un tiempo como la Cuaresma, muy cercano el tiempo en el que recordamos la Pasión de nuestro Señor, hablar y predicar acerca de la cruz que cada uno debemos llevar es muy apropiado y es, digamos, lo propio de tal tiempo. Sin embargo, repetimos, el resto del año también debemos hacer lo mismo pues nuestras cruces no desaparecen como por ensalmo cuando llega Pentecostés. Es más, entonces, precisamente entonces, con la necesidad de llevar al mundo al mensaje de Cristo, las mismas son más que evidentes y, por qué no decirlo, necesarias.

Pues bien, el Papa Francisco, que también sabe de cruces, tiene más que claro cuál es el “estilo cristiano”. Quiere esto decir, para empezar, que el discípulo de Cristo ha de tener una forma particular de ser. No mejor ni peor que los demás en el sentido genérico pero sí muy especial y muy particular. Y llevarla a cabo como le corresponde sí le puede hacer mejor a los ojos de Dios.

El camino de la Cruz, el camino de la humildad y el camino de la humillación. Tales caminos, tales comportamientos son los propios de aquellos que nos decimos hermanos de Cristo; hermanos e imitadores (a más no es posible llegar) de Aquel que, queriéndonos más que a nada, se entregó hasta el extremo… de su Pasión.

Destaca, sobre todo, la Cruz. Dice el Santo Padre dos cosas importantes: sin cruz no hay estilo cristiano pero también que sin la cruz al estilo de Cristo tampoco lo hay. Es decir, no hay estilo cristiano si la cruz que decimos llevar no se relaciona directamente con Cristo. Sólo así Él nos aliviará y nos ayudará a llevarla. Sólo así.

Bien. Tenemos una cruz (que cada cual piense al respecto) o varias. Entonces… ¿ya basta? No. La que tenemos debemos ponerla en marcha o, lo que es lo mismo, cargar con ella e ir en pos de Cristo que, en esto también es primogénito, va delante de nosotros hacia su Calvario que también es el nuestro.

Muchos, seguramente, pensarán que una tal forma de pensar es un tanto masoquista y que lo mejor es dejar la cruz a un lado del camino e ir más ligero sin ella. Sin embargo, tal forma de llevar a cabo una vida que se quiera tener por una que lo sea de un hermano de Cristo dista mucho de poder ser así entendida. Hay cruz y negarla no es hacer que desaparezca sino, seguramente, hacer mucho para que la misma aumente su peso.

¡Ah! No se nos debe olvidar que seguir a Cristo, cruz incluida, no se puede hacer de forma taciturna sino con alegría. ¿Puede haber mayor alegría y gozo que saber que, tras Jesús, vamos al definitivo Reino de Dios donde no se puede entrar si no nos damos cuenta de cómo debemos entrar?

Y, además, ser los últimos y saber serlo; pasar desapercibidos por el hombre pero no por Dios, que ve en lo secreto de nuestro corazón.

Así se es cristiano, tal es el estilo de ser discípulo de Aquel que dejó que su sangre regara la tierra de Vida eterna.

 

Eleuterio Fernández Guzmán