El próximo día 8 de febrero, a iniciativa de las Uniones Internacionales de los Superiores y Superioras Generales

La jornada se enmarca en las acciones que se están llevando a cabo a lo largo del Año dedicado a la Vida Consagrada.

En esa fecha del 8 de febrero la Iglesia celebra la memoria litúrgica de Santa Giuseppina Bakhita, religiosa africana nacida en Sudán en 1869 y fallecida en Italia en 1947. La religiosa había sido comprada en calidad de esclava por un diplomático italiano, Callisto Legnani, con el propósito de devolverle la libertad. Cuando Legnani debió regresar a su país, Bakhita decidió acompañarlo, y llegando a Génova, fue transferida a la localidad de Zianigo, al servicio de la familia Michielo. Con posterioridad pasó a la Congregación de Hijas de La Caridad de Santa Magdalena de Canossa (Canossianas) de Venecia, donde recibió los primeros sacramentos del catecumenado, el 9 de enero de 1890, y fue bautizada con el nombre de Josefina, y el 8 de diciembre de 1896, ingresó a las Hermanas Canossianas, tomando como nombre religioso, el de Sor Josefina.

Josefina Bakhita destacó no sólo por su piedad y su amor a Cristo y la Eucaristía, sino también por su servicio social por los más pobres y desamparados, por lo que fue llamada La Madre Moretta (la madre morena). Murió en el convento canossiano de Schio, en 1947, a la edad de 78 años, y sus restos incorruptos fueron sepultados bajo el altar de la iglesia de dicho convento. Fue beatificada en 1992 y canonizada en Roma por el Papa Juan Pablo II en octubre del 2000. El ejemplo de su vida fue usado por el Papa Benedicto XVI en la encíclica Spe salvi para hablar de esperanza.

El Papa Francisco, que en diversas ocasiones se ha pronunciado sobre las nuevas formas de esclavitud y ha dedicado a este importante tema el Mensaje de la pasada Jornada Mundial por la Paz, ha acogido benévolamente esta iniciativa. La Conferencia Episcopal Española (CEE) se suma a ella y contribuirá a sensibilizar a la opinión pública y a la comunidad eclesial sobre tan trágico fenómeno, que representa una de las plagas más dolorosas de nuestro tiempo.

(Archidiócesis de Santiago de Compostela)