ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 08 de febrero de 2015

La frase del día 8

"Todo es don de Dios. Y sólo reconociendo esta dependencia vital del Creador, encontraremos libertad y paz".
Benedicto XVI

 


El papa Francisco

El Papa anima a luchar contra la trata de personas
En el ángelus de este domingo 8, recordó que existen hombres, mujeres y niños esclavizados, abusados como instrumento de trabajo o de placer y torturados y mutilados

'Los enfermos, una vía privilegiada para servir a Cristo'
El Papa explica que Fiel a la enseñanza de Jesús la Iglesia asiste a los enfermos como parte de su misión. El sufrimiento despierta interrogantes que da la fe y no la ciencia. El miércoles 11 es la Jornada Mundial del Enfermo

Francisco visita otra parroquia romana
Invitó a dejar que Jesús cure las heridas del alma. Es la décima que visita en la diócesis de Roma. Encontró allí a un grupo de refugiados e inmigrantes latinoamericanos

Texto completo de las palabras del papa Francisco en el ángelus
Domingo 8 de febrero de 2014

Rome Reports

Los secretos de la tumba de San Pedro en un nuevo libro (VIDEO)

Tres hermanas mexicanas viajan con su tía de 80 años para conocer al Papa (VIDEO)

Espiritualidad

Beato Leopoldo de Alpandeire - 9 de febrero
«El virtuoso capuchino, santo limosnero, conquistó incontables almas para Cristo haciendo de su misión un campo abonado para que germinase el bien en los corazones afligidos. En todos infundió su excelsa devoción por la Virgen María»

¡Quien reza cantando, reza dos veces!
Catequesis para toda la familia

La globalización de la solidaridad
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona


El papa Francisco


El Papa anima a luchar contra la trata de personas
En el ángelus de este domingo 8, recordó que existen hombres, mujeres y niños esclavizados, abusados como instrumento de trabajo o de placer y torturados y mutilados

Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) - En un domingo de sol después de una semana de frío y lluvioso invierno, el santo padre Francisco después de rezar la oración del ángelus ante una plaza de San Pedro repleta de fieles, turistas y peregrinos recordó que hoy se celebra la Jornada de oración y de reflexión contra la trata de personas.

“Queridos hermanos y hermanas, hoy memoria litúrgica de santa Giuseppina Bakhita, la monja de Sudán que desde que era niña tuvo la dramática experiencia de ser víctima de la trata, la Unión de los superiores y superioras de los institutos religiosos han promovido la Jornada de oración y de reflexión contra la trata de las personas” dijo.

Y añadió: “Animo a proseguir a todos los que están empeñados a ayudar a los hombres, mujeres y niños esclavizados, abusados como instrumento de trabajo o de placer, y frecuentemente torturados y mutilados”.

“Deseo que todos aquellos que tienen responsabilidad de gobierno --prosiguió el Santo Padre-- a que se ocupen con decisión para eliminar las causas de esta vergonzosa herida. Es verdad, es una herida indigna de una sociedad civilizada”.

E invitó a “cada uno de nosotros a sentirse empeñado para ser voz de estos nuestros hermanos y hermanas, humillados en su dignidad”. Y concluyó indicando: “Recemos todos juntos a la Virgen, por ellos y por sus familiares”. (Ave María...)

Leer los testimonios de personas víctimas: 'Para entender la trata de personas: mirar, escuchar y abrazar a las víctimas'

"Enciende una luz contra la trata", una invitación a nivel global en la primera jornada

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'Los enfermos, una vía privilegiada para servir a Cristo'
El Papa explica que Fiel a la enseñanza de Jesús la Iglesia asiste a los enfermos como parte de su misión. El sufrimiento despierta interrogantes que da la fe y no la ciencia. El miércoles 11 es la Jornada Mundial del Enfermo

Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) -  El papa Francisco, recordando el evangelio de este domingo --en el que Jesús después de haber predicado el sábado en la sinagoga, cura a tantos enfermos-- invitó a reflexionar sobre el sentido y el valor de la enfermedad.

Sobre este tema recordó el próximo miércoles 11 de febrero, memoria litúrgica de la bienaventurada Virgen María de Lourdes se celebra la Jornada Mundial del Enfermo.

“Bendigo a las iniciativas -dijo el Papa- preparadas para esta jornada, en particular la vigilia que se realizará en Roma durante la noche del 10 de febrero.

El santo Padre ha querido recordar a quien inició esta Jornada: “Aquí me detengo para recordar al presidente del Pontificio Consejo (de los Operadores Sanitarios), para los enfermos, para la salud, Mons. Zimowski, que se encuentra muy enfermo en Polonia. Una oración por él, por su salud, porque ha sido él quien ha preparado esta Jornada, y nos acompaña desde su sufrimiento en esta Jornada”. dijo

El Pontífice explica que “la obra salvadora de Cristo, no se agota con su persona durante su vida terrena; ésta prosigue mediante la Iglesia, sacramento del amor y de la ternura de Dios hacia los hombres”. Y que “al enviar en misión a sus discípulos, Jesús les confiere una doble misión: anunciar el Evangelio de la salvación y sanar a los enfermos”. Es por este motivo, y fiel a esta enseñanza, prosigue el Santo Padre, “la Iglesia siempre ha considerado la asistencia a los enfermos como parte integrante de su misión”.

El Papa recuerda también que Jesús advierte: “Los pobres y los que sufren, los tendrán siempre” y que por ello “la Iglesia continuamente les encuentra en la calle, considerando a las personas enfermas como una vía privilegiada para encontrar a Cristo, para acogerlo y servirlo”, porque “curar a un enfermo, acogerlo y servirlo es servir a Cristo; el enfermo es la carne de Cristo”.

“Esto sucede --aseguró Francisco-- en nuestro tiempo, cuando a pesar de las diversas adquisiciones de la ciencia, el sufrimiento interior y físico de las personas despierta fuertes interrogantes sobre el sentido de la enfermedad y del dolor, y sobre el porqué de la muerte”.

Estas preguntas a las cuales la ciencia no puede dar respuesta, “son preguntas existenciales a las cuales la acción pastoral de la Iglesia debe responder a la luz de la fe, teniendo delante de los ojos al Crucifico, en el cual aparece todo el misterio de salvación de Dios padre, que por amor de los hombres no escatimó a su propio Hijo”.

“Por lo tanto --precisa el Papa-- cada uno de nosotros está llamado a llevar la luz del evangelio y la fuerza de la gracia a quienes sufren y a todos aquellos que los asisten, familiares, médicos, enfermeros, para que el servicio al enfermo sea realizado cada vez con más humanidad, con dedicación generosa, con amor evangélico, y con ternura”.

Y concluyó indicando que debemos rezar “a María, Salud de los Enfermos, para que cada persona en la enfermedad pueda experimentar, gracias a la solicitud de quien está a su lado, la potencia del amor de Dios y el confort de su ternura materna”.

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Francisco visita otra parroquia romana
Invitó a dejar que Jesús cure las heridas del alma. Es la décima que visita en la diócesis de Roma. Encontró allí a un grupo de refugiados e inmigrantes latinoamericanos

Por H. Sergio Mora

ROMA, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco realizó este domingo por la tarde una visita en la parroquia romana de San Miguel Arcángel, al noreste de la ciudad, en el barrio Pietra Lata. Es la novena que visita el Obispo de Roma, aunque en realidad son 10 porque ha visitado privadamente además un pesebre en una parroquia de su ciudad.

“Hay que acostumbrarse a llevar un evangelio, a leer la palabra de Jesús y acostumbrarse a entender qué es lo que el Señor me dice a mi”, dijo el Papa en la homilía. 

E invitó a "dejarse curar por Jesús, porque todos nosotros tenemos heridas espirituales, pecados, enemistades” como las personas a las que no saludamos, indicó. Y todo esto tiene que ser curado, dijo. Añadió que el diablo por una estupidez hace un mundo y después las enemistades se prolongan durante años. Y que Jesús puede curar porque expulsa al diablo.

Invitó a hacer un propósito pequeño: “Leer cada día un párrafo del evangelio” y a “dejarnos curar las heridas del alma que tenemos”.   

Antes de llegar hubo un fuera de programa: el Santo Padre visitó un campo gitano que está en este barrio. Al llegar a la parroquia encontró también a un grupo de 'sin techo', muchos de los cuales inmigrantes del norte de África, a quienes les regaló bolsas de dormir. Encontró además a otro grupo de inmigrantes, estos provenientes de América Latina, con quienes rezó en español el Padre Nuestro y conversó, despertando gran entusiasmo.

El Papa tuvo durante la visita, incluso un encuentro con los scouts de la parroquia, que días antes se encargaron de adornarla con banderines blancos y amarillos. Durante el mismo se registró mucha animación y a los jóvenes el Santo Padre les indicó de manera divertida, la necesidad de ir a misa todos los domingos para encontrar a Jesús. Además quiso confesar a cinco feligreses, saludó a los enfermos y a las familias con niños apenas bautizados, y a los niños del catecismo. Claramente estuvo con los sacerdotes que trabajan alli, y con los catequistas y laicos comprometidos.

Entre otras cosas, al dirigirse a un grupo de feligreses que frecuentan los cursos prematrimoniales les recordó que se puede pelear entre marido y mujer, pero no es posible acabar el día sin antes haber hecho paz, al menos con un pequeño gesto.

El párroco Aristide, confió que la noticia llegó de manera imprevista a tal punto que muchos parroquianos pensaban que se trataba de una broma. Y definió a esta parroquia 'muy romana' como una 'vanguardia de esperanza' hacia tanta gente que se acerca para tener su asistencia.

Nacida en 1938, la parroquia cuenta con una población poco homogénea, porque tuvo gente que llegó de los campos, a la que se sumaron los desalojados por la construcción de Vía de la Conciliación, además de los sobrevivientes de los edificios destruidos durante la II Guerra Mundial. El 25 de diciembre de 1963 se registró la visita de Pablo VI, que celebró la misa de Navidad. También es importante el trabajo que realizan allí los salesianos, que tienen un instituto importante a pocos kilómetros de la parroquia.

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Texto completo de las palabras del papa Francisco en el ángelus
Domingo 8 de febrero de 2014

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco rezó este domingo desde la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro, la oración del ángelus, delante de miles de fieles y peregrinos. A continuación las palabras que el Papa dijo antes y después de la oración mariana. 

«Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús que, después de haber predicado el sábado en la sinagoga, cura a tantos enfermos. Predicar y sanar: esta es la actividad principal de Jesús en su vida pública. Con la predicación él anuncia el Reino de Dios y con las curaciones demuestra que el mismo está cerca, está en medio de nosotros.

Cuando entra en la casa de Simón Pedro, Jesús ve que su suegra está en cama con fiebre; en seguida la toma por la mano, la cura y la hace levantar.

Después del ocaso, cuando ha terminado el sábado, la gente puede salir y llevarle a los enfermos, cura a una multitud de personas afligidas por enfermedades de todo tipo: físicas, psíquicas y espirituales. Jesús que vino en la tierra para anunciar y realizar la salvación de todo el hombre y de todos los hombres, él demuestra una particular predilección por aquellos que están heridos en el cuerpo y en el espíritu: los pobres, los pecadores, los endemoniados, los enfermos, los marginados. Él así se revela médico, sea de las almas que de los cuerpos, buen samaritano del hombre, es el verdadero salvador. Jesús salva; Jesús cura; Jesús sana.

Esta realidad, la curación de los enfermos por parte de Cristo nos invita a reflexionar sobre el sentido y el valor de la enfermedad. Sobre este tema nos invita también la Jornada Mundial del Enfermo, que celebraremos el próximo miércoles 11 de febrero, memoria litúrgica de la bienaventurada Virgen María de Lourdes.

Bendigo a las iniciativas preparadas para esta jornada, en particular la vigilia que se realizará en Roma durante la noche del 10 de febrero.

Aquí me detengo para recordar al presidente del Pontificio Consejo (de los Operadores Sanitarios, para los enfermos, para la salud, Mons. Zimowski, que se encuentra muy enfermo en Polonia. Una oración por él, por su salud, porque ha sido él quien ha preparado esta Jornada, y nos acompaña desde su sufrimiento en esta Jornada. Una oración por Mons. Zimowski.

La obra salvadora de Cristo, no se agota con su persona durante su vida terrena; ésta prosigue mediante la Iglesia, sacramento del amor y de la ternura de Dios hacia los hombres.

Al enviar en misión a sus discípulos, Jesús les confiere una doble misión: anunciar el Evangelio de la salvación y sanar a los enfermos. Fiel a esta enseñanza, la Iglesia siempre ha considerado la asistencia a los enfermos como parte integrante de su misión.

“Los pobres y los que sufren, los tendrán siempre”, advierte Jesús. Y la Iglesia continuamente les encuentra en la calle, considerando a las personas enfermas como una vía privilegiada para encontrar a Cristo, para acogerlo y servirlo.

Curar a un enfermo, acogerlo y servirlo es servir a Cristo, el enfermo es la carne de Cristo.

Esto sucede en nuestro tiempo, cuando a pesar de las diversas adquisiciones de la ciencia, el sufrimiento interior y físico de las personas despierta fuertes interrogantes sobre el sentido de la enfermedad y del dolor, y sobre el porqué de la muerte.

Son preguntas existenciales a las cuales la acción pastoral de la Iglesia debe responder a la luz de la fe, teniendo delante de los ojos al Crucifico, en el cual aparece todo el misterio de salvación de Dios padre, que por amor de los hombres no escatimó a su propio Hijo.

Por lo tanto cada uno de nosotros está llamado a llevar la luz del evangelio y la fuerza de la gracia a quienes sufren y a todos aquellos que los asisten, familiares, médicos, enfermeros, para que el servicio al enfermo sea realizado cada vez con más humanidad, con dedicación generosa, con amor evangélico, y con ternura.

La Iglesia Madre, a través de nuestras manos acaricias nuestros sufrimientos y cura nuestras heridas, y lo hace con ternura de madre.

Recemos a María, Salud de los Enfermos, para que cada persona en la enfermedad pueda experimentar, gracias a la solicitud de quien está a su lado, la potencia del amor de Dios y el confort de su ternura materna».

A continuación el Pontífice rezó el ángelus. Y después dirigió las siguientes palabras:

«Queridos hermanos y hermanas, hoy memoria litúrgica de santa Giuseppina Bakhita -la monja de Sudán que desde que era niña tuvo la dramática experiencia de ser víctima de la trata-, la Unión de los superiores y superioras de los institutos religiosos han promovido la Jornada de oración y de reflexión contra la trata de las personas.

Animo a proseguir, a todos los que están empeñados a ayudar a los hombres, mujeres y niños esclavizados, abusadosomo instrumento de trabajo o de placer, y frecuentemente torturados y mutilados.

“Deseo que todos aquellos que tienen responsabilidad de gobierno a que se ocupen con decisión para eliminar las causas de esta vergonzosa herida. Es verdad, es una herida indigna de una sociedad civilizada.

E invitó a “cada uno de nosotros a sentirse empeñado para ser voz de estos nuestros hermanos y hermanas, humillados en su dignidad. Recemos todos juntos a la Virgen, por ellos y por sus familiares”. (Ave María...)

Saludo a todos los peregrinos presentes, a las familias y grupos parroquales, a las asociacione. En aprticular a los fieles de Caravaca de la Cruz (España), de Anagni, Marcon, Quartirolo y Corato; y a los coros de la arquidiócesis de Modena-Nonantola, y a los jóvenes de Buccinasco.

A todos les desdeo un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mí. Y 'buon pranzo' y 'arrivederci'».

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Rome Reports


Los secretos de la tumba de San Pedro en un nuevo libro (VIDEO)

Por Rome Reports

ROMA, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) - "La tumba y su memoria” recopila una serie de artículos publicados en L'Osservatore Romano. Para ver el vídeo hacer click aquí

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Tres hermanas mexicanas viajan con su tía de 80 años para conocer al Papa (VIDEO)

Por Rome Reports

ROMA, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Lo primero que metieron en la maleta fue a su patrona: la Guadalupana.
Para ver el vídeo hacer click aquí 

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Espiritualidad


Beato Leopoldo de Alpandeire - 9 de febrero
«El virtuoso capuchino, santo limosnero, conquistó incontables almas para Cristo haciendo de su misión un campo abonado para que germinase el bien en los corazones afligidos. En todos infundió su excelsa devoción por la Virgen María»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) - ¡Cuántos integrantes de la vida santa han alcanzado la gloria sin notoriedad alguna! Incontables. En un mundo, como el nuestro, abocado al éxito, fama y oropeles de diverso calado, la existencia de personas como este beato no viene sino a corroborar la futilidad de los títulos humanos. Éstos fenecen casi a la par que lo hace cada uno, salvo contadas excepciones, en las que existe una cierta perdurabilidad de la trayectoria de alguien concreto por razones históricas, literarias, etc. En cambio, la perennidad en la memoria de todos de quienes tuvieron como único objeto de su vida a Dios es inextinguible. La sencillez y la humildad, su existir en la sombra, por así decir, en estos casos se tornan en una luminaria que no se apaga nunca. Es resultado de algo tan simple, y a la par tan poco valorado, como sobrenaturalizar la misión que cada uno haya recibido, por modesta que sea, y acogerla gozosamente creyendo que es enviada por Dios, una aceptación, como es sabido, que presupone un completo desasimiento.

Leopoldo de Alpandeire Sánchez Márquez (su nombre de pila era Francisco Tomás), nació el 24 de junio de 1864 en Alpandeire, Málaga, España. Era el primogénito de cuatro hermanos. Sus padres trabajaban en el campo, labores en las que él se empleó en cuanto tuvo edad para ello. A esta ocupación dedicó treinta y cinco años de su vida, dejando un reguero de caridad en las personas que halló a su paso. Alimento, escasas pertenencias y dinero, el poco que tenía, salían de su zurrón y bolsillos a costa de mermarlo a su familia y a sí mismo, con tal de asistir a cualquiera que consideraba más pobre que él. Compasión, generosidad, penitencia y misericordia, junto con su amor a la Eucaristía y admirable devoción mariana, fueron algunas de sus muchas virtudes. Adolecía de formación, pero tenía la sabiduría adquirida con su oración, que es lo que cuenta, y su gran corazón era incomparable con cualquier enseñanza académica.

A la bella localidad de Ronda llegaron los capuchinos para celebrar la beatificación de fray Diego José de Cádiz. Y el recogimiento y la fuerza con la que hablaban de Dios fue todo un descubrimiento para él: «Yo quiero ser un fraile como éstos», se dijo. Le costó la admisión cuatro años de espera por diversos contratiempos humanos ajenos a su voluntad; mientras, perseveraba en su empeño. En medio, ante las dudas por la falta de respuesta, incluso pensó en el matrimonio, pero siempre sin desistir de su vocación que no ocultó a la joven. Finalmente, en 1899 un sacerdote al que confió la situación que le impedía convertirse en religioso intervino en el asunto, solventándolo. El 16 de noviembre de ese año ingresó en Sevilla. Allí le dieron el nombre de Leopoldo, reconociendo después que esa elección «le había caído como un jarro de agua fría». Este comentario era una nimiedad porque desde el primer instante, labrando la huerta, como se le encomendó, llevó una vida edificante, y así lo constataron sus hermanos de comunidad que vieron en él un fraile humilde, obediente, discreto, fiel a la regla, lleno de fervor.

Fue hortelano sucesivamente en Antequera y Granada, último destino. En éste se le confiaron las misiones de sacristán y limosnero. Inclinado a la contemplación, tomó la labor de pedir limosna como signo de la voluntad divina. Y con esta disponibilidad salió a la calle en la que fue dejando el poso de su admirable virtud. Su convicción: «Dios da para todos», sintetiza su quehacer apostólico y el espíritu orante con el que sobrenaturalizó esta misión ejercida durante medio siglo, incluso en situaciones de grave intolerancia. En incontables ocasiones, el precio de una modesta limosna fue el insulto, el desaire, la violencia verbal y física. Comprensivo y paciente le decía a su compañero de camino: «Hermano, vamos pidiendo y tenemos que recibir de buen grado todo lo que nos den; lo bueno y lo malo». Si algún obrero lo tildaba de holgazán y le instaba a trabajar en lugar de pedir, respondía aplicándose en el tajo con tanta destreza que dejaba a todos atónitos. Era el momento de recordar que un fraile no era un vago, hablándoles a continuación del amor de Dios que se extiende sobre todos. Las gentes que ya lo conocían y estimaban, tras haber sido apedreado le libraron de la muerte.

Este prudente limosnero solo aceptaba las dádivas que consideraba justas, las que no menoscababan las posibilidades del donante. Siempre entregaba a otros parte de su limosna, como hacía en conventos de religiosas, y no rivalizaba con los pobres, a los que dejaba la vía abierta para mendigar si se cruzaba con ellos. En el ejercicio de su misión logró convertir a muchos, medió por los débiles, evitó injusticias. Contrarrestaba las blasfemias prorrumpiendo en alabanzas. Era especialmente querido por los niños que salían a su encuentro llamándole «Fray Nipordo». Muchos buscaban sus palabras de consuelo y él rezaba con profunda devoción tres avemarías, que atemperaban las preocupaciones de los que acudían a él, seguros de que la divina Providencia les ayudaría gracias a la bondad del religioso. Al juicio sobre debilidades de un hermano, replicaba con admirable piedad: «Es santo a su manera». Y si alguien protestaba, recordaba: «Para ganar el cielo hay que tragar mucha saliva».

Como la prensa local se hizo eco de sus bodas de oro, con peculiar gracejo manifestó a uno de los hermanos: «¡Qué jaqueca, hermano, nos hacemos religiosos para servir a Dios en la oscuridad y, ya ve, nos sacan hasta en los papeles!». Acogió de buen grado todas las contrariedades de la vida y los padecimientos que fueron llegando. A los 89 años mientras mendigaba se fracturó el fémur. Impedido para salir, pudo dedicarse por entero a la contemplación, recóndito anhelo que había pervivido en su corazón. Murió el 9 de febrero de 1956 dejando consternada a la ciudad que siempre vio en él a un santo. Fue beatificado el 12 de septiembre de 2010.

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¡Quien reza cantando, reza dos veces!
Catequesis para toda la familia

Por Redacción

MADRID, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) -  Por: Pablo Iranzo

Empezaré con una muy breve explicación del origen de los salmos.

El tesoro de la lírica religiosa del pueblo de Israel ha sido conservado en el salterio. El salterio debe su nombre a un instrumento de cuerda que acompañaba a los cantos (Psalterion), a los salmos. Desde el punto de vista literario, o mejor desde el punto estilístico, se distinguen tres grandes géneros: los himnos, las súplicas y las acciones de gracias. Por lo tanto, debido a su carácter, no sólo literario sino también musical, los salmos, en particular el responsorial, debería ser cantado siempre que sea posible.

El salmo responsorial, ya lo dice la palabra es aquel salmo que da respuesta, responde a algo. Ni más ni menos que a la palabra de Dios. Es la primera respuesta cantada de toda la asamblea unida a una sola voz.

Me preguntaba como remarcar la importancia del salmo responsorial y la respuesta puede estar en las líneas anteriores. Pero es curioso como las cosas importantes, en mi caso, muchas veces las descubro a través de los niños.

Sí, los mismos que en algunos momentos nos desesperan en la celebración eucarística con sus continuos movimientos y sonidos. Los niños durante la misa perciben el canto como alabanza, alegría y esto es en lo que consiste el salmo responsorial. Cabe destacar que los niños nos miran, nos observan para quedarse con nuestras reacciones frente a todo.

Por lo tanto si nosotros respondemos, ellos responden; si nosotros cantamos, ellos cantan. A mí me ayuda pensar que quien reza cantando, reza dos veces. Así pues, invito a cantar como dice el salmo 33: “Exultad justos en el Señor, de los santos es propia la alabanza”.

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La globalización de la solidaridad
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona

Por Cardenal Lluís Martínez Sistach

BARCELONA, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Un año más, al principio de febrero, "Manos Unidas" nos habla del problema del subdesarrollo y de una de sus manifestaciones, el problema del hambre en el mundo. El lema de esta campaña de 2015 hace hincapié en el protagonismo de cada ser humano como persona y como ciudadano. Dice así: "Luchamos contra la pobreza. ¿Te apuntas?"

Cuando los ciudadanos se implican y se comprometen se siembran gérmenes de esperanza que, tarde o temprano, darán el fruto esperado. Ciertamente, el futuro del mundo depende del compromiso de cada uno de los miembros de la humanidad.

Hoy se vive un proceso de globalización que los últimos años se va acelerando. Hay que decir, sin embargo, como nos recordó el papa Juan Pablo II, que hoy en día están globalizadas la economía y las finanzas pero no la solidaridad. La globalización económica no va acompañada de una globalización social suficiente. Tenemos un mundo cada vez más interconectado, más informado sobre lo que ocurre en todas partes, pero a pesar de ello esta interconexión desgraciadamente no comporta más solidaridad o no la comporta en la medida que haría posible la solución de los problemas del desarrollo, la falta de educación y las carencias en la alimentación y en la promoción de las mujeres.

La Iglesia ofrece una alternativa pidiendo el compromiso de todos para hacer realidad una globalización de la solidaridad. El papa Francisco, en la línea de sus antecesores –sobre todo Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI-, ha hecho una fuerte llamada a trabajar en la solución del problema del hambre en el mundo, sobre todo con ocasión de su visita a la sede romana de la FAO, el organismo de las Naciones Unidas dedicado a los problemas de la agricultura y la alimentación, y reiteró este llamamiento en su reciente visita al Parlamento Europeo, en Estrasburgo.

La doctrina social de la Iglesia da unos principios éticos fundamentales en los que debería basarse la globalización, como la solidaridad y la subsidiariedad. La Iglesia reitera la centralidad de la persona humana en la sociedad y su capacidad de buscar el bien y la justicia. Esto exige respetar las cosas que no pueden estar sometidas a la ley de la oferta y la demanda, empezando por el derecho a la vida, y a una vida digna.

La globalización no debe ser soportada como una fatalidad ni celebrada como una panacea. Es una evolución socioeconómica, política y cultural que debe ser orientada con el compromiso de todos, de modo que pueda aportar a la mayoría de personas y especialmente a las más pobres, los frutos de la justicia y de la solidaridad.

En esta línea trabaja esta ONG católica que es "Manos Unidas", y por ello, un año más, pido que pueda recibir el apoyo económico de las personas y las instituciones que sienten la responsabilidad de promover la solidaridad en favor de los derechos fundamentales de las personas.

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