“Una tragedia anunciada que pesa sobre nuestras conciencias”, así de rotundamente califica el centro Astalli (Centro italiano de Ayuda a los Refugiados de los Jesuitas), la última catástrofe vivida en Lampedusa en la que han muerto alrededor de 300 personas, a causa del hundimiento del bote en el que viajaban en el mar Mediterráneo, entre Libia y la isla italiana de Lampedusa.

El Servicio de Jesuitas para los Refugiados, JRS, asegura que esta estrategia es una prueba del fracaso del control de las fronteras de Europa. “No sólo los Estados europeos no han adoptado las medidas necesarias para salvar vidas en el Mediterráneo, sino que han interpuesto una serie de obstáculos “legales” que hacen que sea más difícil escapar para aquellos que huyen de los conflictos que se están intensificando en el Medio Oriente y en el norte de África”. Y puntualiza que estas muertes podrían evitarse si la UE pusiera en marcha un programa de búsqueda y rescate de la misma magnitud que la operación Mare Nostrum, y asegura que cuando ésta estaba activa, los inmigrantes eran rescatados con embarcaciones más grandes.

En cambio, añade el centro Astalli en su comunicado, la operación Tritón de la UE tiene un bajo nivel de equipamiento y se centra casi exclusivamente en el control de fronteras y la vigilancia de las costas europeas. Así, el director del JRS Italia, p. Camillo Ripamonti, Presidente del Centro Astalli, ha sicho que: “Una vez más aturdidos frente el horror, estamos pidiendo la inmediata creación de canales humanitarios seguros que impidan que los hombres y las mujeres que huyen de la guerra y de persecuciones, no arriesguen la vidas por confiar en contrabandistas de seres humanos. Lampedusa es ante todo tierra europea”.

“¿Dónde está nuestra solidaridad?” se pregunta el director del JRS Europa, p. Jean-Marie Carrière, “Estas son las fronteras de Europa y los estados miembros deberían de trabajar juntos para hacer frente a la crisis humanitaria en el Mediterráneo, con todos los medios posibles, Italia ha demostrado que es posible salvar vidas. Imaginemos lo que se podría conseguir si los 28 estados de la UE trabajasen juntos a favor de los refugiados”.

(MZ-RV)

Entre las cuatro embarcaciones que partieron de Libia para llegar a territorio europeo y que cobró la vida a más de 300 personas, se encuentra también la del domingo pasado, socorrida por la Guardia Costera italiana y que, lamentablemente, vio morir de frío a 29 jóvenes. Salvatore Caputo, enfermero de larga experiencia, voluntario del Cisom, el cuerpo de Socorro de la Orden de Malta que desde hace años está presente en Lampedusa, fue uno de los socorredores a bordo de las lanchas patrulleras que rescataron a los migrantes. La entrevista en Radio Vaticano es de Francesca Sabatinelli.

R.- Esta vez lamentablemente me tocó a mí contar los muertos. Lo viví directamente a bordo de la lancha. Partimos con la lancha y afrontamos 5 horas de navegación para llegar al lugar a cerca de 130 millas de la costa de Lampedusa, en el límite con las aguas líbicas. Eran dos lanchas y al final encontramos esta embarcación con 105 migrantes a bordo. Los primeros 60 los cargamos en nuestra lancha, los otros en la segunda. Partimos con condiciones verdaderamente prohibitivas. Durante la travesía, recorríamos poquísimas millas porque las condiciones meteorológicas marinas no consentían el poder viajar a velocidad elevada. Entre otras cosas, teniendo a estos migrantes a bordo no podías correr porque habrían advertido todavía más frío del que ya sentían. En el curso de la noche, después de haber distribuido mantas isotérmicas,  ofrecerles alimentos calientes y haber hecho todo lo posible, alguno no sobrevivió. El viaje de regreso duró cerca de 21-22 horas. Un apocalipsis.

Francamente nos asustamos, tuvimos miedo también nosotros. Nos encontrábamos en una situación verdaderamente triste, veíamos los chicos que continuaban a morir, uno después de otro. A turno, los hacíamos venir a al pequeñísimo puente tratando de darles un poco de reparo y un reposo al calor, pero ellos se amontonaban y en el concentrarse todos juntos, quien estaba más débil, sucumbía.

P.- Estos muchachos murieron por hipotermia, de frío…

R.- Sí, todos por hipotermia,  porque obviamente el agua entraba por todas partes, se mojaron. Se sacaron la ropa y se quedaron sólo con las mantas térmicas. Pero una manta térmica no resuelve el problema en mar abierto y en aquella condiciones.

Las víctimas eran muy jóvenes e incluso tres tenían entre 15 y 20 años. Eran subsaharianos, en su mayoría.

Algunos de mis colegas, sobre todo quienes están en sus primeras experiencias, están muy afligidos por este hecho. A lo mejor yo estoy más acostumbrado a estas cosas porque tantos años de primeros auxilios me han habituado un poco, pero lloré. Porque ver a muchachos de 20 años morir ante tus ojos y sentir aquella impotencia, hace mal. Verlos morir es algodeshumano. Es difícil de describir.

(MCM-RV)