ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 14 de febrero de 2015

La frase del día 14

“La Palabra de Dios es la luz verdadera que necesita el hombre” 
SS. Benedicto XVI

 


El papa Francisco

El Papa: El cardenalato es una dignidad pero no una distinción honorí­fica
Benedicto XVI ha participado en el Consistorio de creación de 20 nuevos cardenales

Discurso del Santo Padre en el Consistorio de la creación de cardenales
Francisco invita a dejarse guiar por el 'himno de la caridad' de San Pablo. 'Cuanto más incardinados estamos en la Iglesia que está en Roma, más dóciles tenemos que ser al Espíritu'

Santa Sede

El cardenal Blázquez agradece al Papa su gesto de confianza
El presidente de los obispos españoles manifiesta su compromiso por defender a los pobres y discriminados

Cardenal Lacunza: '¡No me lo creo todavía!'
El nuevo cardenal de Panamá invita a vivir la fe de forma que haga más creíble el Evangelio

El colegio cardenalicio tiene ahora 227 miembros
125 son electores y 102 no electores

Mirada al mundo

España: En 2015 circularán 30 millones de sellos con la imagen de santa Teresa
Con motivo del V Centenario del Nacimiento de la mística abulense, Correos de España dedica a la doctora de la Iglesia una de las mayores tiradas de estampillas de la historia

Rome Reports

Francisco a los nuevos cardenales: No es una condecoración, sois puntos de apoyo (Vídeo)
Pidió que rechacen toda injusticia, "también la que pudiera ser ventajosa para él o la Iglesia

José Luis Lacunza ya es el primer cardenal de la historia de Panamá (Vídeo)
En la basílica de San Pedro, ante el presidente Juan Carlos Varela

Los nuevos cardenales reciben la birreta púrpura de manos del Papa (Vídeo)
Francisco ha creado 20 nuevos cardenales, 15 de ellos electores

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San Claudio de la Colombière - 15 de febrero
«Este insigne apóstol del Sagrado Corazón de Jesús venció su inicial aversión por la vida religiosa convirtiéndose en jesuita. Fue confesor de santa Margarita María de Alacoque. Perseguido y acusado injustamente, murió en el destierro»


El papa Francisco


El Papa: El cardenalato es una dignidad pero no una distinción honorí­fica
Benedicto XVI ha participado en el Consistorio de creación de 20 nuevos cardenales

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 14 de febrero de 2015 (Zenit.org) - La Iglesia católica ya cuenta con 20 nuevos cardenales.  Esta mañana, en la Basílica de San Pedro, se ha celebrado un Consistorio Ordinario Público para la creación de 20 nuevos cardenales, en la que el santo padre Francisco ha impuesto la birreta, ha entregado el anillo y asignado el Título o Diaconía a cada uno de los nuevos purpurados.

Presente en la Basílica ha estado Benedicto XVI, como también hizo en el Consistorio del año pasado. El papa emérito ha podido saludar personalmente a algunos de sus hermanos cardenales. Asimismo, el Santo Padre se ha acercado hasta él para saludarlo con afecto.

Al iniciar el Consistorio, el prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, Dominique Mamberti, primero entre los nuevos cardenales, ha dirigido unas palabras de agradecimiento al Papa en nombre de todos los nuevos purpurados.

Tras la lectura del Evangelio, el Papa ha iniciado su discurso recordado que “el cardenalato ciertamente es una dignidad, pero no una distinción honorífica”. El mismo nombre de cardenal, ha explicado, lleva a pensar en “un punto de apoyo y un eje esencial para la vida de la comunidad”.

De este modo, el Santo Padre ha afirmado que en la Iglesia, “toda presidencia proviene de la caridad, se desarrolla en la caridad y tiene como fin la caridad”. Por eso, el Papa ha indicado que el “himno a la caridad” de la primera carta de san Pablo a los Corintios, “puede servir de pauta para esta celebración y para vuestro ministerio, especialmente para los que desde este momento entran a formar parte del Colegio Cardenalicio”.

De este modo, el Papa ha repasado estas características de la caridad. Magmánima, benevolente, no tiene envidia, no presume, no se engríe, no es mal educada ni egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia sino que goza con la verdad, disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

Magnanimidad es, en cierto sentido, sinónimo de catolicidad: “es saber amar sin límites, pero al mismo tiempo con fidelidad a las situaciones particulares y con gestos concretos”, ha explicado. Asimismo ha recordado que hay que “amar lo que es grande, sin descuidar lo que es pequeño”. Por otro parte, “la benevolencia es la intención firme y constante de querer el bien, siempre y para todos, incluso para los que no nos aman”.

El apóstol dice también que la cariad no tiene envidia, no presume, no se engríe. “Esto es realmente un milagro de la caridad”, porque todos “tendemos a la envidia y al orgullo a causa de nuestra naturaleza herida por el pecado”, ha explicado el Papa. Y tampoco las dignidades eclesiásticas están inmunes a esta tentación, ha recordado. Precisamente por eso “puede resaltar todavía más en nosotros la fuerza divina de la caridad, que transforma el corazón, de modo que ya no eres tú el que vive, sino que Cristo vive en ti”, ha añadido el Santo Padre.

La caridad no es mal educada ni egoísta. Francisco ha explicado que estos dos rasgos revelan que quien vive en la caridad está des-centrado de sí mismo. La caridad --ha añadido-- te des-centra y te pone en el verdadero centro, que es sólo Cristo.

La caridad, dice Pablo, no se irrita; no lleva cuentas del mal. El Pontífice ha advertido que “al pastor que vive en contacto con la gente no le faltan ocasiones para enojarse”. Por eso les ha recordado que la caridad “nos libra del peligro de reaccionar impulsivamente, de decir y hacer cosas que no están bien” y sobre todo “del peligro mortal de la ira acumulada”. Esto no es aceptable --ha subrayado-- en un hombre de Iglesia.

La caridad no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Al respecto, el Santo Padre ha reconocido que el que está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia “debe tener un fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia”. Además, el hombre de Dios "está fascinado por la verdad y la encuentra plenamente en la Palabra y en la Carne de Jesucristo”.

Por último, la caridad disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. En estas cuatro palabras el Papa ha afirmado que hay “todo un programa de vida espiritual y pastoral”. El amor de Cristo --ha proseguido-- nos hace personas “capaces de perdonar siempre”, “de dar siempre confianza”, “de infundir siempre esperanza”, “que saben soportar con paciencia toda situación”.

Para concluir, el Papa ha indicado que “todo esto no viene de nosotros, sino de Dios.” Por tanto, “así es como tenemos que ser: incardinados y dóciles”. A propósito, Francisco ha afirmado que “cuanto más incardinados estamos en la Iglesia que está en Roma, más dóciles tenemos que ser al Espíritu, para que la caridad pueda dar forma y sentido a todo lo que somos y hacemos”.

A continuación, el Santo Padre ha leído la fórmula de creación y ha proclamado solemnemente los nombre de los nuevos cardenales, anunciando la orden presbiteral o diaconal. El Rito ha proseguido con la profesión de fe de los nuevos cardenales y el juramento de fidelidad y obediencia al papa Francisco y sus sucesores. Después, los nuevos cardenales, según el orden de creación, se han arrodillado frente al Papa que les ha impuesto la birreta cardenalicia, les ha entregado el anillo y les ha asignado una iglesia de Roma como signo de participación en el cuidado pastoral del Papa en Roma. Después ha entregado la Bolla de creación cardenalicia y de asignación del Título o de la Diaconía. Y con cada uno de ellos, se ha intercambiado el abrazo de paz.

Entre los nuevos cardenales creados esta mañana, no ha estado presente en la Basílica --por razones de edad -- José de Jesús Pimiento Rodríguez, arzobispo emérito de Manizales (Colombia).



 

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Discurso del Santo Padre en el Consistorio de la creación de cardenales
Francisco invita a dejarse guiar por el 'himno de la caridad' de San Pablo. 'Cuanto más incardinados estamos en la Iglesia que está en Roma, más dóciles tenemos que ser al Espíritu'

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 14 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Queridos hermanos cardenales

El cardenalato ciertamente es una dignidad, pero no una distinción honorífica. Ya el mismo nombre de «cardenal», que remite a la palabra latina «cardo - quicio», nos lleva a pensar, no en algo accesorio o decorativo, como una condecoración, sino en un perno, un punto de apoyo y un eje esencial para la vida de la comunidad. Sois «quicios» y estáis incardinados en la Iglesia de Roma, que «preside toda la comunidad de la caridad» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 13; cf. Ign. Ant., Ad Rom., Prólogo).

En la Iglesia, toda presidencia proviene de la caridad, se desarrolla en la caridad y tiene como fin la caridad. La Iglesia que está en Roma tiene también en esto un papel ejemplar: al igual que ella preside en la caridad, toda Iglesia particular, en su ámbito, está llamada a presidir en la caridad.

Por eso creo que el «himno a la caridad», de la primera carta de san Pablo a los Corintios, puede servir de pauta para esta celebración y para vuestro ministerio, especialmente para los que desde este momento entran a formar parte del Colegio Cardenalicio. Será bueno que todos, yo en primer lugar y vosotros conmigo, nos dejemos guiar por las palabras inspiradas del apóstol Pablo, en particular aquellas con las que describe las características de la caridad. Que María nuestra Madre nos ayude en esta escucha. Ella dio al mundo a Aquel que es «el camino más excelente» (cf. 1 Co 12,31): Jesús, caridad encarnada; que nos ayude a acoger esta Palabra y a seguir siempre este camino. Que nos ayude con su actitud humilde y tierna de madre, porque la caridad, don de Dios, crece donde hay humildad y ternura.

En primer lugar, san Pablo nos dice que la caridad es «magnánima» y «benevolente». Cuanto más crece la responsabilidad en el servicio de la Iglesia, tanto más hay que ensanchar el corazón, dilatarlo según la medida del Corazón de Cristo. La magnanimidad es, en cierto sentido, sinónimo de catolicidad: es saber amar sin límites, pero al mismo tiempo con fidelidad a las situaciones particulares y con gestos concretos. Amar lo que es grande, sin descuidar lo que es pequeño; amar las cosas pequeñas en el horizonte de las grandes, porque «non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo divinum est». Saber amar con gestos de bondad. La benevolencia es la intención firme y constante de querer el bien, siempre y para todos, incluso para los que no nos aman.

A continuación, el apóstol dice que la caridad «no tiene envidia; no presume; no se engríe». Esto es realmente un milagro de la caridad, porque los seres humanos –todos, y en todas las etapas de la vida– tendemos a la envidia y al orgullo a causa de nuestra naturaleza herida por el pecado. Tampoco las dignidades eclesiásticas están inmunes a esta tentación. Pero precisamente por eso, queridos hermanos, puede resaltar todavía más en nosotros la fuerza divina de la caridad, que transforma el corazón, de modo que ya no eres tú el que vive, sino que Cristo vive en ti. Y Jesús es todo amor.

Además, la caridad «no es mal educada ni egoísta». Estos dos rasgos revelan que quien vive en la caridad está des-centrado de sí mismo. El que está auto-centrado carece de respeto, y muchas veces ni siquiera lo advierte, porque el «respeto» es la capacidad de tener en cuenta al otro, su dignidad, su condición, sus necesidades. El que está auto-centrado busca inevitablemente su propio interés, y cree que esto es normal, casi un deber. Este «interés» puede estar cubierto de nobles apariencias, pero en el fondo se trata siempre de «interés personal». En cambio, la caridad te des-centra y te pone en el verdadero centro, que es sólo Cristo. Entonces sí, serás una persona respetuosa y preocupada por el bien de los demás.

La caridad, dice Pablo, «no se irrita; no lleva cuentas del mal». Al pastor que vive en contacto con la gente no le faltan ocasiones para enojarse. Y tal vez entre nosotros, hermanos sacerdotes, que tenemos menos disculpa, el peligro de enojarnos sea mayor. También de esto es la caridad, y sólo ella, la que nos libra. Nos libra del peligro de reaccionar impulsivamente, de decir y hacer cosas que no están bien; y sobre todo nos libra del peligro mortal de la ira acumulada, «alimentada» dentro de ti, que te hace llevar cuentas del mal recibido. No. Esto no es aceptable en un hombre de Iglesia. Aunque es posible entender un enfado momentáneo que pasa rápido, no así el rencor. Que Dios nos proteja y libre de ello.

La caridad, añade el Apóstol, «no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad». El que está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia debe tener un fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia. Al mismo tiempo, «goza con la verdad»: ¡Qué hermosa es esta expresión! El hombre de Dios es aquel que está fascinado por la verdad y la encuentra plenamente en la Palabra y en la Carne de Jesucristo. Él es la fuente inagotable de nuestra alegría. Que el Pueblo de Dios vea siempre en nosotros la firme denuncia de la injusticia y el servicio alegre de la verdad.

Por último, la caridad «disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites». Aquí hay, en cuatro palabras, todo un programa de vida espiritual y pastoral. El amor de Cristo, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, nos permite vivir así, ser así: personas capaces de perdonar siempre; de dar siempre confianza, porque estamos llenos de fe en Dios; capaces de infundir siempre esperanza, porque estamos llenos de esperanza en Dios; personas que saben soportar con paciencia toda situación y a todo hermano y hermana, en unión con Jesús, que llevó con amor el peso de todos nuestros pecados.

Queridos hermanos, todo esto no viene de nosotros, sino de Dios. Dios es amor y lleva a cabo todo esto si somos dóciles a la acción de su Santo Espíritu. Por tanto, así es como tenemos que ser: incardinados y dóciles. Cuanto más incardinados estamos en la Iglesia que está en Roma, más dóciles tenemos que ser al Espíritu, para que la caridad pueda dar forma y sentido a todo lo que somos y hacemos. Incardinados en la Iglesia que preside en la caridad, dóciles al Espíritu Santo que derrama en nuestros corazones el amor de Dios (cf. Rm 5,5). Que así sea.

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Santa Sede


El cardenal Blázquez agradece al Papa su gesto de confianza
El presidente de los obispos españoles manifiesta su compromiso por defender a los pobres y discriminados

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 14 de febrero de 2015 (Zenit.org) - España cuenta desde hoy con un nuevo cardenal. Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha sido creado cardenal esta mañana en la Basílica de San Pedro, donde ha recibido el birrete rojo y el anillo, símbolos de este servicio.

“Agradezco cordialmente el gesto de confianza que el Papa ha tenido”, y este gesto “se traduce en gratitud enorme y también en una disponibilidad mayor para colaborar con él, que es lo que significa ser cardenal”. Estas son sus primeras palabras durante una rueda de prensa celebrada en el Pontificio Colegio Español en Roma, al finalizar el Consistorio.

Allí mismo, el recién creado cardenal ha manifestado su compromiso por "defender a los pobres y a los que se sienten discriminados". Asimismo ha asegurado que el amor, la justicia, la fraternidad, la paz y la proximidad a las personas centrarán su trabajo.

El nuevo purpurado español ha reconocido que no le gusta la expresión "príncipes de la Iglesia" para designar a los cardenales porque, en su opinión, es de otro tiempo. Los cardenales no tienen que estar rodeados de boato, ha asegurado. “Tenemos que hacer nuestra vida diaria y a parte de las tareas que ya hacemos pues se suma esta”, ha afirmado el arzobispo de Valladolid.

Al ser interrogado sobre el problema de la pederastia, haciendo referencia a la reciente carta que el Santo Padre ha enviado a las Conferencias Episcopales sobre la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, el cardenal Blázquez ha asegurado "colaboración decidida" con la justicia ante los abusos sexuales recordando que con "pedir perdón no basta". Y así, ha precisado que "es necesario que los padres tengan la seguridad que sus hijos van a ser bien tratados en la Iglesia". "A veces esa especie de desconfianza se va difundiendo en el ambiente como una especie de aire que termina dañando mucho", ha añadido.

Sobre los retos que enfrenta actualmente la Conferencia Episcopal Española, ha observado que es necesaria una mejor formación cristiana ante la "complejidad de la vida". De este modo ha recordado que antes bastaba con la formación "en la familia, el trabajo de la parroquia y el trabajo también de la escuela" pero hoy eso "no es suficiente".

Finalmente, ha comentado también su experiencia al participar esta semana por primera vez en un Consistorio, en el que el colegio cardenalicio ha sido informado de los progresos en la reforma de la Curia. Su impresión es, ha asegurado, “que las cosas van adelante”. Además ha indicado que  muchos cardenales dieron las gracias al papa Francisco por haber asumido con gran consecuencia y con gran impulso que ejercita diariamente, “para que estas cuestiones que aparecieron en las Congregaciones Generales previas al Cónclave se encaucen”.


 

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Cardenal Lacunza: '¡No me lo creo todavía!'
El nuevo cardenal de Panamá invita a vivir la fe de forma que haga más creíble el Evangelio

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 14 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El Aula Pablo VI del Vaticano se ha convertido esta tarde en un espacio privilegiado en el que miles de fieles han podido ir a saludar y felicitar a los nuevos cardenales, creados por el Santo Padre en el Consistorio de esta misma mañana. Abrazos, cánticos tradicionales y banderas de todas las partes del mundo para dar la bienvenida a los nuevos purpurados. Entre ellos estaba José Luis Lacunza Maestrojuán, nacido en España pero sirviendo desde hace muchos años en la Iglesia de Panamá. Así, este obispo de David se convierte en el primer cardenal de Panamá.

Antes de comenzar a saludar a los fieles que hacían fila para darle la enhorabuena, ha comentado con los periodista allí presentes sus impresiones sobre la realidad de la Iglesia en su país y cómo se siente ante su nombramiento.

“Sé que tengo que estar ahí, al servicio del Papa y a lo que el Papa me pida. Aún no sé por dónde me va a pedir en concreto qué servicio. Porque en términos generales decimos que el cardenal es un asesor del Papa, pero normalmente eso se traduce en algunas actividades concretas que el Papa pide: participar en algún dicasterio, en algún tipo de trabajo pastoral… Eso aún no está designado”, ha explicado.

Ante una pregunta sobre la importancia en la Iglesia de América Latina de la beatificación de monseñor Romero, recientemente anunciada, el nuevo cardenal ha indicado que “creo que va a ser un momento cumbre de la vida de la Iglesia del Salvador y América Latina porque va a ser un reconocimiento de la vida pastoral de un hombre que se entregó al servicio de los pobres y que por eso, por entregarse al servicio de los pobres, fue matado vilmente. Creo que reconocer eso, que fue un mártir, que dio su vida por la fe, es un testimonio que nos puede ayudar a todos los latinoamericanos a tener más coraje para vivir y defender nuestra fe”.

Asimismo ha recordado que también hay sacerdotes y laicos, catequistas, delegados de la Palabra… “Mucha gente en América Latina y Centroamérica que ha muerto por defender o propagar su fe. Ojalá un día se pueda reconocer a todos", ha precisado. 

“No me lo creo todavía”, ha bromeado sobre su creación como cardenal. “No sé porqué el papa Francisco lo ha hecho, pero lo acepto porque él lo ha querido así y trataré de hacerlo lo mejor posible para ayudarle”. Hablando de los desafíos que tiene que afrontar la Iglesia en Panamá, el nuevo cardenal ha explicado que “son más o menos los mismos desafíos que tienen que afrontar en cualquier otro lugar”. El papa Francisco --ha observado--  está decidido a enrumbar la Iglesia por un estilo de vida más sencillo, más cercano, más accesible, más misericordioso y yo creo que eso nos reta a todos. “Tenemos que ser capaces de vivir nuestra fe con ese nuevo estilo que haga más creíble el Evangelio”, ha asegurado.

Finalmente, al ser interrogado sobre cómo va a las periferias la Iglesia de Panamá, el cardenal Lacunza ha señalado que en su diócesis cuenta con una población de más o menos cien mil indígenas.

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El colegio cardenalicio tiene ahora 227 miembros
125 son electores y 102 no electores

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 14 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El colegio cardenalicio, tras el Consistorio celebrado esta mañana en la Basílica de San Pedro, está compuesto ahora por 227 miembros, 125 electores y 102 no electores.

Los electores pueden elegir al Papa en futuro Cónclave y los no electores, no podrían votar por tener más de 80 años, pero sí ser elegidos.

De cardenales creados este sábado 14 de febrero, tan solo el prefecto de la Signatura Apostólica, Dominique Mamberti, tiene un cargo en la Curia Romana. El arzobispo de Tonga, monseñor Mafi, se convierte a sus 54 años en el miembro más joven del Colegio Cardenalicio.

El resto de nuevos purpurados son obispos de diócesis locales. Entre los nuevos cardenales electores están representados 14 países diferentes - teniendo en cuenta a los electores- y 18 -teniendo en cuenta a los no electores-.

Por continentes, entre los electores, hay cinco europeos, tres asiáticos, tres latinoamericanos, dos africanos y dos de Oceanía.    

En total, Europa cuenta con 118 cardenales (61 no electores y 57 electores), América Septentrional con 27 (9 no electores y 18 electores), América central con 8 (2 no electores y 6 electores), América Meridional con 26 (14 no electores y 12 electores), África con 21 (6 no electores y 15 electores), Asía con 22 (8 no electores y 14 electores) y Oceanía con 5 (2 no electores y 3 electores).

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Mirada al mundo


España: En 2015 circularán 30 millones de sellos con la imagen de santa Teresa
Con motivo del V Centenario del Nacimiento de la mística abulense, Correos de España dedica a la doctora de la Iglesia una de las mayores tiradas de estampillas de la historia

Por Redacción

MADRID, 14 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Correos de España ha dedicado a la conmemoración del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa (1515-2015) una de las mayores tiradas de sellos de su historia, con 30,3 millones de estampillas que llevarán por todo el mundo la imagen de la doctora de la Iglesia abulense.

El alcalde de Ávila, Miguel Ángel García Nieto; el Subsecretario de Fomento, Mario Garcés Sanagustín; y el presidente de Correos, Javier Cuesta Nuín, han presentado hace unos días la emisión filatélica "que pretende recordar la efemérides y dar a conocer aún más la figura y la obra singular de la fundadora de las Carmelitas Descalzas, sin olvidar el marco geográfico en el que desarrolla casi toda su vida: Ávila y su provincia".

El sello conjuga la escultura de la reformadora del Carmelo realizada por Bernini y que se puede ver en la iglesia de Santa María de la Victoria, de Roma, con el lienzo norte de la muralla de Ávila, ha informado el operador de servicio postal y paquetería en un comunicado.

Además, incluye el logotipo del V Centenario y también el de la ruta Huellas de Teresa, en referencia al itinerario puesto en marcha por las diecisiete localidades en las que la santa fundó conventos, así como la "ñ" de la Marca España.

No será la única iniciativa que llevará a cabo Correos con motivo de este aniversario, pues, según ha anunciado el presidente de la entidad, también se realizarán seis grabados relacionados con la santa a lo largo de su historia.

En concreto, se realizarán quinientas unidades de estos grabados que verán la luz "a principios de marzo", ha detallado, y que se convertirán en la segunda serie que haga Correos de este tipo, tras la dedicada a El Greco el año pasado.

Por su parte, el subsecretario del Ministerio de Fomento ha destacado que el hecho de ser santa Teresa "uno de los personajes más emblemáticos de la historia" se demostrará en la edición "premium" que editará Correos del sello, que incluirá el lema "Vivo sin vivir en mí".

"Ávila es Marca España y Santa Teresa también lo es", ha destacado Garcés. Asimismo, ha significado que si hoy la santa empleara los sellos para enviar las miles de cartas que escribió en su vida --han llegado hasta nuestros días unas cuatrocientas, pero se cree que escribió más de 10.000--, tendría que ser nombrada "cartera de honor" o "cartera honorífica".

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Rome Reports


Francisco a los nuevos cardenales: No es una condecoración, sois puntos de apoyo (Vídeo)
Pidió que rechacen toda injusticia, "también la que pudiera ser ventajosa para él o la Iglesia

Por Rome Reports

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José Luis Lacunza ya es el primer cardenal de la historia de Panamá (Vídeo)
En la basílica de San Pedro, ante el presidente Juan Carlos Varela

Por Rome Reports

CIUDAD DEL VATICANO, 14 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí

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Los nuevos cardenales reciben la birreta púrpura de manos del Papa (Vídeo)
Francisco ha creado 20 nuevos cardenales, 15 de ellos electores

Por Rome Reports

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San Claudio de la Colombière - 15 de febrero
«Este insigne apóstol del Sagrado Corazón de Jesús venció su inicial aversión por la vida religiosa convirtiéndose en jesuita. Fue confesor de santa Margarita María de Alacoque. Perseguido y acusado injustamente, murió en el destierro»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 14 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Nació el 2 de febrero de 1641 en Saint-Symphorien-d'Ozon, localidad francesa perteneciente a Lyon. Sus padres eran creyentes. En el ámbito familiar, elogiado por la piedad en la que estaba asentado, recibió una honda formación espiritual. Después, su excelente carácter le ayudaría en la vida religiosa, en la que no hizo más que incrementar las numerosas cualidades innatas que le adornaban. Y la oración haría que tocase el corazón de los demás con sus inteligentes y acertados consejos que dejaban traslucir su sed de unión con Dios, en tal grado que el mundo con todas sus vanidades y fútiles ofertas se desvanecía ante sus pies. Su único referente era Él. Con estos sentimientos que bullían en su espíritu convirtió a muchas personas y las alentó a esforzarse para amar el sendero de la cruz.

Podría pensarse que un alma de estas características por fuerza tenía que llegar a la vida religiosa, pero no fue así. Claudio sintió una inicial «aversión» por ella que logró vencer ingresando en 1658 en la Compañía de Jesús. En 1660 profesó y perdió a su madre, Margarita, quien le había dirigido una sentida petición que resultó ser a la vez profética: «Hijo mío, tú tienes que ser un santo religioso».

Completado su noviciado en Aviñón, y culminados sus estudios de filosofía, se dedicó a la enseñanza en el colegio Clermónt de París, punto neurálgico en esa época de la vida intelectual francesa. Pero las cualidades de Claudio traspasaron las fronteras a través de sus escritos y de sus acciones. Probablemente por ello, teniendo constancia fehaciente de su rigor intelectual, Colbert le confió la educación de sus hijos. Es conocida la inclinación del santo a las bellas artes como también los selectos amigos que admiraban su labor. Al respecto, es significativa la correspondencia que mantuvo con personas destacadas de la talla de Oliverio Patru, miembro de la Academia Francesa, uno de sus incondicionales seguidores.

Sus dotes oratorias se hicieron públicas durante la canonización de san Francisco de Sales, ya que fue designado para realizar su panegírico aunque todavía no era sacerdote. Sus palabras conmovieron a todos. Los sermones que pronunció después ante personas de distintas procedencias, entre las que se contaron algunos miembros relevantes de la realeza y de la cultura, son modélicos en todos los sentidos: fondo y forma; eran fruto de su reflexión a la luz de la oración.

Desde 1670 a 1674 dirigió la Congregación mariana. A finales de ese año fue admitido en profesión solemne. Había escrito: «¡Dios mío!, quiero hacerme santo entre Vos y yo». En el retiro preparatorio se sintió llamado a consagrarse al Sagrado Corazón. Entonces añadió otro voto de absoluta fidelidad a las reglas de la Compañía, voto que había vivido rigurosamente antes de profesar. Su obediencia fue paradigmática. Delicado y exquisito en su quehacer, todo reflejaba su reciedumbre espiritual. Abandonado en brazos de la confianza divina, compuso una hermosísima oración dedicada a ella. Este fragmento de su conocido «Acto de confianza» muestra su ardiente anhelo de permanecer unido a Dios por encima de sí: «Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en Ti y de que no puede faltar cosa alguna a quien de Ti las aguarda todas, que he determinado vivir en adelante sin ningún cuidado, descargándome en Ti de toda mi solicitud. Despójenme los hombres de los bienes y de la honra, prívenme las enfermedades de las fuerzas y medios de servirte, pierda yo por mi mismo la gracia pecando; que no por eso perderé la esperanza, antes la conservaré hasta el postrer suspiro de mi vida, y vanos serán los esfuerzos de todos los demonios del infierno para arrancármela, porque con vuestros auxilios me levantaré de la culpa…».Los 33 años de su vida le parecían el momento ideal para entregar su alma a Dios, pensando que a esa edad había sido crucificado Jesucristo. «Me parece, Señor, que ya es tiempo de que empiece a vivir en Ti y solo para Ti, pues a mi edad, Tú quisiste morir por mí en particular», anotó en su Diario. Pero no había llegado su hora.

En 1675 fue nombrado superior del colegio de Paray-le-Monial que contaba con escasísimos alumnos. En ese momento conoció a santa Margarita María de Alacoque que sufría la incomprensión de su confesor ante las revelaciones que recibía del Sagrado Corazón de Jesús. Ella, al oírle predicar a la comunidad de la Visitación, sintió que era la persona que Cristo ponía en su camino: «Mientras él nos hablaba –escribió–, oí en mi corazón estas palabras: ‘He aquí al que te he enviado’». Y venciendo su voluntad, que le instaba a no abrirle su corazón, le confió sus pesares. El religioso, conocedor de la violencia que se hizo a sí misma, la comprendió y orientó como solo saber hacer un santo, con toda caridad y delicadeza, siendo dador de paz. La atención dispensada a Margarita atrajo críticas surgidas, como siempre, de insensibilidades diversas. La realidad es que, al igual que ella, otros muchos hallaban en Colombière el sosiego que precisaban.

En 1676 se trasladó a Londres, donde predicó y convirtió a numerosos protestantes. Las controversias de la corona que implicaban a los católicos le salpicaron y sembraron el bulo de que se hallaba mezclado en un complot. Acusado y hecho prisionero, Luis XIV impidió que lo martirizaran y fue desterrado a Francia. Llegó en 1679 muy enfermo ya que en la cárcel se produjeron los primeros vómitos de sangre y no recibió la asistencia precisa. Buscando aires mejores para su salud, le enviaron a Lyon y dos años más tarde a Paray. Margarita, que había seguido con gran preocupación el proceso de su enfermedad, le hizo saber que allí moriría. Entonces Claudio, que pensaba partir a otro lugar más benigno, paralizó los preparativos del viaje. Y el 15 de febrero de 1682, contando con 41 años, entregó su alma a Dios. La santa supo por una revelación que se hallaba en la gloria y que no precisaba oraciones. Fue beatificado por Pío XI el 16 de junio de 1929, y canonizado por Juan Pablo II el 31 de mayo de 1992.

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