Gran éxito de Occidente en Irak, Libia, etc

Intervención de Occidente en país musulmán = Expansión del fundamentalismo islámico empieza a ser una ecuación de tanta fiabilidad como las matemáticas. Existe otra derivada igualmente “infalible": Intervención de Occidente en país musulmán= Persecución de cristianos.

Lo que acaba de ocurrir en Libia, donde esa marabunta rabiosa llamada Ejército Islámico acaba de decapitar a veintiún cristianos coptos de Egipto, es el último capítulo de esta novela de terror que empezó cuando a Occidente se le ocurrió intervenir en Irak. Por no decir que habría que remontarse a la creación del estado de Israel, que fue la manera en que Europa se quiso quitar de en medio la vergüenza de un genocidio perpretado por una nación, la alemana, con la complicidad del resto, que no hicieron nada, sin ir más lejos, para acabar con las líneas férreas que llegaban a los campos de concentración. Aunque el sionismo tradicional se opuso por razones religiosas -siguen esperando al Mesías que ya llegó- a la creación “humana” de la nación de Israel, la mayor parte de los judíos comprendieron que solo un estado propio fuertemente armado podía garantizar, hasta cierto punto, su supervivencia. No seré yo quien se lo reproche, dado el contexto histórico en que se produjo, pero eso se hizo a costa de introducir un factor de desestabilización en aquella región del mundo.

Estado de Israel aparte, en Oriente Medio y el Norte de África mantenía una especie de equilibrio entre estados islámicos -Irán, Arabia Saudí.etc- y estados de mayoría islámica pero con una clase gobernante laica -Egipto, Siria, Irak, etc-. A Occidente siempre le importó menos que nada el modelo de gobierno que hubiera en esos países. Por ejemplo, mientras Arabia Saudí exporte petróleo y sea, más o menos, aliado, lo mismo da que tenga una monarquía absoluta de carácter religioso, que haría palidecer en su absolutismo a cualquiera de las monarquías católicas de la Edad Media. Igualmente, mientras Saddam Hussein no fue considerado peligroso para los intereses occidentales, poco importó que se dedicara a masacrar kurdos con gas mostaza. Incluso un tipo tan peculiar como Gadafi, una vez que se calmó cuando Reagan le plantó dos misilazos en su lugar de residencia, pasó de ser el enemigo público nº1 de Occidente, debido al atentado contra el avión de la Pan am, a recibir los abrazos de presidentes de gobierno europeos, José María Aznar incluido.

Todo este equilibro en el alambre se fue a hacer gárgaras cuando a Saddam Hussein le dio por invadir Kuwait. Aquello puso los pelos de punta a las monarquías del Golfo Pérsico y a Occidente, pues se temió que ese fuera el primer paso de un expansionismo iraquí que podría poner en peligro el mercado del petróleo mundial. Años antes había tenido lugar una guerra entre Irak e Irán que no importó a nadie salvo a los propios interesados.

La primera invasión de Irak por parte de una fuerza multinacional -en la que EE.UU ponía la mayor parte de las tropas y, lógicamente, la dirección militar y política- dejó las cosas en un status quo más o menos estable. Saddam vio debilitado su poder, pero se mantuvo al frente de su país. Sin embargo, con la excusa del supuesto uso de armas de destrucción masiva que nadie logró luego encontrar, Occidente se embarcó en una segunda campaña en Irak que acabó con el régimen del tirano baazista. Y justo entonces empezó la pesadilla para los cristianos de ese país

En medio de todo ese jaleo apareció el fenómeno del terrorismo yihadista de Al Qaeda. No debemos olvidar que los famosos talibanes de Afganistán habían sido armados militarmente por EE.UU para combatir la invasión de la antigua Unión Soviética. No tienen ustedes más que ver cómo se presenta a los talibanes en la película Rambo III, de Sylvester Stallone. En ella aparecen como musulmanes piadosos, buenos yernos con los que se puede tomar un te a las 5 de la tarde. Que de esa gente partiera el mayor ataque terrorista que ha sufrido EE.UU no deja de ser una de esas ironías de la historia. Israel también tiene su propia movida paralela, pues Hamás fue en parte una creación de la inteligencia israelita para debilitar el poder de la OLP y Arafat. Y ya saben ustedes en qué se convirtió luego.

En esas andábamos cuando apareció la famosa primavera árabe. Que no sabemos si ha sido una verdadera primavera para los musulmanes -me da que no-, pero desde luego se convirtió en una pesadilla para los cristianos que viven en esos países. Occidente pensó que podía “democratizar” las dictaduras laicistas. A cambio se encontró con el triunfo en las urnas, o por las armas, del fundamentalismo islámico. Túnez, menos, y Libia, se desestabilizaron por completo. Y Egipto ha estado en un tris de convertirse en un régimen islámico simliar al iraní. El ejército no lo permitió. La penúltima pieza en caer ha sido Siria, que lleva años inmersa en una guerra civil en la que Occidente cometió la estupidez de armar a los opositores al régimen -similiar al que había antes en Irak-, que luego han sido dominados por el fundamentalistmo musulmán. Y para completar la jugada, apareció de la nada el Ejército Islámico, que está a punto de hacer saltar en pedazos Irak y que ha ocupado el lugar de Al Qaeda en Libia, Siria y otros países.

Sería injusto decir que los cristianos son las únicas víctimas de este espectacular embrollo. Los musulmanes moderados son también objetivo de los fundamentalistas. Y hay otras minorías religiosas que sufren igualmente las consecuencias. Pero no hay más que ver los cristianos que habían en Irak hace 20 años y los que hay ahora, o cuál es la situación de los cristianos en Siria antes del confñicto civil y cuál es la actual, para llegar a la conclusión de que la actividad político-militar de Occidente ha proporcionado la cuchilla de la guillotina con la que los fundamentalistas islámicos están decapitando cristianos.

Occidente es esa civlización apóstata que ha renunciado a sus raíces cristianas para entregarse en manos de una serie de valores perversos -aborto, Sodoma y Gomorra en todas su variantes, ideología de género, cultura de la muerte, etc-, y que se escandaliza cuando unos terroristas musulmanes matan a unas pocas decenas de personas en Europa mientras mira para otro lado cuando las víctimas son cristianos en los países de mayoría islámica. Occidente pretende que la bestia yihadista va a quedarse de brazos cruzados mientras nuestros “humoristas” se dedican a pintar a Mahoma como si fuera un cerdo o una moñiga de vaca. El Occidente que “sacraliza” la blasfemia y concibe fenómenos como el de las Femen, cree que tiene fuerza moral para combatir a quienes sacralizan la guerra santa contra el “infiel". 

Basta con leer los periódicos occidentales para comprender que en nuestra “civilización” se da mucha más relevancia al último atentado ocurrido en Dinamarca, con dos muertos, que a la decapitación de vientiún coptos egipcios en Libia. ¿Cuánto más vale un ciudadano de Copenaghue que un pobre cristiano de Egipto o de Siria? ¿Veinte por uno?, ¿diez mil por uno?

Entre los países europeos, solo España tiene “experiencia” en sufrir muchos atentados seguidos. Aquí fue la serpiente de ETA, que lleva años escondida pero que en su fase más activa llegaba a perpetrar varios atentados a la semana. Es harto probable que Europa se enfrente a algo parecido por parte de los fundamentalistas islámicos que ha incubado en su seno en las últimas décadas. Si alguien pensaba que nos íbamos a librar de esa peste, está equivocado. Se acabó eso de ver a los cristianos decapitados solo por la televisión. Los vamos a ver en nuestras calles, en nuestros barrios, en nuestras ciudades. Aunque la mayor parte de los musulmanes que han emigrado a nuestros países son gente de lo más normal, basta con que unos pocos miles quieran hacernos la vida imposible para que Europa se convierta en un infierno en los próximos meses y años. Si pensamos que vamos a combatirles, e incluso derrotarles, dándonos golpes en el pecho en defensa de la libertad de expresión -para agredir a su religión- y saliendo a la calle a manifestarnos, es que no sabemos de qué va de verdad esta vaina.

¿Y la Iglesia? Pues aparte de lanzar el típico mensaje buenista inter-religioso que no vale para nada, lo cierto es que mientras vemos como el cielo se vuelve a llenar de mártires, nosotros estamos discutiendo si traicionar o no las enseñanzas de Cristo sobre el matrimonio y el adulterio. Conmovedor, ¿no les parece?

 

Luis Fernando Pérez Bustamante