Don Carlos Osoro en La Razón

Mons. Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, tuvo a bien asistir ayer al diario La Razón para dar una conferencia y luego responder a las preguntas de los presentes. Como suele ocurrir en estos casos, los mayores titulares suelen salir precisamente del tiempo dedicado a la tertulia posterior a la conferencia.

En todo caso, me reconocerán ustedes que don Carlos jugaba a favor de obra. Y si no, vean la primera pregunta que le hizo Cloria Lomana, directora de informativos de Antena 3:

- Muchos piensan que usted es el mejor discípulo del Papa en España. Tienen manifestaciones muy singulares en común, como una vida austera: ha vivido varios meses en un hogar de ancianos, ha visitado de forma discreta cárceles… Incluso ha suspendido esa concentración que se celebraba en Madrid donde miles de ciudadanos se manifestaban contra los gobiernos de turno. Se le reconoce una buena mano para estos nuevos tiempos. ¿Cuál es esa política y gestos que tiene que hacer la Iglesia para acercarla más a los fieles?

Conmovedor, ¿no creen? ciertamente no acabo de entender qué tiene que ver la suspensión del acto de Colón a favor de la familia con ser el mejor discípulo del Papa, pero en todo caso al arzobispo le debió gustar que desde la derecha mediática de este país se esté comprando también la idea de que él es el Francisco de la Iglesia en España. En eso coincide Antena 3 y Religión Digital. 

Por otra parte, don Carlos respondió adecuadamente diciendo que aunque él admira mucho al Papa, no es discípulo suyo sino de Jesucristo. Y respecto a lo de Colón, explicó que ha querido convertir ese día en algo propio de su archidiócesis. De hecho, y esto lo añado yo, son bastantes los obispo españoles que pensaban que el acto que tenía lugar cada año en esa plaza madrileña debía de suspenderse para ser celebrado en cada una de las diócesis de este país. 

Cuando Mons. Osoro dijo que él es obispo de todos, doña Carmen cogió el testigo y le preguntó:

Entre esos «todos» está uno de los políticos emergentes, Pablo Iglesias, líder de Podemos, que acaba de decir en «Vanity Fair» que está en la misma barricada que Francisco. ¿Cómo lo ve? ¿Qué le parece que el Papa despierte esa admiración en un sector anticlerical?

Confieso que me preocupa algo -no mucho, no vayan a creer-, que ese personaje totalitario de izquierdas llamado Pablo Iglesias diga que el Papa está en su misma barricada. Confieso también que es cuano menos lamativo que el sector anticlerical de la sociedad admire al Santo Padre. Pero, seamos claros, no es ni la primera ni la última vez que la izquierda radical quiere apropiarse de una figura religiosa. Lo han hecho con Jesucristo, al que han llegado a llamar comunista, así que no tiene nada de particular que lo hagan con Francisco.

A toda esa gente de izquierda -ojo,también a no pocos de derecha- les gusta el hecho de que el Papa condene los excesos del sistema económico liberal capitalista. También les agrada que el discurso del Pontífice sobre la inmigración se acerque al de ellos. Incluso ven bien que el Santo Padre muestre indicios de haber asumido bastantes reivindicaciones del movimiento ecologista.

La cosa cambia, y mucho, cuando se trata de hablar del derecho a la vida y la familia. Ahí las coincidencias se acaban, pero damos por hecho que ni siquiera Pablo Iglesias pretende que el Papa se convierta en un proabortista y defensor de las tesis del lobby gay. 

Javier Ferrari, presidente de Onda Cero, hizo varias preguntas al arzobispo de Madrid. Me centro en dos:

- Desde el PSOE hasta Podemos, toda la izquierda, hoy fragmentada, lleva meses diciendo que se cargará la relación entre la Iglesia y el Estado, el concordato. ¿Hay preocupación en la Conferencia Episcopal sobre lo que puede hacer la izquierda o será, como Alfonso Guerra, que luego era más cristiano que todos juntos?

- Tendría preocupación si volviésemos a las cuevas de mi tierra, a Altamira. Hoy, todos los países del mundo tienen algún acuerdo con la Iglesia excepto muy pocos, como los musulmanes. Es absurdo decir eso. Se dicen tantas cosas inviables… En el fondo, es lo que he dicho antes. Hay tres tipos de sociedades. Y nadie quiere volver en España a una sociedad dogmática. Ha habido una serie de gente que ha hecho tremendos esfuerzos para estar donde hoy estamos. E incluso para poder mejorar.

- Existe la dictadura de lo políticamente correcto…

No creo que vaya por ahí. Muchísimos jóvenes piensan más en una sociedad ética que en una tecnocrática o dogmática. No tengo ningún miedo.

No sé muy bien qué quiere decir el arzobispo con lo de que España era antes una sociedad dogmática. ¿Se refiere a la España del régimen de Franco, cuando el catolicismo era la religión de estado y el dogma católico prentendía -otra cosa es que lo hiciera- impregnarlo todo?

Parece, en todo caso, que a Mons. Osoro no le gusta el dogmatismo. Pero la realidad es que hemos pasado de tener un país en el que, entre otras cosas, era dogma de fe la indisolubilidad del matrimonio y el derecho a la vida de todo inocente desde su concepción hasta la muerte natural, a tener un país donde es dogma civil que cualquiera puede romper su matrimonio sin más excusa que la mera voluntad y donde el matar al hijo no nacido es un derecho. Proponer una sociedad ética está muy bien, pero ¿quién marca los límites de una ética común? Una ética sin Dios, y no digo que el arzobiso la proponga, sabemos muy bien a dónde nos lleva.

En su turno de preguntas, el director de la Razón, Francisco Marhuenda, abordó la situación de la Iglesia en España y el aborto:

- Es cierto que ha existido un anticlericalismo desde el siglo XIX. Usted, que ha estado en varias diócesis, ¿cómo ve la salud de la Iglesia y del camino que lleva España? ¿Van encarrilados o desviados?

- La salud de la Iglesia está mejor que nunca. Porque nuestro Señor nos acompaña. Se la puede ver como una sociedad más en crisis, en problemas, en la que alguno de sus miembros armamos un escándalo… pero es la lectura de la mediocridad, de la gente que no sabe que la pertenencia eclesial no es como apuntarse a un club; es un regalo que viene de Dios, no para guardárnoslo, sino para donarlo a los demás. El anticlericalismo viene de muy atrás, y ha sido azuzado y alimentado a veces –por qué no decirlo– por nosotros mismos: a veces queremos copar decisiones que no son de nuestra competencia. La competencia es que la luz del Evangelio llegue a todos los hombres, y que les haga ver otras cosas. El verdadero maestro es el que da la mano a otro para que vea lo que él o incluso ver más. Ojalá pongamos la luz del Evangelio en la vida de la gente. Es una luz que no destruye, no esclaviza, no rompe. Quita cadenas, nos une a todos, nos da capacidad de perdonar.

- Hay un tema que produce desazón a católicos, cristianos, creyentes y gentes de bien: el aborto. España es un país que desgraciadamente es campeón del mundo en este terreno. ¿Qué hay que hacer para resolver este tema y para que llegue al ánimo de todos?

- El drama más grande de nuestro tiempo y de la humanidad es el aborto. ¿Qué podemos hacer? En la medida en que un hombre conoce la Vida, con mayúscula, que es Jesucristo, es que ni piensa en eso. Cuando tienes a nuestro Señor, valoras lo que es la vida y descubres que el dueño de la vida no eres tú, sino Dios. Y lo mismo que te regala la existencia, te regala el cuidado de la existencia. Por eso, la adhesión a Jesucristo no es secundaria. Cuando nace el cristianismo y sale del solar de Palestina a otros contextos, se mataba a los niños. La vida no valía nada. Y cuando hay gente que se toma la licencia de decidir lo que es la vida, está asumiendo un papel de muerte. No de vida. Anunciar a Jesucristo es mi pasión, y voy seguir haciéndolo. Él mismo se define como el camino, la verdad y la vida.

No me gusta ni poco ni mucho el que un arzobispo diga que algo habrá hecho la Iglesia para que haya anticlericalismo. Este es un país que ha regado el cielo con la sangre de sus mártires, fruto del odio anticlerical. Es evidente que la Iglesia no ha sido perfecta nunca. Pero ¿cuándo ha querido copar nada en los últimos 40 años? Y lo que “copó” antes, ¿fue tan malo como quieren hacernos creer? ¿en serio alguien cree que la sociedad hoy es más sana que la que había, sin ir más lejos, en los años 50 y 60 del siglo pasado? ¿está la institución familiar más firme ahora? ¿lo está el derecho a vivir? No se trata de abonar nostalgias estériles. No se trata de abogar por un regreso a un confesionalismo que hoy sería rechazado hasta por la inmensa mayoría de los católicos. Pero mucho menos podemos dar la razón a los que siempre verán a la Iglesia como un enemigo, quizás el más “poderoso", para imponer un modelo de sociedad que tiene mucho más que ver con la apostasía que con los valores evangélicos.

Por orta parte, voy a ser claro. Pienso que ni por un casual la Iglesia en España está mejor que nunca. Ni lo está a nivel de práctica religiosa -que alguna importancia debe de tener-, ni lo está a nivel de influencia político-social -la menor en toda su historia-. Nunca antes el evangelio, y sus principios, había pintado menos en nuestras leyes, en nuestros valores como sociedad. Es más, aunque la Iglesia está llevando a cabo una labor de asistencia social impagable, ¿se puede decir que está teniendo un éxito, siquiera moderado, en su papel evangelizador?

Una de las actividades más dignas de alabanza de Mons. Carlos Osoro en su etapa como arzobispo de Valencia, y que seguramente realizará también en Madrid, fue su acercamiento a los jóvenes. Pero, a menos que sea un titán de la predicación que atraiga multitudes, por mucho que un obispo quiera, el alcance de ese tipo de encuentros es limitado. El gran drama de la Iglesia en este país, no señalado ni por don Carlos ni por ningún otro obispo, es que alrededor de un 30-35 por ciento de los niños y jóvenes pasan por escuelas nonimalmente católicas y salen de las mismas con una mentalidad casi calcada a la de los que han pasado por la escuela pública. ¿Cómo va a gozar de buena salud una Iglesia que permite que pasen por sus colegios millones de niños a los que no cristianiza medianamente bien?

Dice don Carlos, y dice bien que el drama más grande de nuestro tiempo es el aborto. Pues bien, monseñor, ¿cómo va a gozar de buena salud la Iglesia si no hay ni un solo partido político en el Parlamento que no sea abortista? Siendo que en las Cortes está representada la soberanía popular, ¿dónde está la influencia real de la propuesta de la Iglesia de defender la vida de los más inocentes? ¿en serio pensamos que el catolicismo de este país no tiene culpa alguna de que dicha defensa tenga que hacerse desde solo determinados movimientos cívicos, que además suelen ser aconfesionales? Y si hablamos de la familia, ¿no podemos decir lo mismo?

¿Dónde se han formado los católicos que desarrollan su labor en el ámbito político? ¿quién les ha dicho que hay principios a los que no deben renunciar jamás si no quieren poner en peligro su almas? ¿no hay nadie que le diga a un católico que no puede ser ministro de un gobierno abiertamente abortista y que admite la depravación de la institución familiar? Porque no se trata, estimado pastor, de que la Iglesia IMPONGA sus tesis en esas materias. A estas alturas eso es ya impensable. Se trata al menos de que haya alguien que las defienda en el Parlamento. Salvo algún verso suelto que no pinta nada, nadie lo hace.

Dice Mons. Carlos Osoro que su pasión ha sido y será anunciar a Jesucristo con pasión. Que Dios le ilumine en esa tarea. Que Dios haga que dé frutos ese anuncio.

 

Luis Fernando Pérez Bustamante