Dentro de la VIII Semana diocesana de Familia y Vida, Mons. Celso Morga, el arzobispo coadjutor de Mérida- Badajoz, ofreció una ponencia sobre la acogida de la vida en la familia, en la que desgranó la doctrina de la Iglesia al respecto.

-Su conferencia se tituló “La acogida de la vida”, ¿podría ofrecernos las claves principales del mismo?

–La conferencia se iniciaba sobre el mensaje de la Iglesia que debe desligarse de la negación y la prohibición. Hay que partir siempre del mensaje de Jesús. Entender de forma positiva por qué la Iglesia defiende y acoge la vida. No se trata de prohibiciones y vetos. Después, en la segunda parte, la más importante, me remontaba a los evangelios, al mensaje de Jesús y citaba la Encíclica de San Juan Pablo II del Evangelio de la Vida. Por último hablaba de la actualidad, tenemos esta cultura de no acoger, seleccionar, ir por el camino más fácil, el descarte, si hay algún problema… La conferencia culminaba con qué podemos hacer.

-¿Y qué podemos hacer como cristianos?

–Siempre con un estilo positivo, sin condenar, como dice el papa Francisco, hay que hacerse cargo de las dificultades que puede tener una madre a la hora de acoger a un hijo: de tipo económico, afectivo… Se trata de llevar a la práctica, que sea cultura e historia, este mensaje de acogida a la vida. Sin condenar, sin perder la paciencia y que el mensaje de la vida se abra paso en la sociedad de hoy. Cité varias veces la Relatio Sinodis del último Sínodo Extraordinario sobre la familia. Ahí dice expresamente que no se trata de condenar. El pecado es siempre pecado como dice el concilio en la Gaudium et Spes; pero se trata de distinguir entre el pecado y las personas. Saber ayudarles. En esa Relatio Sinodis hay una invitación a ser generosos en este ámbito, se valora también la adopción como una opción para las familias cristianas que puedan, aunque tengan hijos propios. Es un apostolado familiar muy bonito para ayudar a otras familias.

-¿Cuáles son los retos de la Iglesia extremeña?

–Estoy aterrizando, los aterrizajes tienen que ser suaves. Estoy conociendo a los sacerdotes, que son los primeros colaboradores del obispo. Los problemas de Extremadura son los mismos de la Iglesia en occidente. Vivimos en una sociedad muy consumista, no miramos al cielo, no miramos a las realidades eternas, nos ha tocado vivir en este periodo de la historia y tenemos que convivir con esta cultura y aquí nos tenemos que desenvolver como cristianos. Me preocupa, y lo comparto con los otros obispos extremeños, la falta de vocaciones, porque, aparte de que el ministerio sacerdotal es importante en la Iglesia, la falta de vocaciones es signo de una realidad más profunda, la falta de fe en las familias.

(Iglesia en Coria-Cáceres)