El Papa Francisco recibió este lunes a los obispos de Bosnia Herzegovina, en visita ad Limina, y les pidió que no ahorrasen energía a la hora de ayudar a los más débiles y pobres, y que apoyen a los que quieran continuar en la patria, evitando agrandar la fila de los migrantes.

En el discurso que les entregó al final de la audiencia el Santo Padre, que dentro de poco visitará Sarajevo, pone de manifiesto ”la caridad, la atención y la cercanía de la Iglesia de Roma” con los que son ”herederos de tantos mártires y confesores que a lo largo de la historia, atormentada y secular de ese país, han conservado viva la fe” y asegura que junto a los obispos ”reza por todos sus habitantes y por aquellos que, a consecuencia de los no lejanos conflictos bélicos, del desempleo y de la falta de perspectivas ,se han visto obligados a refugiarse en el extranjero”.

”La emigración -escribe- es justamente una de las realidades sociales que les interesa más. Atañe a la dificultad del retorno de muchos de vuestros paisanos, a la falta de fuentes de empleo, a la inestabilidad de las familias, a la laceración afectiva y social de comunidades enteras, a la precariedad operativa de varias parroquias, a la memoria todavía viva del conflicto, tanto en ámbito personal como comunitario, y a las heridas del alma que todavía duelen. Sé muy bien que en su corazón de pastores, todo ello suscita amargura y preocupación. El Papa y la Iglesia están con ustedes con la oración y el apoyo efectivo de sus programas en favor de los que viven en vuestros territorios, sin distinción alguna. Les animo, por tanto, a no ahorrar energías para sostener a los débiles, ayudar – en la manera que os sea posible – a los que tienen el deseo legítimo y honesto de permanecer en su tierra natal, hacer frente al hambre espiritual de los que creen en los valores indelebles, nacidos del Evangelio, que a lo largo de los siglos han alimentado la vida de vuestras comunidades”.

”La sociedad en que la que viven -continúa- tiene una dimensión multicultural y multiétnica. Y la tarea que se les ha confiado es la de ser padres de todos, incluso en medio de la estrechez material y la crisis en que se encuentra. Que su corazón esté siempre abierto para acoger a todos, como el corazón de Cristo sabe acoger en sí – con amor divino – a cada ser humano. Toda comunidad cristiana sabe que está llamada a abrirse, a irradiar en el mundo la luz del Evangelio; no puede quedarse cerrada sólo dentro de sus propias tradiciones, por muy nobles que sean. Tiene que salir de su ”recinto”, firme en la fe, sostenida por la oración y alentada por sus pastores, a vivir y proclamar la nueva vida de la que es depositaria, la de Cristo, el Salvador de todos los hombres. En esta perspectiva, aliento todas las iniciativas que pueden ampliar la presencia de la Iglesia más allá del perímetro litúrgico, emprendiendo con fantasía cualquier iniciativa que pueda repercutir en la sociedad para llevar el fresco espíritu del Evangelio… Promoved en vuestras orientaciones una sólida pastoral social de los fieles, sobre todo entre los jóvenes, para que así se formen conciencias dispuestas a permanecer en el propio territorio como protagonistas y responsables de la reconstrucción y el crecimiento de su país, del que no pueden esperarse solamente recibir. En este trabajo educativo y pastoral, la doctrina social de la Iglesia es de gran ayuda. Es también una manera de superar viejas incrustaciones materialistas que aún persisten en la mentalidad y el comportamiento de algunos sectores de vuestra sociedad”.