ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 22 de marzo de 2015

La frase del día 22

"Un gran hombre demuestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños". 
Thomas Carlyle

 


El papa Francisco

El Santo Padre regala un evangelio a los presentes en el ángelus
Son distribuidos por personas 'sin hogar'. El Papa agradece también a los napolitanos, por la acogida que le dieron

El Papa en ángelus: 'Llevar el evangelio, el crucifijo y el testimonio'
Pero principalmente, en la coherencia de vida entre lo que decimos y lo que vivimos

Francisco en el ángelus: 'El agua, bien común por excelencia'
En la Jornada Mundial del Agua, el Santo Padre recuerda que de nuestra capacidad para cuidarla y compartirle depende el futuro de la humanidad

Texto completo del ángelus del domingo 22 de marzo

Rome Reports

Cardenal de Etiopía: Para acercar las personas a Jesús hace falta escuchar sin juzgar (Video)
Dice que con su nombramiento el Papa quiere mostrar que la Iglesia es universal

Enfermeras viajan de España a Roma para que el Papa bendiga su jubilación (Video)
Francisco les regaló un rosario y una estampa firmada por él

iCofrade la app con la guía más completa de las procesiones de Semana Santa en España (Video)
Incluye apartados con la historia y los actos más importantes de la Semana Santa

Espiritualidad

San José Oriol - 23 de marzo
«Su vida fue una permanente catequesis para quienes conocieron a este santo catalán, dechado de humildad. Era pobre con los pobres ejerciendo su admirable caridad con los enfermos, indigentes, reclusos, militares y niños, entre otros»

Creo en la Santa Iglesia Católica
Catequesis para toda la familia

La decisión del joven Bergoglio
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona


El papa Francisco


El Santo Padre regala un evangelio a los presentes en el ángelus
Son distribuidos por personas 'sin hogar'. El Papa agradece también a los napolitanos, por la acogida que le dieron

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) -  El papa Francisco este domingo, después de la oración del ángelus, aprovechó para agradecer a los napolitanos la acogida que le han dado este sábado durante su visita. Y regaló un evangelio a cada uno de los presentes, los cuales fueron distribuidos por personas 'sin hogar'.

“Ahora, repetiremos un gesto --dijo el Papa a los miles de peregrinos presentes-- que ha hicimos el año pasado. Según una antigua tradición de la Iglesia se entrega en la Cuaresma, el evangelio a quienes se preparan al bautismo. Así hoy les ofrezco a quienes están en la plaza, un regalo: un evangelio de bolsillo”.

Añadió que el mismo “será distribuido gratuitamente por algunas personas sin fija demora que viven en Roma”. Consideró esto “un gesto muy lindo que le gusta a Jesús: los más necesitados son aquellos que nos regalan la palabra de Dios”.

A los presentes les invitó entonces a tomar “este evangelio, para que uno pueda llevarlo en la cartera, en el bolsillo”. E instó a “leerlo con frecuencia, un pasaje, un párrafo cada día, la palabra de Dios es luz para nuestro camino”. Y concluyó: “Nos hará bien, hacedlo. 

El Santo Padre recordó además el viaje apostólico que realizó este sábado: “Ayer estuve en Nápoles, en visita pastoral. Quiero agradecer --dijo el Papa-- la calurosa acogida de todos los napolitanos, que son tan buenos, muchas gracias”. El Santo Padre inició su visita en esta región del sur de Italia, en el santuario de Nuestra Señora de Pompeya, en donde rezó en silencio y recitó una antigua oración.

Después fue al barrio periférico de Scampía, en donde recordó que 'Todos somos inmigrantes e hijos de Dios'. Añadió que el trabajo en negro es explotación y que sin trabajo aunque haya asistencias que den comida, no hay dignidad.

A continuación celebró la santa misa en la Plaza del Plebiscito. Allí pidió 'Apostar en la misericordia de Dios'; que cada parroquia y cada realidad eclesial se vuelva el santuario para quien busca a Dios; y casa acogedora para los pobres, los ancianos, ya todos los que se encuentran en necesidad.

Poco después del medio día, el Pontífice estuvo en la prisión de Poggioreale, donde comió con los reclusos y respondió a sus preguntas.

El Pontífice siguió su visitaen la catedral de Nápoles, en donde se repitió el prodigio de San Jenaro. Allí estaban los sacerdotes, religiosos y consagrados de la ciudad. A ellos les invitó a dar testimonio de Jesús, y a practicar bien la pobreza evangélica. Después fue a la Iglesia nueva de Jesús y estuvo con varios cientos de enfermos y ancianos.

Poco después concluyó su visita en el encuentro con los jóvenes en el Paseo Marítimo. Recordó que los jóvenes son la fuerza y los ancianos la memoria.

Al concluir el ángelus les deseó a todos "que tengan un buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mi”. Y concluyó con su ya famoso “buon pranzo e arrivederci”.  

(Leer el texto completo del ángelus)

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El Papa en ángelus: 'Llevar el evangelio, el crucifijo y el testimonio'
Pero principalmente, en la coherencia de vida entre lo que decimos y lo que vivimos

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco, antes de rezar la oración del ángelus ante los miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, dijo las palabras que proponemos a continuación

«Queridos hermanos y hermanas

En este quinto domingo de cuaresma, el evangelista Juan atrae nuestra atención con un particular curioso: algunos 'griegos', de religión judía, llegados a Jerusalén para la fiesta de Pascua, se dirigen al apóstol Felipe y le dicen: “Queremos ver a Jesús”. En la ciudad santa, en donde Jesús se ha dirigido por la última vez hay mucha gente. Están los pequeños y simples, que han acogido festivamente al profeta de Nazaret, reconociendo el enviado del Señor en él.

Están los sumos sacerdotes y los jefes del pueblo, que lo quieren eliminar porque lo consideran herético y peligroso. Se encuentran también personas, que como aquellos 'griegos', tienen curiosidad por verlo y saber más sobre su persona y las obras por él realizadas, la última de las cuales --la resurrección de Lázaro-- despertó mucha impresión.

“Queremos ver a Jesús”. Estas palabras como tantas otras en los evangelios, llevan más allá del episodio particular y expresan algo de universal; revelan un deseo que atraviesa las épocas y las culturas, un deseo presente en el corazón de tantas personas que han oído hablar de Cristo, pero aún no lo han encontrado. 'Yo deseo ver a Jesús': así siente el corazón de esta gente.

Respondiendo indirectamente, de manera profética a aquel pedido de poder verlo, Jesús pronuncia una profecía que desvela su identidad e indica el camino para conocerlo verdaderamente: “Ha llegado la hora que el Hijo del hombre sea glorificado”. ¡Es la hora de la cruz!, es la hora de la derrota de Satanás, príncipe del mal, y del triunfo definitivo del amor misericordioso de Dios.

Cristo declara que será “elevado de la tierra”, una expresión con un doble significado: “elevado” porque exaltado por el Padre en la Resurrección, para atraer a todos a sí y reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos. La hora de la cruz, la más oscura de la historia, que es también el manantial de la salvación para todos aquellos que creen el él.

Prosiguiendo en la profecía sobre su Pascua, a esta altura inminente, Jesús usa una imagen simple y sugestiva, la del “grano de trigo” que, caído en la tierra, muere para producir su fruto. En esta imagen encontramos otro aspecto de la cruz de Cristo: el de la fecundidad. La cruz de Cristo es fecunda.

La muerte de Jesús es de hecho una fuente interminable de vida nueva, porque lleva en sí la fuerza generadora del amor de Dios. Sumergidos en este amor por el bautismo, los cristianos pueden volverse “granos de trigo” y fructificar mucho si, como Jesús, “pierden la propia vida” por amor de Dios y de los hermanos.

Por esto a quienes también hoy “quieren ver a Jesús”, a quienes están a la búsqueda del rostro de Dios; a quien ha recibido una catequesis cuando era pequeño y nunca más la ha profundizado, que lleva la fe a tantos que aún no han encontrado a Jesús personalmente...; a todas estas personas nosotros podemos ofrecerles tres cosas, tres: el evangelio; el crucifijo; y el testimonio de nuestra fe, pobre pero sincera.

El evangelio: allí podemos encontrar a Jesús, escucharlo, y conocerlo. El crucifico: signo del amor de Jesús que se ha donado por nosotros; y después, una fe que se traduce en gestos simples de caridad fraterna. Pero principalmente, en la coherencia de vida entre lo que decimos y lo que vivimos. Coherencia entre nuestra fe y nuestra vida, entre nuestras palabras y nuestras acciones. El evangelio, el crucifijo y el testimonio. Qué la Virgen nos ayude a llevar estas tres cosas.

(El papa reza el ángelus).

(Texto traducido desde el audio por ZENIT)

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Francisco en el ángelus: 'El agua, bien común por excelencia'
En la Jornada Mundial del Agua, el Santo Padre recuerda que de nuestra capacidad para cuidarla y compartirle depende el futuro de la humanidad

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco recordó hoy después de rezar la oración del ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico que da hacia la plaza de San Pedro, la importancia de custodiar el agua, bien común por excelencia. Lo hizo con motivo de la Jornada Mundial del Agua, promovida por las Naciones Unidas, ante una plaza repleta con miles de fieles que estaban allí presentes a pesar del día frío y lluvioso.

“Hoy es la Jornada Mundial del Agua, promovida por las Naciones Unidas”, dijo el Papa. Y añadió que “el agua es el elemento más esencial para la vida” por ello “de nuestra capacidad para cuidarla y compartirle depende el futuro de la humanidad”.

El Santo Padre que está preparando una encíclica sobre la ecología y la defensa de lo creado, añadió: “Animo por lo tanto a la comunidad internacional a vigilar para que las aguas del planeta sean adecuadamente protegidas y nadie sea excluido o discriminado en el uso de este bien, que es un bien común por excelencia”.

El Pontífice concluyó sus palabras sobre este tema recordando al santo medioeval que a través de lo creado daba alabanza a Dios, como con el Cántico del fraile sol. “Con san Francisco de Asís decimos: “Alabado seas mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta”.

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Texto completo del ángelus del domingo 22 de marzo

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) -  En este quinto domingo de cuaresma, el evangelista Juan atrae nuestra atención con un particular curioso: algunos 'griegos', de religió judía, llegados a Jerusalén para la fiesta de Pascua, se dirigen al apóstol Felipe y le dicen: “Queremos ver a Jesús”. En la ciudad santo en donde Jesús se ha dirigido por la última vez hay mucha gente. Están lo pequeños y simples, que han acogido festivamente al profeta de Nazaret, reconociendo el él enviado del Señor.

Están los sumos sacerdotes y los jefes del pueblo, que lo quieren eliminar porque lo consideran herético y peligroso. Se encuentran también personas, que como aquellos 'griegos', tienen curiosidad de verlo y saber más sobre su persona y las obras por él realizadas, la última de las cuales --la resurrección de Lázaro-- despertó mucha impresión.

“Queremos ver a Jesús”. Estas palabras como tantas otras en los evangelios, llevan más allá del episodio particular y expresan algo de universal; revelan un deseo que atraviesa las épocas y las culturas, un deseo presente en el corazón de tantas personas que han oído hablar de Cristo, pero aún no lo han encontrado. Yo deseo ver a Jesús, así siente el corazón de esta gente.

Respondiendo indirectamente, de manera profética a aquel pedido de poder verlo, Jesús pronuncia una profecía que desvela su identidad e indica el camino para conocerlo verdaderamente: “Ha llegado la hora que el Hijo del hombre sea glorificado”. ¡Es la hora de la cruz!, es la hora de la derrota de Satanás, príncipe del mal, y del triunfo definitivo del amor misericordioso de Dios.

Cristo declara que será “elevado de la tierra”, una expresión con un doble significado: “elevado” porque exaltado por el Padre en la Resurrección, para atraer a todos a sí y reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos. La hora de la cruz, la más oscura de la historia, que es también el manantial de la salvación para todos aquellos que creen el él.

Prosiguiendo en la profecía sobre su Pascua, a esta altura inminente, Jesús usa una imagen simple y sugestiva, la del “grano de trigo” que, caído en la tierra, muere para producir su fruto. En esta imagen encontramos otro aspecto de la cruz de Cristo: el de la fecundidad. La cruz de Cristo es fecunda.

La muerte de Jesús es de hecho una fuente interminable de vida nueva, porque lleva en sí la fuerza generadora del amor de Dios. Sumergidos en este amor por el bautismo, los cristianos pueden volverse “granos de trigo” y frutificar mucho si como Jesús, “pierden la propia vida” por amor de Dios y de los hermanos.

Por esto a quienes también hoy “quieren ver a Jesús”, a quienes están a la búsqueda del rostro de Dios; a quien ha recibido una catequesis cuando era pequeño y nunca más la ha profundizado, que lleva la fe a tantos que aún no han encontrado a Jesús personalmente...; a todas estas personas nosotros podemos ofrecerles tres cosas, tres: el evangelio, el crucifijo, y el testimonio de nuestra fe, pobre pero sincera.

El evangelio: allí podemos encontrar a Jesús, escucharlo, conocerlo. El crucifico: signo del amor de Jesús que se ha donado por nosotros; y después, una fe que se traduce en gestos simples de caridad fraterna. Pero principalmente, en la coherencia de vida entre lo que decimos y lo que vivimos. Coherencia entre nuestra fe y nuestra vida, entre nuestras palabras y nuestras acciones.

El evangelio, el crucifijo y el testimonio. Qué la Virgen nos ayude a llevar estas tres cosas.

(El papa reza el ángelus).

Queridos hermanos y hermanas, a pesar del feo tiempo son tantos quienes vinieron, tienen coraje, también los maratonistas etas tienen coraje, les saludo con afecto.

Ayer estuve en Nápoles, en visita pastoral. Quiero agradecer la calurosa acogida de todos los napolitanos, tan buenos, muchas gracias.

“Hoy es la Jornada Mundial del Agua, promovida por las Naciones Unidas. El agua es el elemento más esencial de la vida, de nuestra capacidad para cuidarla y compartirle depende el futuro de la humanidad. Animo por lo tanto a la comunidad internacional a vigilar para que las aguas del planeta sean adecuadamente protegidas y nadie sea excluido o discriminado en el uso de este bien, que es un bien común por excelencia. Con san Francisco de Asís decimos: “Alabado seas mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta”.

Saludo a todos los peregrinos presentes, en particular al coro del 'Conservatorio Profesional de Música de Orihuela' (España), a los jóvenes del 'Collège Saint-Jean de Passy' de Paris. A los fieles de Hungría y a los grupos musicales del Cantón Ticino, en Suiza.

Saludo al Orden Franciscano Seglar de Cremona, a la UNITALSI de Lombardía, al grupo que lleva el nombre del obispo martir Oscar Romero, que será pronto proclamado beato; también a los fieles de Fiumicino, a los niños de la primera comunión de Sanbuceto, a los jóvenes de Ravena, Milán y Florencia que han recibido hace poco la Confirmación o están por recibirla.

Y ahora, repetiremos un gesto, que ha hicimos el año pasado. Según una antigua tradición de la Iglesia, en la Cuaresma se entrega el evangelio a quienes se preparan para el bautismo. Así hoy les ofrezco a quienes están en la plaza, un regalo: un evangelio de bolsillo.

Les será distribuido gratuitamente por algunas personas sin fija demora que viven en Roma. También en esto vemos un gesto muy lindo que le gusta a Jesús: los más necesitados son aquellos que nos regalan la palabra de Dios. Tomen este evangelio, para que uno pueda llevarlo en la cartera, en el bolsillo. Leerlo con frecuencia, un pasaje, un párrafo cada día, la palabra de Dios es luz para nuestro camino. Nos hará bien, hacedlo. Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mi. Y “buon pranzo e arrivederci”». 

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Rome Reports


Cardenal de Etiopía: Para acercar las personas a Jesús hace falta escuchar sin juzgar (Video)
Dice que con su nombramiento el Papa quiere mostrar que la Iglesia es universal

Por Rome Reports

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Enfermeras viajan de España a Roma para que el Papa bendiga su jubilación (Video)
Francisco les regaló un rosario y una estampa firmada por él

Por Rome Reports

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iCofrade la app con la guía más completa de las procesiones de Semana Santa en España (Video)
Incluye apartados con la historia y los actos más importantes de la Semana Santa

Por Rome Reports

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Espiritualidad


San José Oriol - 23 de marzo
«Su vida fue una permanente catequesis para quienes conocieron a este santo catalán, dechado de humildad. Era pobre con los pobres ejerciendo su admirable caridad con los enfermos, indigentes, reclusos, militares y niños, entre otros»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Dios concedió muchos dones a este santo nacido en Barcelona, España, el 6 de mayo de 1650. Entre otros, el de la dirección espiritual y el de la penetración de corazones. Era un maestro en el cultivo de la pobreza y de la oración, que efectuaba postrado durante horas ante el Santísimo Sacramento. Su piedad era manifiesta siendo monaguillo y cantor en la iglesia de Santa María del Mar de Barcelona. Tanto es así que los sacerdotes le costearon los estudios. Al morir su padre, su madre contrajo nuevas nupcias. Pero al enviudar Gertrudis por segunda vez se encontraron con serias carencias. Seguramente sus benefactores tendrían en cuenta esta precaria situación familiar. Era tal el candor de José que no había duda de que estaba llamado a ser un gran santo. El único problema que tuvo que afrontar siendo estudiante fue la parálisis de una de sus piernas que le obligó a permanecer recluído en cama durante un tiempo.

Después, doctorado en filosofía y en teología, recibió el sacramento del sacerdocio en mayo de 1676 en la localidad de Vich. Entonces orientó su acción a educar a los jóvenes. En un momento dado, Dios le permitió atisbar parte de su alma. Quedó tan impresionado de lo que vio, que tomó la resolución de vivir con espíritu de penitencia y ayunar todos los días. En esa época se hallaba al servicio de la familia Gasneri como preceptor de los hijos, simultaneando esta labor con la de párroco en San Felipe Neri. Aceptó temporalmente el trabajo con objeto de paliar las dificultades por las que atravesaban su madre y hermanos. Pero era un hombre que amaba la pobreza. Le costaba hallarse rodeado de abundancia como la que veía en el hogar.

Un día en este domicilio se produjo un episodio impactante para él desde el punto de vista espiritual. En el transcurso de un almuerzo hasta en tres ocasiones extendió el brazo para proveerse de unas exquisitas viandas, y se vio impedido por una fuerza sobrenatural para lograr su propósito. Interpretó el hecho como una invitación a someterse para siempre al más riguroso ayuno. No se retractó de ello el resto de su existencia. Se alimentó de pan y de agua. El pan, elegido por él entre el menos apetitoso –si podía encontrarlo viejo y pasado, mejor–, y se abastecía del agua en las fuentes públicas que hallaba al paso. La única licencia que se permitía era añadir unas hierbas a tan frugal comida los domingos, y las obtenía gratuitamente tomándolas de la ladera del monte Montjuic. Siempre vivió de la beneficencia; lo poco que tenía era de los pobres. Tanta era su austeridad que ni siquiera poseía una cama.

Estos gestos de piedad y sus mortificaciones, insólitas para la mayoría de la gente, eran bien conocidos en la ciudad. Con sus modales exquisitos y la profundidad de su consejo alentaba a todos a vivir la santidad, enseñándoles que no se basa en actos puntuales externos y que debe discurrir afianzada en la oración. Los que se acercaban a él partían edificados por su alegría y confianza. Era dador de paz. En sí mismo, su ejemplo constituía ya una catequesis permanente. Viéndole cómo actuaba, se enamoraban de Dios. Era su mejor apostolado. Lo testimonial cala siempre en el corazón de las personas.

No llegó a cumplir una década con esta familia acomodada, porque falleció su madre, y sus hermanos se hallaban una situación económica menos comprometida. Viviendo pobremente, como siempre hizo, intensificó su labor caritativa. Auxiliaba a los enfermos, indigentes, reclusos, militares, niños… En 1686 peregrinó a Roma. En los meses de permanencia en la Ciudad Eterna, a la que llegó con cartas de recomendación que ensalzaban su altura humana y espiritual, alcanzó su sueño de entrevistarse con Inocencio XI. Amigos cardenales lo hicieron posible. El papa le otorgó una prebenda en la parroquia de Santa María del Pino de Barcelona. En ella ejerció su acción pastoral con abundantes frutos. Pero no le faltaron detractores. Llevaron sus quejas al prelado y le acusaron ante él de imponer a los penitentes mortificaciones como las suyas.

A la muerte del obispo, que vetó su labor apostólica, siguió en manos de su sucesor. De todos modos, José quiso ser mártir ardientemente. Por eso, en abril de 1698 partió rumbo a Roma de nuevo, a pesar del clamor de las gentes que temían perderle e intentaron disuadirle para que permaneciese entre ellas. Él pensaba que allí obtendría de la Santa Sede la gracia de poder encaminarse al martirio. Pero la voluntad divina fue que enfermase en Marsella, y la Virgen le hizo ver que debía proseguir su misión en Barcelona atendiendo a los enfermos.

Aunque Dios obró numerosos prodigios por su mediación, siempre los atribuyó al arrepentimiento que mostraban quienes le abrían su corazón. Les hacía ver que eran sanados directamente por Él. Humilde y sencillo, rechazó frontalmente cualquier intento de considerarle artífice de signos extraordinarios. Fue agraciado con el don de profecía, de levitación, y de milagros. Dios le concedió sanar a los enfermos con una simple bendición. Un inmenso gentío, que procedía no solo de Barcelona sino de otros lugares, se arremolinaba en torno a él esperando recibir la aspersión del agua bendita y la señal de la cruz trazada sobre ellos.

Algunos de sus numerosos milagros fueron memorables. Dos en particular llaman la atención. El que hizo que recuperase la pierna gangrenada un joven que iba a verla amputada. Y el obrado con un maltrecho paralítico que vivía de la limosna de los parroquianos y que pudo caminar súbitamente. José vaticinó su propia muerte, que se produjo el 23 de marzo de 1702 a consecuencia de una pleuresía cuando tenía 52 años. Sus postreros instantes discurrieron en una habitación que le prestó un cuchillero. Se hallaba rodeado de la gente del barrio que tanto cariño le profesaba, de amigos sacerdotes y seglares. Desde la escolanía de la capilla del Palau cantaban en ese momento, como él había solicitado, el Stabat Mater. Pío VII lo beatificó el 21 de septiembre de 1806. Pío X lo canonizó el 20 de mayo de 1909.

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Creo en la Santa Iglesia Católica
Catequesis para toda la familia

Por Redacción

MADRID, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) - “Creo en la Santa Iglesia Católica”. Referente a esto hay que empezar por el significado de Iglesia Católica, sabiendo que a los niños les encanta saber el significado de las cosas (por eso no paran de preguntar los porqués de todo).

La palabraIglesiasignifica asamblea o reunión para dar culto a Dios. Ycatólicaquiere decir que es universal, extendida por todo el mundo. Por lo tanto laIglesia Católicaes la reunión de los cristianos alrededor del mundo.

Es bueno saber esto porque los niños cuando escuchan la palabra Iglesia lo que les viene a la cabeza es lo físico, lo que ven, lo que tocan: en definitiva, para ellos es simplemente el lugar, el edificio donde van los domingos con sus padres a misa. Y digo simplemente porque en el momento que sepan el significado real, harán una de sus expresiones de asombro tal como “uaaaala”. Hay que hacerles ver que en ese momento estamos profesando una creencia universal, una fe, un sentir, una manera de vivir común de millones y millones de personas; el cristiano no vive su fe sólo. Y que esta Iglesia es una Iglesia viva, que nació de un pueblo que, después de la muerte y resurrección de Jesús, quería seguir esos pasos, sus pasos, los pasos de Cristo. Y esto se actualiza en cada celebración Eucarística.

Es el símbolo de nuestra fe: Todos somos UNA, Todos somos SANTA, Todos somos CATÓLICA, Todos somos APÓSTOLES.

Por: Pablo Iranzo

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La decisión del joven Bergoglio
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona

Por Cardenal Lluís Martínez Sistach

BARCELONA, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco ha contado la historia de su vocación al sacerdocio. Tenía en ese momento 17 años. El día 21 de septiembre, temprano, se disponía a celebrar con sus compañeros el Día del Estudiante y pensaba ir a un gran parque para pasar todo el día con música y baile. Jorge Mario Bergoglio tenía ganas de pasarlo bien, de divertirse.

Cuando se dirigía hacia allí, pasó por delante de su parroquia, la iglesia de San José del barrio de Flores, y sintió como una fuerza interior que lo empujaba a entrar un momento. Se puso a rezar, solo, en la penumbra de la iglesia. Justamente en ese momento, un sacerdote entraba en el confesionario. Se confesó, y algo pasó por su alma en ese momento.

Los breves instantes que quería pasar en el templo se convirtieron en dos horas. La confesión con aquel sacerdote relativamente joven abrió nuevos horizontes en su vida. "Me pasó algo extraño -explicó en un libro-entrevista a dos periodistas. Fue como una sorpresa, la sorpresa de un encuentro. Tuve la sensación de que alguien me esperaba. Desde ese momento sentí que yo buscaba a Dios, pero que es él quien te busca primero."

Fue a encontrar otras veces a aquel sacerdote y supo que padecía un cáncer en proceso ya muy avanzado de la enfermedad. Aquel hombre de Dios murió unos meses más tarde. Este hecho le confirmó su intuición inicial: el Señor lo llamaba al servicio sacerdotal en la Iglesia.

A los 21 años, decidió dirigir sus pasos en primer lugar hacia el Seminario, y más tarde hacia la Compañía de Jesús, por la especial orientación de ésta a la labor misionera. Quería ir a las misiones de Japón, pero no fue autorizado a ir a causa de los problemas de salud que padecía.

"La vocación religiosa -ha explicado también- es una llamada de Dios a un corazón que ya le está esperando de forma consciente o inconsciente. A mí siempre me ha impresionado una lectura del breviario que dice que Jesús miró a Mateo con una actitud que, traducida, vendría a decir 'misericordiando y eligiendo'. Esta fue precisamente la manera con que yo sentí que Dios me miraba en aquella confesión. Y esta es la manera con que él me ha pedido siempre que mire a los demás: con mucha misericordia y como si los estuviera eligiendo para él, sin excluir a nadie, porque todos somos elegidos por el amor de Dios. Por eso escogí como obispo el lema «Misericordiando et eligendo», que es uno de los puntos fundamentales de mi experiencia religiosa: el servicio para la misericordia."

Esta vocación del papa Francisco puede inspirar la invitación que, con motivo del Día del Seminario, me atrevo a hacer a nuestros jóvenes cristianos: que, al menos una vez en la vida, se hagan la pregunta que se hizo el joven Bergoglio a los 17 años: ¿puedo dedicar mi vida a Jesucristo en el sacerdocio ministerial? ¿Estoy dispuesto a acoger la gracia de Dios que es la vocación?

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