Pa chulo, yo

 

Es una de las frases más castizas que se podía escuchar por Madrid: “Pa chulo yo, y pa pegarse mi padre, que va al gimnasio”. Cosas de ese Madrid castizo y de un hablar supuestamente chulapo y que no es más que un invento del alicantino Arniches.

En el Madrid castizo chulo jamás fue una palabra ofensiva. Más aún, zarzuelas hay donde los enamorados se llaman mutuamente “chulo” y “guapa”. Majo, chulo, sinónimos de un cierto arrojo y atrevimiento unidos a gracejo y simpatía. Y con él, la chulapa, arrojada, atrevidilla, simpática y “echá p’alante”.

El problema es que se pierden los significados y chulo hoy lo hacen sinónimo de arrogante, fatuo, orgulloso. Triste, puede ser, pero es otra cosa, tanto que hoy la palabra se ha querido convertir en puro insulto. Pues vale.

Servidor tiene su forma de expresarse que a estas alturas de la película a nadie engaña. Un punto de ironía –se me hace difícil escribir en serio- que a veces entiendo que se me escapa de las manos, pero siempre intentando explicar y defender lo que es la doctrina de la Iglesia y a veces denunciar lo que directamente se la pasa por debajo del bonete, y eso sin disimular, porque a servidor, entenderse, se le entiende todo y a la primera. Pues nada, por lo visto eso es chulería de la peor especie.

A punto de comenzar la Semana Santa. Afortunadamente veremos en la gran mayoría de iglesias y parroquias una semana santa celebrada con dignidad, con mimo, con sumo cuidado aunque no se pueda llegar a todos los detalles. Pero también se van a encontrar con otras cosas.

Parroquias que adelantaron la semana santa una semana porque el párroco se fue de vacaciones. O las que no la celebraron porque total para cuatro gatos. Grupitos que se niegan a celebrar el triduo pascual con su parroquia y tienen a su cura particular que, después de los oficios con toda la parroquia, los vuelve a celebrar para su grupito de amiguetes. Monumentos inexistentes o cerrados. Vigilias pascuales a las siete de la tarde. Templos cerrados nada más acabar la celebración del jueves santo. Autoservicio en la adoración de la cruz el viernes: “si alguno quiere besar la cruz, ahí está”. Predicaciones que niegan directamente el valor expiatorio de la muerte en la cruz y que ese fuera el designio del Padre. O las que reducen la resurrección a mera experiencia subjetiva de los discípulos. Un payaso en medio de la vigilia pascual junto a la hoguera haciendo de angelito: “¿hola, os pasa algo?”

Estas cosas les prometo que no me las invento. Alguna la he presenciado con estos ojitos que Dios me dio. Pues nada, por lo visto los chulos, los demás. Te llega un cura, se carga la liturgia, se pone el ritual por montera, hace mangas y capirotes con las rúbricas, celebra la semana santa exactamente como le sale de sus santas y venerables narices y, cuando lo dices, encima el pecador y el arrogante eres tú. Tócate lo que sea menester…