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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 12 de abril de 2015

Primera Plana

Francisco proclamó doctor de la Iglesia a San Gregorio de Narek
En una misa solemne en la basílica de San Pedro, en la conmemoración de los 100 años del genocidio armenio. El patriarca Nerses Bedros XIX Tarmouni anunció que serán declarados mártires el 23 de abril, aquellos que aceptaron la muerte cristianamente

El Papa: en Armenia el primer genocidio del siglo XX - Texto completo-
Leído por el santo padre Francisco antes de la misa que recordó a los mártires y en la que nombró doctor de la Iglesia a san Gregorio de Narek

Texto de la homilía del papa Francisco en el II domingo de Pascua o de la Divina Misericordia
En la basílica de San Pedro en el Vaticano, durante la conmemoración del genocidio armenio y la proclamación de San Gregorio de Narek como doctor de la Iglesia

El papa Francisco

Regina Coeli del domingo 12 de abril - Texto completo
El próximo Jubileo Extraordinario de la Misericordia, un tiempo intenso y prolongado para acoger las inmensas riquezas del amor misericordioso de Dios

Mirada al mundo

Los yihadistas detenidos en España planeaban grabar una decapitación
La célula tenía la intención de atentar en Cataluña. En los registros se ha encontrado una granada, armas y cuchillos de grandes dimensiones

Rome Reports

Exposición en Roma muestra objetos que salvaron supervivientes del genocidio armenio (Video)
Se cumplen 100 años de la matanza de un millón y medio de armenios a manos del Imperio Otomano.

Cumple 25 años como monja en Gulu, Uganda (Video)
La hermana Mary Clementina pertenece a las Pequeñas Hermanas de María Inmaculada

Los Meninos da rua traen samba y capoeira al Papa Francisco (Video)
Unos 20 jóvenes de las favelas de Brasil estuvieron en San Pedro. Para ver el vídeo hacer click aquí

Espiritualidad

Beata Margherita de Città di Castello -13 de abril
«La vida de esta beata, tan maltratada por la naturaleza y por su cercano entorno, brilla en todo su fulgor enseñándonos lo que sucede cuando el infortunio de nacer malherida se troca en gracia y misericordia divinas»

Un nuevo Congreso Litúrgico de Montserrat
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona


Primera Plana


Francisco proclamó doctor de la Iglesia a San Gregorio de Narek
En una misa solemne en la basílica de San Pedro, en la conmemoración de los 100 años del genocidio armenio. El patriarca Nerses Bedros XIX Tarmouni anunció que serán declarados mártires el 23 de abril, aquellos que aceptaron la muerte cristianamente

Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, 12 de abril de 2015 (Zenit.org) - El Papa Francisco proclamó este domingo al armeno San Gregorio de Narek, como doctor de la Iglesia universal, al inicio de la santa misa celebrada en la basílica de San Pedro en el Vaticano, en coincidencia con los 100 años del genocidio armenio. En la tapa del libro de la celebración litúrgica entregado a los presentes se lee: “Santa misa por el centenario de los mártires armenios”.

La eucaristía presidida por el papa Francisco ha sido concelebrada por su beatitud Nerses Bedros XIX Tarmouni, patriarca de Cilicia de los Armenios católicos; con la presencia de su santidad Karekin II, supremo patriarca y Catholicos de todos los armenios; y de su santidad Aram I, Catholicos de la Grande Casa de Cilicia. Estaba también presente en la basílica, el presidente de la Repubblica de Armenia, Ser Sargsyan y diversas autoridades. 

Durante el ingreso de los celebrantes y en la santa misa de este Domingo de la Divina Misericordia, fueron cantados diversos himnos armenios por dos corales: el del patriarcado de Beirut y el de Armenia, e incluso fue tocado un instrumento típico: el duduk. Al un costado del altar estaba una imagen de la Virgen María y del otro el ícono de San Gregorio de Narek.

Al inicio de la celebración, el Santo Padre leyó un texto, en el cual define la masacre de los armenios por los turcos, como el primer genocidio del siglo XX.

“En el siglo pasado --dijo el santo padre Francisco-- nuestra humanidad vivió tres grandes tragedias y sin precedentes: la primera, que se considera generalmente como "el primer genocidio del siglo XX" ha golpeado a vuestro pueblo armenio, la primera nación cristiana, junto con los católicos y los ortodoxos sirios, asirios, caldeos y griegos. Fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos y niños, incluso enfermos indefensos. Los otros dos fueron perpetrados por el nazismo y el estalinismo”. (Leer el texto completo).

Antes del inicio de los ritos de la eucaristía fue leída una solicitud: “Desde los primeros siglos de la era cristiana el Espíritu Santo ha encendido en Oriente numerosas estrellas”, santos que con el ejemplo de su vida han favorecido el camino para “conocer los misterios de Dios y el encuentro con Cristo”. Por ello, así como cien años atrás fue proclamado doctor de la Iglesia Universal, otro hijo de la Iglesia de Oriente, San Efrem el Sirio († 373), fue solicitada “la atribución del mismo titulo a San Gregorio de Narek, maestro y gloria del pueblo armenio”.

El Santo Padre respondió: “Nosotros, acogiendo el deseo de muchos Hermanos en el episcopado y de tantos fieles en el mundo entero, después de haber recibido el parecer de la Congregación de las Causas de los Santos, y de haber reflexionado durante mucho tiempo y haber alcanzado el pleno y seguro convencimiento, con la plena autoridad apostólica, declaro a San Gregorio Narek, doctor de la Iglesia Universal. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. 

El evangelio del segundo domingo de Pascua, fue leído en armenio, acompañado por canto e incienso.

En su homilía el Pontífice se interrogó: “Ante los trágicos acontecimientos de la historia humana, nos sentimos a veces abatidos, y nos preguntamos: ¿Por qué?. La maldad humana puede abrir en el mundo abismos, grandes vacíos: vacíos de amor, vacíos de bien, vacíos de vida. Y nos preguntamos: ¿Cómo podemos colmar estos abismos? Para nosotros es imposible; sólo Dios puede colmar estos vacíos que el mal abre en nuestro corazón y en nuestra historia. Es Jesús, que se hizo hombre y murió en la cruz, quien llena el abismo del pecado con el abismo de su misericordia”. (Leer la homilía completa)

Al concluir la misa su beatitud Nerses Bedros XIX Tarmouni leyó unas palabras de agradecimiento, recordó el genocidio iniciado el 24 de abril de 1915 en el que exterminaron a 1,5 millones de armenio e indicó que la Iglesia armenia declarará mártires el 23 de abril próximo a todos aquellos que aceptaron la muerte cristianamente. 

Su santidad Karekin II, supremo patriarca y Catholicos de todos los armenios agradeció también la oportunidad de visitar Roma junto con las autoridades, y participar en esta misa y expresó la alegría de su pueblo por la proclamación de San Gregorio de Narek como doctor de la Iglesia. Su santidad Aram I, Catholicos de la Grande Casa de Cilicia dirigió también unas palabras de agredecimiento y pidió justicia, puesto que fue se trató de un crimen contra la humanidad y los derechos humanos.

San Gregorio de Narek nació en Andzevatsik (Armenia) entorno al año 950, en una familia de literatos. Entró joven en el monasterio de Narek (Armenia) en donde existía una célebre escuela de Sagrada Escritura y de patrística. Allí pasó toda su vida, ordenado sacerdote llegó a la cumbre de la santidad y de la experiencia mística, dando demostración de su sabiduría en diversos escritos teológicos, y difundiéndose su fama de santidad. En el 1003 escribió su obra más famosa: El libro de las lamentaciones. Murió en el 1005 y su tumba fue meta de peregrinos, incluso después de la conquista de Armenia por los turcos en el 1071. Durante la masacre de los años 1915-1916, fueron destruidos el monasterio y su tumba.

Con san Gregorio de Narek, ahora son ahora 36 los santos proclamados doctores de la Iglesia.

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El Papa: en Armenia el primer genocidio del siglo XX - Texto completo-
Leído por el santo padre Francisco antes de la misa que recordó a los mártires y en la que nombró doctor de la Iglesia a san Gregorio de Narek

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 12 de abril de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco antes de iniciar la misa en conmemoración de los mártires armenios, dirigió las siguientes palabras a los miles de fieles reunidos en la basílica de San Pedro, en ocasión también de la elevación de San Gregorio de Narek a doctor de la Iglesia.

A continuación el texto completo:

"En varias ocasiones, he definido este tiempo como un tiempo de guerra, una tercera guerra mundial 'en etapas', en la cual diariamente asistimos a crímenes atroces, a masacres sangrientas y a la locura de la destrucción.

Lamentablemente aún hoy escuchamos el grito, sofocado y no atendido de tantos hermanos y hermanas, indefensos, que a causa de su fe en Cristo o pertenencia étnica, son públicamente y atrozmente asesinados, decapitados, crucificados, quemados vivos, u obligados a abandonar sus tierras.

También hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín que exclama: '¿Y a mi qué me importa?. ¿Soy yo quizás el guardián de mi hermano?'.

La humanidad vivió en el siglo pasado tres grandes tragedias y sin precedentes: la primera se considera generalmente como 'el primer genocidio del siglo XX'. (Juan Pablo II y Karekin II, Declaración Conjunta, Etchmiadzin 27 de septiembre de 2001). Esa ha golpeado a vuestro pueblo armenio, la primera nación cristiana, junto a los católicos y los ortodoxos sirios, asirios, caldeos y griegos.

Fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos y niños e incluso enfermos e indefensos. Los otros fueron los perpetrados por el nazismo y el estalinismo. Y más recientemente, ha habido otros exterminios de masa, como en Camboya, Ruanda, Burundi y en Bosnia.

Y sin embargo, parece que la humanidad no puede dejar de derramar sangre inocente. Parece que el entusiasmo surgido a finales de la Segunda Guerra Mundial vaya desapareciendo y disolviéndose.

Parece que la familia humana se niegue a aprender de sus propios errores causados ​​por la ley del terror; y por lo tanto, todavía hoy hay quienes tratan de eliminar a su similar, con la ayuda de algunos y el silencio cómplice de otros, que permanecen espectadores. Aún no hemos aprendido que "la guerra es una locura, masacre inútil".

Queridos fieles armenios, hoy recordamos con el corazón traspasado por el dolor, pero lleno de esperanza en el Señor resucitado, el centenario de aquel trágico evento, de aquel inmenso y delirante exterminio que sufrieron cruelmente vuestros antepasados.

Recordarlos es necesario, más aun un deber, porque donde no subsiste la memoria, significa que el mal todavía mantiene abierta la herida. ¡Ocultar o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla!”.

Saludo a todos con afecto y doy gracias por el testimonio. Saludo y agradezco la presencia del presidente de la República de Armenia, Serz Sargsyan. Saludo también cordialmente a mis hermanos los patriarcas y obispos: su Santidad Karekin II, patriarca supremo y catholicos de todos los armenios; su santidad Aram I, catholicos de la Gran Casa de Cilicia; su beatitud Nerses Bedros XIX patriarca de Cilicia de los armenios católicos; y a los dos Catholicossatos de la Iglesia Apostólica Armenia y del Patriarcado de la Iglesia armenio-católica.

Con la firme certeza de que el mal nunca viene de Dios, infinitamente bueno, y arraigados en la fe, profesamos que la crueldad no se puede atribuir a la acción de Dios, y más aun, no debe de ninguna manera encontrar justificación en su santo nombre. ¡Vivamos juntos esta celebración, poniendo los ojos en Jesús Cristo resucitado, vencedor de la muerte y el mal!

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Texto de la homilía del papa Francisco en el II domingo de Pascua o de la Divina Misericordia
En la basílica de San Pedro en el Vaticano, durante la conmemoración del genocidio armenio y la proclamación de San Gregorio de Narek como doctor de la Iglesia

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 12 de abril de 2015 (Zenit.org) - HOMILIA DEL SANTO PADRE II DOMINGO DE PASCUA O DE LA DIVINA MISERICORDIA

San Juan, que estaba presente en el Cenáculo con los otros discípulos al anochecer del primer día de la semana, cuenta cómo Jesús entró, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros», y «les enseñó las manos y el costado» (20,19-20), les mostró sus llagas. Así ellos se dieron cuenta de que no era una visión, era Él, el Señor, y se llenaron de alegría.

Ocho días después, Jesús entró de nuevo en el Cenáculo y mostró las llagas a Tomás, para que las tocase como él quería, para que creyese y se convirtiese en testigo de la Resurrección.

También a nosotros, hoy, en este Domingo que san Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, el Señor nos muestra, por medio del Evangelio, sus llagas. Son llagas de misericordia. Es verdad: las llagas de Jesús son llagas de misericordia.

Jesús nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso.

A través de ellas, como por una brecha luminosa, podemos ver todo el misterio de Cristo y de Dios: su Pasión, su vida terrena –llena de compasión por los más pequeños y los enfermos–, su encarnación en el seno de María. Y podemos recorrer hasta sus orígenes toda la historia de la salvación: las profecías –especialmente la del Siervo de Yahvé–, los Salmos, la

Ley y la alianza, hasta la liberación de Egipto, la primera pascua y la sangre de los corderos sacrificados; e incluso hasta los patriarcas Abrahán, y luego, en la noche de los tiempos, hasta Abel y su sangre que grita desde la tierra. Todo esto lo podemos verlo a través de las llagas de Jesús Crucificado y Resucitado y, como María en el Magnificat, podemos reconocer que «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Lc 1,50).

Ante los trágicos acontecimientos de la historia humana, nos sentimos a veces abatidos, y nos preguntamos: «¿Por qué?». La maldad humana puede abrir en el mundo abismos, grandes vacíos: vacíos de amor, vacíos de bien, vacíos de vida. Y nos preguntamos: ¿Cómo podemos salvar estos abismos? Para nosotros es imposible; sólo Dios puede colmar estos vacíos que el mal abre en nuestro corazón y en nuestra historia. Es Jesús, que se hizo hombre y murió en la cruz, quien llena el abismo del pecado con el abismo de su misericordia.

San Bernardo, en su comentario al Cantar de los Cantares (Disc. 61,3-5; Opera omnia 2,150-151), se detiene justamente en el misterio de las llagas del Señor, usando expresiones fuertes, atrevidas, que nos hace bien recordar hoy. Dice él que «las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios».

Es este, hermanos y hermanas, el camino que Dios nos ha abierto para que podamos salir, finalmente, de la esclavitud del mal y de la muerte, y entrar en la tierra de la vida y de la paz. Este Camino es Él, Jesús, Crucificado y Resucitado, y especialmente lo son sus llagas llenas de misericordia.

Los Santos nos enseñan que el mundo se cambia a partir de la conversión de nuestros corazones, y esto es posible gracias a la misericordia de Dios. Por eso, ante mis pecados o ante las grandes tragedias del mundo, «me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. Él, en efecto, “fue traspasado por nuestras rebeliones” (Is 53,5). ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo?» (ibíd.).

Con los ojos fijos en las llagas de Jesús Resucitado, cantemos con la Iglesia: «Eterna es su misericordia» (Sal 117,2). Y con estas palabras impresas en el corazón, recorramos los caminos de la historia, de la mano de nuestro Señor y Salvador, nuestra vida y nuestra esperanza. 

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El papa Francisco


Regina Coeli del domingo 12 de abril - Texto completo
El próximo Jubileo Extraordinario de la Misericordia, un tiempo intenso y prolongado para acoger las inmensas riquezas del amor misericordioso de Dios

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 12 de abril de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco rezó este domingo la oración del Regina Coeli, ante una plaza de San Pedro repleta de peregrinos.

A continuación, del texto completo.

"Hoy es el octiavo día después de la Pascua, y el evangelio de Juan nos documenta las dos apariciones de Jesús resucitado a los apóstoles reunidos en el cenáculo: en aquella tarde de Pascua estaba ausente Tomás, y en la aquella después de ocho días en cambio estaba presente Tomás.

La primera vez, el señor mostró las heridas en su cuerpo al los discípulos, hizo el signo de soplar sobre ellos y dijo: “El padre me ha mandado, también yo les envío”. Transmite a ellos su misma misión con la fuerza del Espíritu Santo.

Pero aquella tarde faltaba Tomás, el cual no quiso creer al testimonio de los otros. “Sino veo y no toco sus llagas --dijo-- no creo. Ocho días después, o sea justamente como hoy, Jesús vuelve a presentarse en medio a los suyos y se dirige enseguida a Tomás, invitándolo tocar las heridas de sus manos y de su costado.

Viene al encuentro de su incredulidad para que a través los signos de la pasión pueda alcanzar la plenitud de la fe Pascual o sea la resurrección de Jesús.

Tomás es uno que no contenta y busca, quiere, verificar personalmente, cumplir una propia experiencia personal. Después de las resistencias iniciales e inquietudes, al final llega cree, aunque avanzando con dificultad. Pero llega a la fe.

Jesús lo espera pacientemente y se acerca a las dificultades y a las inseguridades del último que ha llegado. El señor proclama 'beatos' a aquellos que creen sin ver, y la primera es Santa María su madre, pero viene también al encuentro de la exigencia del discípulo incrédulo: “Pon aquí tu dedo, mira mis manos”.

Al contacto salvador con las llagas del Resucitado, Tomás manifiesta sus propias heridas, las propias llagas, las propias laceraciones, la propia humillación, en la herida de los clavos encuentra la prueba decisiva de que era amado, esperado y entendido.

Se encuentra delante de un Mesías lleno de dulzura, de misericordia, de ternura. Era este el Señor que buscaba, en las profundidades secretaras del propio ser, porque siempre había sabido que era así. Y por ello busquemos en lo profundo de nuestro corazón, para encontrar a Jesús. Porque es dulce, misericordioso y tierno. Sabemos que es así.

Encontrado el contacto personal con la amabilidad y la misericordiosa paciencia de Cristo, Tomás entiende el significado profundo de su Resurrección e, íntimamente transformado, declara su fe plena y total en Él exclamando: “Mi Señor y mi Dios”. ¡Esta expresión de Tomás es hermosa!

Él pudo tocar el misterio pascual que manifiesta plenamente el amor salvador de Dios, rico de misericordia. Y Com Tomás también todos nosotros: en este segundo domingo de pascua estamos invitados a contemplar en las llagas del Resucitado la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece en la oscuridad del pecado.

Un tiempo intenso y prolongado para acoger las inmensas riquezas del amor misericordioso de Dios será el próximo Jubileo Extraordinario de la Misericordia, cuya bula de convocación he promulgado ayer por la tarde, aquí en la basílica de San Pedro.

Esta bula inicia con las palabras: 'Misericordiae Vultus', el Rostro de la Misericordia es Jesucristo. Tengamos la mirada puesta en Él.

Tengamos la mirada puesta en Él, que siempre nos busca, nos espera, nos perdona; es tan misericordioso, no se asusta de nuestras miserias. En sus llagas nos cura y perdona todos nuestros pecados. Que la Virgen Madre, nos ayude a ser misericordiosos con los otros como Jesús lo es con nosotros”.

El papa reza el Regina Coeli, oración que en el período pascual reemplaza al la oración del ángelus. 

Después del Regina Coeli, el Santo Padre dirigió algunos saludos, ente ellos a los peregrinos que participaron en Roma en la misa de la Divina Misericordia. También a los neocatecumenales de Roma, que inician una misíón en las plazas de la ciudad para dar testimonio de su fe.

“Dirijo --prosiguió el Papa-- un cordial saludo a los fieles de las iglesias de oriente, que según el propio calendario celebran hoy la santa pascua. Me uno a la alegría del anuncio de Cristo resucitado: ¡Christós anésti! Saludemos a nuestros hermanos de Oriente en este día de su pascua, con un aplauso. Todos...”.

“Envío también un caluroso saludo a los fieles armenios, que han venido a Roma y han participado a la santa misa con la presencia de mis hermanos, y de tres patriarcas y numerosos obispos”.

El Santo Padre recordó también, que “durante las semanas pasadas me han llegado desde todas las partes del mundo tantos mensajes de felicitaciones por la pascua. Con gratitud les devuelvo las felicitadiones a todos. Deso agradecer de corazón a los niños, a los ancianos, a las familias, a las diócesis, a las comunidades parroquiales y religiosas, a los entes y a las diversas asociaciones que han querido manifestarme su afecto y cercanía”.

Y concluyó: “Sigan rezando por mi, por favor. Y a todos les deseo un buen domingo. 'Buon pranzo' y 'arrivederci'!”. 

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Mirada al mundo


Los yihadistas detenidos en España planeaban grabar una decapitación
La célula tenía la intención de atentar en Cataluña. En los registros se ha encontrado una granada, armas y cuchillos de grandes dimensiones

Por Redacción

MADRID, 12 de abril de 2015 (Zenit.org) - Los yihadistas detenidos este miércoles en la operación Caronte contra el terrorismo islamista planeaban atentar en España y para ello habían tomado fotografías desde distintos ángulos del Parlamento de Cataluña, de un céntrico hotel de Barcelona y de una comisaría de la Policía autonómica catalana.

Entre las intenciones de los 11 arrestados --uno de ellos es menor de edad-- estaba también la de hacer un secuestro, vestir a la víctima con un mono naranja y degollarla ante la cámara para difundir luego la escena al estilo del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Tenían previsto hacerlo en territorio español.

Los investigadores señalan que todos los preparativos para atentar estaban en estado embrionario, aunque habían avanzado en sus planes más que los grupos fundamentalistas islámicos detectados en España en los últimos años.

Además se ha conocido, a través del auto del juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz por el que ha enviado a prisión a siete de los 10 interrogados, que el presunto jefe de la célula, Antonio Saez Martínez, alias Alí el peluquero, quiso cometer un atentado contra una librería judía en Barcelona.

El grupo --que se hacía llamar "Fraternidad Islámica para la Predicación de la Yihad"-- se propuso en un principio captar y adoctrinar a combatientes para enviarlos a Siria e Irak a unirse a las filas del ISIS. Las tres personas a las que enviaron fueron detenidas en Bulgaria antes de llegar a la zona, por lo que decidieron cambiar de objetivo: atentarían en España. Fue entonces cuando comenzaron a fotografiar posibles objetivos.

En los registros los investigadores han encontrado una granada en buen estado, diversas armas de fuego, munición y numerosos cuchillos de grandes dimensiones. También disponían de manuales para preparar explosivos y de distintos productos químicos que iban a emplear en la tarea.

(IDV)

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Rome Reports


Exposición en Roma muestra objetos que salvaron supervivientes del genocidio armenio (Video)
Se cumplen 100 años de la matanza de un millón y medio de armenios a manos del Imperio Otomano.

Por Rome Reports

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Cumple 25 años como monja en Gulu, Uganda (Video)
La hermana Mary Clementina pertenece a las Pequeñas Hermanas de María Inmaculada

Por Rome Reports

CIUDAD DEL VATICANO, 12 de abril de 2015 (Zenit.org) -  Para ver el vídeo hacer click aquí

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Los Meninos da rua traen samba y capoeira al Papa Francisco (Video)
Unos 20 jóvenes de las favelas de Brasil estuvieron en San Pedro. Para ver el vídeo hacer click aquí

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Espiritualidad


Beata Margherita de Città di Castello -13 de abril
«La vida de esta beata, tan maltratada por la naturaleza y por su cercano entorno, brilla en todo su fulgor enseñándonos lo que sucede cuando el infortunio de nacer malherida se troca en gracia y misericordia divinas»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 12 de abril de 2015 (Zenit.org) -  Tan mal considerada fue esta beata en su más cercano entorno que, exceptuando las humildes personas de bondadoso corazón que la ayudaron, incluidos los dominicos, durante un tiempo pocos pudieron entrever la finísima obra de orfebrería que Dios realizaba en ella cincelando su espíritu con la deslumbrante e inigualable luz de su belleza. Con el ejemplo de su vida, y las gracias de las que fue adornada, se asesta un mazazo a los prejuicios, a la fría conceptualización de una persona por su aspecto externo que, en este caso concreto, fue acompañada de una falta de piedad inaudita. Porque Margherita nació en 1287 en el castillo de Metola (perteneciente entonces a la Massa Trabaria), provincia de Pesaro y Urbino, Italia, con dolorosas deformidades.

Afectada de ceguera, lisiada –con ostensible cojera y una prominente joroba– simplemente por su debilidad, y no es poco, debería haber polarizado en ella toda la ternura de sus padres Parisio y Emilia. Además, siendo nobles y pudientes podrían haberla colmado de atenciones. No fue así. Su llegada parecía obedecer a una desgracia más que a una bendición. Una joven hermosa y saludable habría encajado perfectamente en tan selecto entorno. Pero no era su caso. Siendo la primogénita, la pobre criatura defraudó las esperanzas de su padre que hubiera deseado un varón, y se hizo acreedora de su desdén. La confiaron a una persona del servicio y fue bautizada por el capellán de la fortaleza con absoluta discreción, por no decir casi de forma clandestina. No había lugar para ella en el castillo.

Para mantenerla a resguardo de miradas ajenas, fue recluida en una celda. Cuando fortuitamente fue descubierta por unos invitados, la trasladaron a un habitáculo construido en las inmediaciones de la fortaleza, en una zona boscosa, con un ventanuco para introducir la comida. Tenía 6 años y sus padres no habían vuelto a verla desde que nació. Así que la condenaron a vivir en una fría cárcel. ¡Cuánta desgracia junta! Tan solo el capellán, que le enseñó a orar, pudo apreciar la inteligencia que le adornaba y cómo iba creciendo pertrechada en la sabiduría que proviene de la gracia divina.

Nueve años permaneció en tan inhóspito lugar, sola, contando únicamente con la visita puntual del sacerdote y alguna esporádica de Emilia. En ese tiempo ya había aprendido a reconocer el amor de Dios que acoge a sus hijos con infinita misericordia al margen de defectos y debilidades. En Cristo crucificado halló el modelo a seguir para abrazarse a la cruz, gozosa de poner a sus pies sus particulares sufrimientos regados con muchas lágrimas. El estallido de la guerra obligó a sus padres a aceptarla en la fortaleza, aunque la trataron como a una prisionera manteniéndola en el sótano en pésimas condiciones. Confortada por el capellán, soportaba tanta ignominia con fortaleza y confianza.

Hacia los 15 años un día fue conducida por sus padres a Città di Castello para solicitar la mediación de un franciscano, (puede que fuese el lego fray Giacomo, fallecido poco tiempo antes con fama de santidad, y ante cuya tumba se produjeron algunos milagros) y lograr su curación. Para ello hicieron un fatigoso viaje atravesando los Apeninos. Da la impresión de que buscaban, sobre todo, librarse de tan embarazosa presencia. Como no obtuvieron lo que deseaban, dejaron a la muchacha en una iglesia abandonada, a su libre albedrío.

La ceguera del corazón, infinitamente más tenebrosa que la física, era atuendo de los padres de Margherita. Obviamente, Dios en su infinita misericordia no iba a desentenderse de esta hija predilecta, tan cruelmente tratada. Y como hace con todos, de forma especial con los que están inmersos en el drama del sufrimiento, la bendeciría de forma singular. Así pues, aunque la joven deambuló llena de angustia como una vagabunda, mendigos, y luego campesinos de gran corazón, se apiadaron de ella. Se cumplía su honda impresión de que, aunque sus padres la desampararon, Dios nunca la abandonaría. Hacia sus 20 años ingresó en un convento, parece que regido por oblatas, que prescindieron de ella al no soportar la presencia de tanta virtud en un claustro de costumbres algo laxas, como era aquél en esos momentos. Para vivir con un santo hace falta disponerse a la exigente entrega consignada en el evangelio, de lo contrario se corre el riesgo de sucumbir ante las propias flaquezas. Es lo que entonces ocurrió.

De nuevo en la calle, Margherita fue acogida por un bondadoso matrimonio compuesto por Venturino y Grigia. La Orden de predicadores la aceptó como laica y durante treinta años vistió el hábito de la Tercera Orden de santo Domingo feliz al poder encarnar la riqueza de este carisma. Gran penitente, acostumbrada a la austeridad, a las mortificaciones y a la oración, fue escalando las altas vías de la contemplación. Con su ejemplo conmovía a la gente que acudía a ella en busca de consejo. Era especialmente devota de la Sagrada Familia y tuvo debilidad por los pobres y los enfermos, a los que socorrió junto a los reclusos y a los moribundos.

Aprendió de memoria el Salterio y solía meditar en el misterio de la Encarnación. Fue agraciada con éxtasis, junto a los dones de profecía y milagros. Murió el 13 de abril de 1320. Según parece, en su corazón encontraron tres perlas que tenían esculpidas respectivamente las imágenes de Jesús, María y José. Quienes la conocían le habían escuchado decir en numerosas ocasiones: «¡Oh, si supierais el tesoro que guardo en mi corazón, os maravillaríais!». Su cuerpo, que se conserva incorrupto –como se constató al abrir el ataúd para darle nueva sepultura el 9 de junio de 1558–, se venera bajo el altar mayor de la basílica de San Domenico en Città di Castello. Pablo V la beatificó el 19 de octubre de 1609. El prelado que se hallaba en Urbino en 1988 la proclamó patrona de los ciegos para esa diócesis.

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Un nuevo Congreso Litúrgico de Montserrat
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona

Por Cardenal Lluís Martínez Sistach

BARCELONA, 12 de abril de 2015 (Zenit.org) - Este año coinciden varias conmemoraciones de carácter litúrgico. En primer lugar, hace cien años del primer Congreso Litúrgico de Montserrat, celebrado en 1915. Más adelante, en 1965, o sea hace cincuenta años, se empezó a decir la misa en las lenguas de la gente, de cara a la asamblea cristiana, con un cambio de ritos que los hacía más cercanos, más participativos y más comprensibles. Fue en dos etapas: una, como una prueba, el 1 de enero, y la siguiente, ya de manera plena, el 7 de marzo.

En diciembre de 1963, el Concilio había aprobado la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, en la que se ofrecían los principios básicos de lo que debía ser la reforma litúrgica y se señalaban algunas de las concreciones posibles. Por ejemplo, se apuntaba que había que reflexionar sobre la posibilidad de celebrar la misa en las lenguas vivas.

El papa Pablo VI, de manera inmediata, puso en marcha los organismos encargados de la reforma. La Iglesia, después de siglos, abandonaba el uso del latín en el culto y se pasaba a las leguas vivas. Fue un gran cambio, no en el orden de las verdades de fe pero sí en la práctica cristiana. No todo el mundo entendió la motivación profunda de la Iglesia para dar este paso. Dejar el uso del latín se vio como un cierto empobrecimiento cultural, pero hacer entrar las lenguas autóctonas en el culto también tenía una dimensión cultural muy positiva. Y así se vivió en Cataluña, donde el uso de la lengua vernácula en la catequesis, la predicación y el culto había pasado por momentos difíciles.

La Iglesia decidía hacer la celebración de la misa y de los demás sacramentos en las lenguas vivas para hacerlos más cercanos y comprensibles, más participados por toda la comunidad y más inspirados en la Sagrada Escritura, y para acercar la Palabra de Dios a los cristianos. Más adelante, la reforma litúrgica dio nuevos pasos, en especial con el nuevo orden de lecturas, que puso al alcance del pueblo cristiano una presencia más abundante de la Biblia en las celebraciones.

En Cataluña, estas reformas se vivieron con un verdadero entusiasmo. El terreno estaba preparado gracias a una especial sintonía con el movimiento litúrgico que se vivía desde hacía tiempo en varios países de Europa y que aquí promovían instituciones como el Fomento de Piedad y el monasterio de Montserrat. En este monasterio, en 1915, hace ahora cien años, se celebró el primer Congreso Litúrgico, que tuvo cuatro objetivos sobre el culto cristiano: profundización, participación activa y fomento de la vida sacramental y de la vida comunitaria. En el año 1965, ya después del Concilio, se celebró el segundo Congreso y en 1990 el tercero, con el fin de evaluar cómo había sido recibida la reforma en Cataluña.

Ahora, nuevamente, los obispos de las diócesis catalanas y el abad de Montserrat hemos convocado un nuevo Congreso Litúrgico -el cuarto-, que tendrá lugar los próximos días 16, 17 y 18 de abril, coincidiendo con el centenario del primer Congreso, muy centrado en el futuro de la reforma litúrgica en nuestra tierra.

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