Marcelino Manzano Vilches es el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías de la diócesis de Sevilla. Su nombramiento ha concitado la aprobación unánime de este sector de la pastoral con tanta repercusión en la vida de la Iglesia en Sevilla. Llega a esta responsabilidad tras un breve paso por la Delegación de Medios de Comunicación y en la actualidad es, además, párroco de San Vicente Mártir.

¿Cómo se ha desarrollado este año, el primero como delegado de Hermandades?

Visitando las hermandades, unas seiscientas. Y estoy conociendo a unos cofrades muy comprometidos, con ganas de prepararse, de que sus hermandades cumplan con sus fines y que quieren tener cada vez más experiencia de Jesucristo. También destacaría los grupos de fieles que están preparándose para ser algún día hermandad. Vivencias muy bonitas, tanto en Sevilla capital como de los pueblos.

¿Desde su experiencia cofrade, se ha encontrado con la Delegación que esperaba?

Sí, porque también como párroco había necesitado de esta Delegación. Conocía a Manuel Soria, que hizo una grandísima labor, y sí, he encontrado lo que esperaba: mucha tarea, pero una tarea muy apasionante. Algunas dificultades que, con la ayuda del Señor, se van venciendo.

¿En qué consiste su cometido?

Es una ayuda al arzobispo en la animación, coordinación, acción pastoral y evangelizadora de las hermandades y cofradías. Por ser delegado del arzobispo, mi responsabilidad también pasa por ayudar a los párrocos y a las hermandades, ofrecer propuestas, pistas y solventar dificultades.

Tampoco faltan conflictos en los que mediar

Otra dimensión que genera mucha tarea es la jurídica -no olvidemos que las hermandades son personas jurídicas erigidas por el arzobispo, apunta- y eso lo lleva Antonio Vergara, delegado episcopal para Asuntos Jurídicos. Y es que lo jurídico en la Iglesia existe para regular lo pastoral, es una labor muy valiosa e importante. No vamos por separado, nos relacionamos mutuamente, hay que aprobar y revisar las reglas, aprobar las juntas de gobierno, etc.

¿Cómo de fluida es la relación entre párroco, delegado y hermandades?

En general, la relación de los sacerdotes con las hermandades es fluida, cordial y de gran colaboración. Hay casos puntuales dónde es un poquito más fría, y estamos trabajando para que no sea así. Los párrocos atienden a las hermandades con gran dedicación, también hay parroquias con muchas hermandades y el párroco no puede atenderlas a todas. Para ello hay sacerdotes, directores espirituales, que las ayudan, y ellas se dejan asesorar  y aconsejar. La relación con el delegado es igual de buena y fluida, y yo procuro estar presente en todos los consejos locales que puedo. Le doy mucha importancia a lo presencial, y eso requiere esfuerzo, pero es necesario.

¿Qué le preocupa más?

Que las hermandades se dejen influenciar por el secularismo, y pierdan o no sean conscientes de su identidad cristiana y de Iglesia, que es lo que las define. También que se describan a sí mismas como algo cultural y folclórico. Que sí, que tienen un valor cultural, histórico y artístico, pero a la vez son Iglesia, comunidades cristianas que tienen que evangelizar. Me preocupa que se banalicen aspectos de la Semana Santa, perdiendo su dignidad cristiana y eclesial. La formación es fundamental para eso y los párrocos trabajan en ese sentido, pero esa realidad está en el mundo y me preocupa.

En estos años de crisis ¿hay planteamientos nuevos en la labor social de las Hermandades?

En los últimos años he visto que las hermandades se coordinan cada vez más con las Cáritas parroquiales y están empezando a hacer proyectos en común para ser más eficaces. Hay otro planteamiento nuevo, un paso más, porque están trabajando la promoción de la persona, y la bolsa de la caridad ya ha dejado de ser meramente asistencial  para pasar a ser promocional. Las hermandades siguen asistiendo, pero también procurando talleres de empleo, trabajando con entidades y  fundaciones, colaborando con instituciones de la Iglesia que requieren medios y sosteniéndolas  económicamente. Hay muchos ejemplos: la Fundación Virgen de la O para ayudar a madres embarazadas, o los centros de orientación familiar.

¿Cuál es su valoración de los primeros pasos del plan de formación de miembros de juntas de gobierno?

Estamos muy satisfechos con la marcha del primer curso de la Escuela Diocesana de Hermandades y Cofradías, que lleva el nombre de San Fernando. Se han inscrito 62 alumnos pertenecientes  a juntas de gobierno y lo mejor de todo es lo contentos que están por lo que están recibiendo. Ha tenido una gran acogida. Agradezco a Antonio Bueno, director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas, la ilusión que ha puesto en el proyecto. Ya estamos preparando el segundo curso con asignaturas más específicas para las hermandades.

Usted es un asiduo de las redes sociales ¿Qué sobra y qué falta en el ‘twitter cofrade’?

El sentir cofrade tiene que estar en las redes porque somos muchos. Creo que es un buen instrumento para que las hermandades den a conocer sus noticias y proyectos, y falta que otras den el paso y se hagan presentes en este ámbito. Veo cierto temor por verse sujetos a opiniones, pero creo que es positivo que una hermandad se muestre en ese universo donde hay que evangelizar. Están también el Papa y muchos sacerdotes. Y sobra, no tanto como en otros foros, alguna opinión desde el anonimato que a veces puede herir con sus palabras.

¿Son realidades  distintas las que se viven como párroco de pueblo y del centro de Sevilla?

Los problemas de los cristianos, la esperanza y los gozos son los mismos porque somos Iglesia, pero evidentemente no vivimos aislados de la sociedad y el ámbito rural no es igual que el urbano, aunque cada vez se parecen más. Yo he sido muy feliz como párroco de zonas rurales durante doce años. Y el centro no es tan frío como puedan pensar.

(Iglesia en Sevilla)