Cardenal Sarah: al pan, pan y al vino, vino.

 

Los cardenales africanos no dejan de sorprendernos gratamente. Resulta un soplo de aire fresco escucharles hablar sin las precauciones ni las frases políticamente correctas que son tan comunes en Europa. Se les entiende todo. Se agradece su franqueza y su celo por las cosas de Dios.

La publicación francesa L’Homme Nouveau publica una entrevista con el cardenal Robert Sarah, prefecto para la Congregación del Culto Divino, a raíz del libro que acaba de publicar en Francia con el título de Dieu ou rien, Entretien sur la foi (Dios o nada, Entrevista sobre la fe). No tiene desperdicio. Quienes lean en francés pueden leerla completa aquí

Para hacer boca, les dejo algunas de las afirmaciones del cardenal Sarah que más me han llamado la atención:

  • “Con “Dios o nada” me gustaría volver a poner a Dios en el centro de nuestros pensamientos, en el centro de nuestra acción, en el centro de nuestra vida, el único lugar que Él debe ocupar”.
  • “Hoy, en el contexto de crisis profunda, que ve a la fe misma cuestionada y sus valores rechazados, creo firmemente que África puede aportar, en su pobreza, en su miseria, sus bienes más preciosos: su fidelidad a Dios, al Evangelio, su compromiso con la familia, con la vida, en un momento histórico en el que Occidente da la impresión de querer imponer los valores inversos”.
  • “¿Qué significa “participar en la liturgia"?. Quiere decir entrar de lleno en la oración de Cristo. Nada que ver con el ruido, el bullicio y el hecho de que todo el mundo tiene un papel como en un teatro. Se trata de entrar en la oración de Jesús, de inmolarse con Él”.
  • “Benedicto XVI fue claro sobre el hecho de que la Iglesia no se construye a golpes de rupturas, sino en la continuidad. Sacrosanctum Concilium, el texto conciliar sobre la santa liturgia, no suprime el pasado. Por ejemplo, nunca pidió la supresión del latín o de la misa de San Pío V”.
  • Si la Iglesia empieza a hablar como el mundo y a adoptar el lenguaje del mundo, tendrá que aceptar cambiar su modo de juicio moral, y en consecuencia, tendrá que abandonar su pretensión de querer iluminar y guiar las conciencias. Al hacerlo, la Iglesia tendrá que renunciar a su misión de ser para los pueblos una luz de verdad”.
  • “Creo que el Magisterio debe mantenerse firme como una roca. Porque si se crea una duda, si el magisterio se sitúa en relación con el momento en que vivimos, la Iglesia ya no tiene derecho a enseñar”.
  • “No se puede, bajo el pretexto de que ya no nos escuchen, adaptar la formulación de la enseñanza de Cristo y de la Iglesia a la circunstancias, a la historia o a la sensibilidad de cada uno. Si se crea un magisterio inestable, se crea una duda permanente. Hay un enorme trabajo que hacer al respecto: hacer comprensible la enseñanza de la Iglesia manteniendo intacto el núcleo de la doctrina. Y es por eso que es inaceptable separar la doctrina de la pastoral: una pastoral sin doctrina es una pastoral construida sobre la arena”.
  • Creo que dejar que un sacerdote o un obispo diga cosas que socavan o arruinan el depósito de la fe, sin interpelarle, es una falta grave. Como mínimo, hay que interpelarle y pedirle que explique las razones de sus comentarios, sin dudar en exigirle que los reformule de manera conforme a la doctrina y a la enseñanza secular de la Iglesia. No podemos dejar que la gente diga o escriba cualquier cosa sobre la doctrina, la moral, lo que actualmente desorienta a los cristianos y crea una gran confusión sobre lo que Cristo y la Iglesia siempre han enseñado”.