La iglesia griega ofrece su apoyo ante la crisis del país. Algunas consideraciones

 

Sabía que se iba a liar. En cuanto se conoció la noticia según la cual la iglesia griega habría ofrecido su ayuda al estado para superar la grave crisis económica, supe que rápidamente se alzarían voces en España pidiendo que, en estos difíciles momentos, la iglesia se desprendiera de sus bienes y los ofreciera generosamente como una colaboración especial para ayudar a la nación a superar los difíciles momentos por los que pasamos.

Pues bien, dicho esto, quisiera ofrecer algunas consideraciones a mis lectores.

PRIMERA. La iglesia griega ha dejado claro que no piensa vender bienes a pesar de gozar de un importante patrimonio. Vender, nada. Ofrecen, pues una ayuda, que no está concretada ni mucho menos.

SEGUNDA. La iglesia española, ante la crisis, ofrece una primera ayuda que consiste en vivir de los que los fieles aportan, bien sea en las propias iglesias, bien marcando la crucecita en la declaración de la renta. No así Grecia, cuyos popes cobran su paga directamente del estado. Una primera ayuda que podría ofrecer la iglesia griega sería renunciar a esas pagas y vivir únicamente de las aportaciones de los fieles.

TERCERA. Además de que en España la iglesia se autofinancia, esta misma iglesia, como respuesta a la crisis, mantiene abierta una red de Cáritas parroquiales que fue capaz de atender a más de dos millones y medio de personas en el año 2014, gracias a los locales que ofrecen desinteresadamente las parroquias y a los miles de voluntarios comprometidos con el tema. La iglesia griega en este punto no nos llega a la suela de los zapatos.

CUARTA. No hace falta que nadie recuerde a la iglesia española la necesidad de ayudar en tiempos de crisis. Ya se está haciendo en la medida en que la autofinanciación es una realidad y en la atención a tantas personas desfavorecidas.

QUINTA. En España la grave crisis económica que padecemos tiene su origen en la mala administración de caudales públicos y en la rapiña constante de todo tipo de desaprensivos de la hacienda pública. Basten los ejemplos del fraude de los ERES y la formación en Andalucía, el caso Gürtel, los negocios de los Pujol… y tantas y tantas corruptelas, para irnos a MÁS DE DIEZ MIL MILLONES DE EUROS. Me pregunto por qué la iglesia tiene que hacer frente a eso. Lo que se hace necesario es que devuelvan ese dinero quienes se lo llevaron.

SEXTA. La voluntad de los donantes debe ser sagrada en todos los ámbitos. Para empezar, para el propio Estado que ha de saber que lo que cada contribuyente aporta lo hace para sanidad, educación, defensa… pero no para enriquecimientos de jefes y amiguetes. Lo mismo es aplicable a las donaciones que recibe la iglesia: son para culto, clero, educación y obras de caridad, jamás para tapar los agujeros dejados por cualquier chorizo, independientemente de la marca que ostente. Los dos euros de doña Pura o los dos millones de doña Justa entregados a la iglesia habría que preguntarles si están de acuerdo en que se gasten en tapar los agujeros dejados por cualquier desaprensivo.

SEPTIMA. Lo de enajenar bienes de la iglesia para fortalecer las arcas del estado se ha experimentado varias veces en España. La más sonora en 1837 protagonizaba por Mendizábal, que supuso dejar a los pobres igual de pobres, enriquecer más a los ricos vendiéndoles a precio de saldo un enorme patrimonio, y acabar con una parte importantísima de patrimonio histórico que acabó deshaciéndose por falta de voluntad de mantener y sacar adelante lo que de verdad hubiera merecido la pena.

Es igual. Que la Iglesia venda y se lo dé a los pobres. Claro, a los de la Gurtel, a los de Andalucía, a la saga Pujol, que tapemos los agujeros dejados en la hacienda pública por toda esa cohorte de chorizos malnacidos. Pues no.

Nosotros, como Iglesia, a autofinanciarnos, ayudar a los pobres y predicar, sí, sobre todo predicar la honradez y el exacto cumplimiento del séptimo: no robar.