¿Qué se juega la Iglesia católica con las tesis progres?

A veces es fácil hacerse el espléndido cuando se habla o escribe acerca de teorías y de tesis que defender.

En realidad, sale gratis admitir cualquier opción en la vida y así poder argumentar que se es muy generoso y que, al fin y al cabo, abierto y democrático.

En materia teológica la Iglesia católica tiene una doctrina que transmitir y no puede hacer dejación de ella por comodidad o porque los tiempos corran por caminos distintos a los que estableció Dios para su creación.

Entonces… aparecen determinadas teorías, tesis y pensamientos que pueden colocar a la Esposa de Cristo ante una difícil posición.

¿Es mejor dejar que todo pase o es más conveniente atajar el mal para que no invada el seno de la Iglesia católica?

Por otra parte ¿Qué se juega la Iglesia católica con aquello que se propone desde lo que se da en llamar “progresismo eclesial”?

En principio, hay que partir del conocimiento y de la seguridad que lo que se pretende, desde el tal progresismo, desde “nuestros progres”, es darle la vuelta a la Iglesia católica, que deje de ser como es y venga a ser otra cosa más acorde a los particulares gustos eclesiales de las personas que se posicionan, casi siempre, en contra de lo que se diga desde la Esposa de Cristo.

Casi nada les gusta y, por eso mismo, pretenden introducir una especie de cambio drástico que transforme lo que la Iglesia católica es en una institución que acuerde con el mundo, que se adapte según los gustos de lo mundano y que, sobre todo, sea políticamente correcta.

Sin embargo, sabemos que, por ejemplo, la Iglesia católica no puede ser políticamente correcta porque de actuar de tal forma se alejaría mucho de la doctrina que está obligada a defender y, sobre todo, a transmitir. Eso no lo puede hacer.

Entonces la Iglesia católica, su jerarquía y los fieles que constituimos las piedras vidas de la misma, no podemos hacer como si la cosa no fuera con nosotros porque, en realidad, aquella se juega mucho de seguir las opiniones que se vierten desde los cenáculos progres.

La Iglesia católica se juega, por decirlo pronto, todo su ser si se acepta lo que se dice por parte de quien quiere otra cosa manejable y light; se juega su esencia, se juega su mismo futuro porque de hacer tal cosa el final de la Esposa de Cristo estaba asegurado por inmersión en la Nueva Era pues pasaría a ser una corriente más de, digamos, pensamiento religioso.

Es algo que, por supuesto, ni puede permitir quien puede permitir tal cosa ni, tampoco, los católicos de a pié podemos quedarnos haciendo la estatua o el don Tancredo esperando el golpe que se ve venir. Actuar corresponde, entonces, y poner remedio a las asechanzas del Mal que, a través de teólogos, religiosos cuando no sacerdotes y obispos, a quien tiene autoridad para hacer tal cosa.

Por otra parte, las normas están para cumplirlas. Y hay un Código de Derecho Canónico y hay muchas otras instancias que pueden determinar que cuando alguien hace de su capa un sayo hay que quitarle la capa y el sayo para que no se vista con una y otro y venga abrigado a la lucha por el Bien.

Eso, sin duda, no puede ser. Y, además, que cada palo aguante su vela o mejor al revés…si hay velas que han dejado de alumbrar que aguanten el palo que les corresponde.

 

Eleuterio Fernández Guzmán