Nueva datación del Nuevo Testamento (7) –La Epístola a los Hebreos

Reseña del libro: John A. T. Robinson, Redating the New Testament, Wipf and Stock Publishers, Eugene-Oregon, 2000 (369 páginas); publicado previamente por SCM Press, 1976.

El libro está disponible en línea en: www.preteristarchive.com/Books/1976_robinson_redating-testament.html

En este post presentaré el Capítulo VII –La Epístola a los Hebreos.

“Aparte de las profecías de la caída de Jerusalén en los evangelios sinópticos, no hay ninguna otra pieza de literatura del Nuevo Testamento que plantee tan agudamente como lo hace la epístola a los Hebreos la cuestión de su relación con los eventos del 70. (…) Todo el tema de Hebreos es la superación final por Cristo del sistema levítico, su sacerdocio y sus sacrificios. La destrucción del santuario, que llevó este sistema físicamente a su fin, debería seguramente, si hubiera ocurrido, haber dejado su marca en algún lugar.

Es generalmente aceptado que no existe tal referencia o alusión; y sin embargo la epístola a los Hebreos está entre aquellos libros del Nuevo Testamento regularmente ubicados… ‘bajo Domiciano’ ” (p. 200). Robinson señala irónicamente que muchos exégetas ubican la composición de los Evangelios sinópticos después del año 70 explicando sus profecías sobre la caída de Jerusalén, mientras que en el caso de Hebreos lo hacen explicando su silencio sobre esa caída. Cara, yo gano; cruz, tú pierdes…

Con respecto a este punto, consideremos solamente un texto de Hebreos:

“La Ley, en efecto –al no tener más que la sombra de los bienes futuros y no la misma realidad de las cosas– con los sacrificios repetidos año tras año en forma ininterrumpida, es incapaz de perfeccionar a aquellos que se acercan a Dios. De lo contrario, no se habrían ofrecido más esos sacrificios, porque los que participan de ellos, al quedar purificados una vez para siempre, ya no tendrían conciencia de ningún pecado. En cambio, estos sacrificios renuevan cada año el recuerdo del pecado, porque es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados.” (Hebreos 10,1-4).

Si los sacrificios del Templo de Jerusalén hubieran cesado antes de escribirse estas palabras, ellas muy difícilmente habrían quedado así como están, sin modificación ni comentario, porque el fin del antiguo culto habría evidenciado todo lo que el autor de Hebreos intentó probar. En cambio la Epístola de Bernabé, también centrada en el tema de la relación entre el cristianismo y los ritos judíos, afirma explícitamente que el templo fue destruido por los romanos como consecuencia de la rebelión judía (16,4).

A diferencia de otros estudiosos, Robinson se pronuncia a favor de la integridad de la carta a los Hebreos: “En el caso de Hebreos 13 no hay la menor señal en la tradición manuscrita de que originalmente no perteneciera al resto. Y aunque el nivel de escritura es, naturalmente, diferente al moverse de sermón a correspondencia, no hay evidencia de un cambio de estilo. Kümmel dice sumariamente, ‘Nada sugiere la adición de una conclusión por otra mano’.” (pp. 205-206).

Hebreos 13,24 da una clave de la localización de los destinatarios de la epístola: “Los [hermanos] que vienen de Italia os saludan”. Algunos interpretan esto como un saludo desde Italia. Robinson rechaza esa interpretación: “En una carta, digamos, de Londres a una congregación en el exterior difícilmente sería natural escribir ‘los de Inglaterra’ (es decir, todos los ingleses) envían sus saludos.  Sería más natural que en una carta a Londres los ingleses que están con el escritor se le unieran al expresar su amor a los que permanecen en la patria.” (p. 206). Ésta es una de las razones que hacen pensar a Robinson que la epístola fue dirigida a un grupo de judeo-cristianos dentro de la iglesia de Roma a fines de los años ’60. Se trataría de personas más bien pudientes (cf. Hebreos 10,34) y con un fuerte sentido empresarial. Probablemente por eso, Hebreos utiliza ampliamente metáforas tomadas del lenguaje del comercio.

La gran severidad de algunos pasajes (como 6,4-6; 10,26-31; 12,15-29) es explicable sólo en circunstancias de persecución que involucraron la traición o apostasía de cristianos. Según Robinson, la única situación anterior al 70 que encaja con esta evidencia es la persecución de Nerón a los cristianos de Roma. Hebreos 13,7 (“Acuérdense de quienes los dirigían, porque ellos les anunciaron la Palabra de Dios: consideren cómo terminó su vida e imiten su fe”) puede ser una referencia a los martirios de San Pedro y San Pablo bajo el reinado de Nerón.

Hebreos 12,4 (“Después de todo, en la lucha contra el pecado, ustedes no han resistido todavía hasta derramar su sangre”) lleva a pensar que el grupo al que se dirige la carta aún no ha tenido mártires. Probablemente ese grupo se ha mantenido al margen mientras otros cristianos eran perseguidos. Por eso el autor de Hebreos les recuerda su deber de solidaridad: “Acuérdense de los que están presos, como si ustedes lo estuvieran con ellos, y de los que son maltratados, como si ustedes estuvieran en su mismo cuerpo” (13,3).

En cuanto a Hebreos 10,32-34 (“Recuerden los primeros tiempos: apenas habían sido iluminados y ya tuvieron que soportar un rudo y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a injurias y atropellos, y otras, solidarizándose con los que eran tratados de esa manera. Ustedes compartieron entonces los sufrimientos de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que tenían una riqueza mejor y permanente”), Robinson piensa que bien podría describir la expulsión de los judíos de Roma en el año 49.

Por otra parte, Robinson piensa que Hebreos 6,6 (“y a pesar de todo recayeron, es imposible renovarlos otra vez elevándolos a la conversión, ya que ellos por su cuenta vuelven a crucificar al Hijo de Dios y lo exponen a la burla de todos”), al igual que Juan 13,36 y 21,18, podría reflejar la conocida tradición del Quo Vadis?

Como, según Robinson, Hebreos refleja las muertes de Pedro y Pablo, pero no el alivio traído por el suicidio de Nerón en junio del 68, él fija tentativamente la fecha de composición de Hebreos en el año 67.

Con respecto a la cuestión de la autoría, Robinson se inclina por dar crédito a Tertuliano, quien atribuyó a Bernabé la carta a los Hebreos. Esta hipótesis tiene muchos puntos a favor: Bernabé era suficientemente conocido por los judeo-cristianos de Roma como para no necesitar una presentación personal; no era uno de los Doce Apóstoles pero fue de su generación, convivió con ellos y recibió sus enseñanzas; y se destacó en el género de la exhortación moral, al que corresponde la carta a los Hebreos. En 13,22 el autor se refiere a su epístola como “estas palabras de exhortación”; mientras que en Hechos 4,36 se nos dice que “Bernabé” (que significa “hijo de exhortación”) fue el sobrenombre dado por los Apóstoles a José, un levita nacido en Chipre. Pero de todos modos la fecha y la ocasión de la carta a los Hebreos son independientes de las hipótesis sobre su autoría. (Continuará).  

Daniel Iglesias Grèzes