El Papa Francisco ha recibido este primer lunes de mayo en audiencia a la arzobispa luterana de Upsala (Suecia), Antje Jackelén, que encabeza la delegación de la Iglesia Evangélica-Luterana en ese país venida al Vaticano. Francisco, saludándolos cordialmente, ha evidenciado que el año pasado se celebró el 50 aniversario del decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II ”Unitatis Redintegratio” que sigue siendo el punto de referencia clave para el empeño ecuménico de la Iglesia católica. En él se invitaba a todos los fieles católicos, a emprender el camino de la unidad para superar la división entre los cristianos, que ”no solo se opone abiertamente a la voluntad de Cristo, sino que es también escándalo para el mundo y perjudica a la más santa de las causas: la predicación del Evangelio a toda criatura”.

Dicho decreto ”expresa un profundo respeto y aprecio por aquellos hermanos y hermanas separados a quienes, en la coexistencia cotidiana, se corre a veces el peligro de prestar poca consideración. En realidad no deben ser percibidos como adversarios o competidores, sino reconocidos por lo que son: hermanos y hermanas en la fe”. ”Los católicos y luteranos deben buscar y promover la unidad en las diócesis, parroquias y comunidades de todo el mundo” subrayó el Pontífice mencionando, en ese sentido, el reciente documento “Del conflicto a la comunión. La conmemoración conjunta luterano-católica de la Reforma en el 2017 “, publicado por la Comisión Luterano-Católica para la Unidad. ”Esperamos sinceramente -dijo- que esta iniciativa lleve a dar, con la ayuda de Dios y nuestra colaboración con Él y con los demás, más pasos en el camino de la unidad”.

La llamada a la unidad también implica ”una exhortación apremiante al compromiso común en el ámbito caritativo, en favor de todos aquellos que en el mundo sufren por causa de la miseria y la violencia y que necesitan de manera particular nuestra misericordia. Especialmente el testimonio de nuestros hermanos y hermanas perseguidos nos empuja a crecer en la comunión fraterna. De actualidad urgente es también la cuestión de la dignidad de la vida humana, que debe respetarse siempre, así como las temáticas relacionadas con la familia, el matrimonio y la sexualidad que no pueden ser silenciadas o ignoradas por temor a poner en peligro el consenso ecuménico ya alcanzado. Sería una pena si sobre estas cuestiones tan importantes se consolidasen nuevas diferencias confesionales.

Francisco finalizó su discurso agradeciendo dos cosas. ”En primer lugar -dijo- quiero dar las gracias a la Iglesia luterana sueca por haber acogido a tantos emigrantes sudamericanos en tiempos de las dictaduras. Acogida fraterna que hizo crecer a las familias. Y en segundo lugar, quiero dar las gracias por la delicadeza con que usted, querida hermana, nombró a mi buen amigo, el pastor Anders Root: con él compartí la cátedra de Teología Espiritual y me ayudó mucho en la vida espiritual”.