“Que su sociedad deportiva sea siempre una casa abierta, donde se pueda experimentar la fraternidad y la armonía entre las personas”, exhortación del Obispo de Roma Francisco a los miembros de la Sociedad Deportiva “Lazio”, a quienes recibió en Audiencia en el Aula Pablo VI del Vaticano.

El Santo Padre saludando a los dirigentes y deportistas de este Club, recordó que “en estos 115 años de vida, su asociación se ha esforzado por mantener vivo los ideales que la han caracterizado desde sus orígenes”. De hecho, dijo el Papa “la intención de este grupo de fundadores era difundir el deporte en todos los niveles y en todas las categorías sociales. Por eso los animo a continuar siendo acogedores, a valorizar los diversos talentos. Que su sociedad deportiva sea siempre una casa abierta, donde se pueda experimentar la fraternidad y la armonía entre las personas”.

Asimismo, el Pontífice resaltó el patrimonio moral y deportivo de esta Sociedad expresado en la frase del autor latino Sallustio: «“En la armonía las pequeñas cosas crecen, en la discrepancia las más grandes desaparecen”. Y un mérito de la sociedad deportiva Lazio es haber dado una igual dignidad a todos los deportes». En este sentido, el Santo Padre alertó que se corre el riesgo de hablar siempre de fútbol y descuidar los otros deportes. Y por ello afirmó que “toda disciplina deportiva tiene un valor, no solo físico y social, sino también moral, en cuanto ofrece la posibilidad a las personas, especialmente a los niños y jóvenes, de crecer en el equilibrio, en el auto control, en el sacrificio y en la lealtad hacia los demás”.

De otro lado, el Papa Francisco recordó que no se debe olvidar que la persona humana es un todo, espíritu y cuerpo. Por esto dijo, “los animo a cultivar siempre, junto a la actividad deportiva y competitiva, también la dimensión religiosa y espiritual. A veces sucede que un joven o una joven, por los entrenamientos y las competiciones, deja de lado la Misa, la catequesis… Esto no es un buen signo, quiere decir que se ha perdido la escala de valores. Como también no se debe descuidar el estudio, la amistad, el servicio a los pobres”. Al respecto el Pontífice precisó que “el verdadero deporte favorece la construcción de un mundo más fraterno y solidario, contribuyendo a superar situaciones de injusticia y dificultad humana y social”.

Antes de concluir con sus saludos, el Obispo de Roma felicitó a todos los miembros de esta Sociedad Deportiva por su larga y productiva actividad, además los exhortó a proseguir en este camino al servicio de los jóvenes y de las familias.

(RM – RV)

Saludos del Papa Francisco

Amigos de la Sociedad Deportiva Lazio, ¡buenos días y bienvenidos!

Los saludo cordialmente. Agradezco al Presidente general por sus cordiales palabras que me ha dedicado en nombre de los dirigentes, de los atletas, de los deportistas, de los simpatizantes y de sus familias. En estos 115 años de vida, su asociación se ha esforzado por mantener vivo los ideales que la han caracterizado desde sus orígenes. De hecho, en 1900, un grupo de jóvenes tomó la iniciativa para crear una sociedad deportiva que fuera accesible a los jóvenes del pueblo y que transmitiera los valores morales y éticos del deporte. En esos tiempos el deporte organizado era una prerrogativa de las personas con posibilidades económicas. La intención de este grupo de fundadores era difundir el deporte en todos los niveles y en todas las categorías sociales. Por eso los animo a continuar siendo acogedores, a valorizar los diversos talentos. Que su sociedad deportiva sea siempre una casa abierta, donde se pueda experimentar la fraternidad y la armonía entre las personas, sin discriminación.

Su patrimonio moral y deportivo está simbólicamente manifestado por una frase latina, tomada de Sallustio: “Concordia parvae res crescunt, discordia maximae dilabuntur”. Sería interesante pedir la traducción a alguno de los jóvenes… ¡Pero mejor no! En realidad no es difícil, la frase dice así: “En la armonía las pequeñas cosas crecen, en la discrepancia las más grandes desaparecen”. ¡Es bello eh! Su larga historia ha confirmado esta antigua sentencia: nacida como una pequeña realidad pedestrista, la “Lazio” a lo largo de los años se ha enriquecido con diversas actividades asociadas y se ha articulado en numerosas secciones deportivas. Las mismas que tienen la adhesión de muchos socios, atletas y seguidores de toda edad, unidos entre ellos por el común espíritu olímpico y por el deseo de reciproca solidaridad. Y un mérito de la sociedad deportiva Lazio es haber dado una igual dignidad a todos los deportes. En Italia, como en mi país, en Argentina, se corre el riesgo de hablar siempre de fútbol y descuidar los otros deportes. En cambio toda disciplina deportiva tiene un propio valor, no solo físico y social, sino también moral, en cuanto ofrece la posibilidad a las personas, especialmente a los niños y jóvenes, de crecer en el equilibrio, en el auto control, en el sacrificio y en la lealtad hacia los demás. Y esta mañana quiero resaltarlo: ¡la lealtad! Lealtad hacia los demás. Crece un poco por todos lados la costumbre de la traición: ¡“Esto no me conviene”, dejamos de lado la lealtad! Esto el deporte lo hace crecer mucho.

La Biblia nos enseña que la persona humana es un todo, espíritu y cuerpo. Por esto los animo a cultivar siempre, junto a la actividad deportiva y competitiva, también la dimensión religiosa y espiritual. A veces sucede que un joven o una joven, por los entrenamientos y las competiciones, deja de lado la Misa, la catequesis… ¡Y esto no es un buen signo! Quiere decir que se ha perdido la escala de valores. Como también no se debe descuidar el estudio, la amistad, el servicio a los pobres. Que estas cosas no sean descuidadas por hacer sólo una cosa. ¡No! Todo junto… Gracias a Dios tenemos bellos ejemplos de hombres y mujeres deportistas, también de grandes campeones, que no han dejado jamás de vivir la fe y el servicio al prójimo. En realidad, el verdadero deporte favorece la construcción de un mundo más fraterno y solidario, contribuyendo a superar situaciones de injusticia y dificultad humana y social.

Mientras felicito a su Sociedad deportiva por su larga y productiva actividad, los exhorto a proseguir en este camino al servicio de asociación de los jóvenes y de las familias. Invoco sobre ustedes y sobre sus familias la materna protección de María y les bendigo con afecto. Ahora invoco al Señor que bendiga a todos ustedes. ¡Muchas gracias!