“Ante las tensiones y conflictos que han debilitado la sociedad en Mozambique, la Iglesia debe permanecer unida colaborando con las Instituciones para ayudar a las familias y para defender la vida”, son algunas de las indicaciones pastorales que el Papa Francisco dio en la mañana del pasado sábado 9 de mayo a los Obispos de la Conferencia Episcopal de Mozambique al final de su visita ”ad Limina”.

El Santo Padre propuso la “cultura del encuentro” como una respuesta a los desafíos actuales en Mozambique, donde las tensiones y los conflictos han destruido familias enteras y el futuro de miles de jóvenes. El modo más eficaz para contrarrestar una mentalidad de arrogancia, desigualdad y división social, recordó el Pontífice, es aquel de investir en el campo de la formación, donde se enseña a los jóvenes a pensar en modo crítico, acompañándolos en un camino de maduración en los valores. Por ello, el Papa invitó a los prelados a impulsar la pastoral en  las universidades y en las escuelas, uniendo la tarea educativa con el anuncio del Evangelio.

Defender la vida y la familia

De otra parte, el Pontífice señaló que es importante mantener las buenas relaciones con el Gobierno, esto no quiere decir “dependencia”, sino una sana colaboración, en especial por las leyes que se discuten en el Parlamento. Asimismo, el Obispo de Roma los exhortó a no escatimar esfuerzo alguno para ayudar a la familia y comprometerse en la defensa de la vida, desde su  concepción hasta la muerte natural: la familia, evidenció el Papa, es la fuente primordial de fraternidad, respeto a los demás y vía privilegiada para la paz.

Junto a los prófugos y refugiados

En este sentido, Francisco recordó a las víctimas de las catástrofes naturales que incluso en estos momentos, no cesan de causar destrucción, sufrimiento y muerte, aumentando el número de refugiados. Estas personas, prosiguió el Papa, tienen necesidad de compartir con nosotros sus dolores, ansias y problemas: de aquí la importancia de ir a su encuentro, como hizo Jesús.

Una Iglesia unida

A los Obispos de Mozambique, el Santo Padre les pidió “unidad y clima de familia”, sobre todo en la formación de los sacerdotes, sin olvidar sus necesidades humanas, en especial en los momentos más delicados e importantes. En este año de la Vida Consagrada, el Papa subrayó que el testimonio de fe y de servicio que los religiosos y las religiosas ofrecen en la vida eclesial y social es en favor de los pobres y por todas las miserias humanas, morales y espirituales.

Finalmente, el Santo Padre invitó a los Obispos a estar en medio de los fieles, incluso en las periferias de las diócesis y en las periferias existenciales, donde existe sufrimiento, soledad, degrado humano. Porque un Obispo que vive entre sus fieles tiene los oídos abiertos para escuchar sea lo que dice el Espíritu a la Iglesia, sea la voz de las ovejas, a través de las organizaciones diocesanas que tienen la tarea de contribuir en un dialogo leal y constructivo.

(RM – RV)