Recopilación de intervenciones desde marzo

El Papa reafirma en sus discursos recientes la fe católica sobre la familia y el derecho a la vida

 

El vaticanista Sandro Magister ha hecho una recopilación de los mensajes del papa Francisco de los últimos meses, en los que el Santo Padre explica la doctrina católica acerca del matrimonio y el derecho a la vida. En los textos se aprecia claramente la coincidencia entre las enseñanzas del Pontífice argentino con el magisterio pontificio previo.

12/05/15 12:05 PM


(Chiesa/InfoCatólica) Recopilación de textos recientes del Papa sobre la familia y la vida

1. De la audiencia general del miércoles 18 de marzo de 2015:

Hoy me centraré en el gran don que son los niños para la humanidad —es verdad, son un gran don para la humanidad, pero son también los grandes excluidos porque ni siquiera les dejan nacer. […] Todos somos hijos. Y esto nos reconduce siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros mismos sino que la hemos recibido. El gran don de la vida es el primer regalo que nos ha sido dado. A veces corremos el riesgo de vivir olvidándonos de esto, como si fuésemos nosotros los dueños de nuestra existencia. […]

Los niños causan también preocupaciones y a veces muchos problemas; pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se quedó sin niños. Y cuando vemos que el número de nacimientos de una sociedad llega apenas al uno por ciento, podemos decir que esta sociedad es triste, es gris, porque se ha quedado sin niños.

2. De la carta del 20 de marzo de 2015 a la comisión internacional contra la pena de muerte:

El Magisterio de la Iglesia, a partir de la Sagrada Escritura y de la experiencia milenaria del Pueblo de Dios, defiende la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y sostiene la plena dignidad humana en cuanto imagen de Dios. La vida humana es sagrada porque desde su inicio, desde el primer instante de la concepción, es fruto de la acción creadora de Dios. […] La vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios.

3. Del encuentro del 21 de marzo de 2015 con los jóvenes de Nápoles:

La crisis de la familia es una realidad social. Luego están las colonizaciones ideológicas sobre las familias, modalidad y propuestas que existen en Europa y vienen incluso de más allá del océano. Luego ese error de la mente humana que es la teoría del gender, que crea tanta confusión.

Así la familia se ve atacada. ¿Qué se puede hacer con la secularización en acción? ¿Cómo proceder con estas colonizaciones ideológicas? ¿Qué se puede hacer con una cultura que no considera a la familia, donde se prefiere no casarse? Yo no tengo la receta. La Iglesia es consciente de esto y el Señor ha inspirado convocar el Sínodo sobre la familia, sobre tantos problemas. Por ejemplo, el problema de la preparación al matrimonio por la Iglesia.

4. De la audiencia general del miércoles 25 de marzo de 2015:

El 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, en muchos países se celebra la Jornada por la vida. Por eso, hace veinte años, san Juan Pablo II en esta fecha firmó la encíclica"Evangelium vitae". Para recordar este aniversario hoy están presentes en la plaza muchos simpatizantes del Movimiento por la vida.

En la "Evangelium vitae" la familia ocupa un sitio central, en cuanto que es el seno de la vida humana. La palabra de mi venerado predecesor nos recuerda que la pareja humana ha sido bendecida por Dios desde el principio para formar una comunidad de amor y de vida, a la que se le confía la misión de la procreación. Los esposos cristianos, al celebrar el sacramento del Matrimonio, se muestran disponibles para honrar esta bendición, con la gracia de Cristo, para toda la vida.

La Iglesia, por su parte, se compromete solemnemente a ocuparse de la familia que nace en ella, como don de Dios para su vida misma, en las situaciones buenas y malas: el vínculo entre Iglesia y familia es sagrado e inviolable. La Iglesia, como madre, nunca abandona a la familia, incluso cuando está desanimada, herida y de muchos modos mortificada. Ni siquiera cuando cae en el pecado, o cuando se aleja de la Iglesia; siempre hará todo lo posible por tratar de atenderla y sanarla, invitarla a la conversión y reconciliarla con el Señor. […]

Todos – Papa, cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, fieles laicos –, todos estamos llamados a rezar por el Sínodo. Esto es lo que se necesita, no de habladurías! […] Que el próximo Sínodo de los obispos haga tomar conciencia todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios.

5. De la audiencia general del miércoles 8 de abril de 2015:

Numerosos niños desde el inicio son rechazados, abandonados, les roban su infancia y su futuro. Alguno se atreve a decir, casi para justificarse, que fue un error hacer que vinieran al mundo. ¡Esto es vergonzoso! No descarguemos sobre los niños nuestras culpas, ¡por favor! Los niños nunca son «un error». Su hambre no es un error, como no lo es su pobreza, su fragilidad, su abandono – tantos niños abandonados en las calles; y no lo es tampoco su ignorancia o su incapacidad –; son tantos los niños que no saben lo que es una escuela. Si acaso, estos son motivos para amarlos más, con mayor generosidad. ¿Qué hacemos con las solemnes declaraciones de los derechos humanos o de los derechos del niño, si luego castigamos a los niños por los errores de los adultos?

6. De la audiencia general del miércoles 15 de abril de 2015:

La diferencia sexual está presente en muchas formas de vida, en la larga serie de los seres vivos. Pero sólo en el hombre y en la mujer esa diferencia lleva en sí la imagen y la semejanza de Dios: el texto bíblico lo repite tres veces en dos versículos: hombre y mujer son imagen y semejanza de Dios. Esto nos dice que no sólo el hombre en su individualidad es imagen de Dios, no sólo la mujer en su individualidad es imagen de Dios, sino también el hombre y la mujer, como pareja, son imagen de Dios.

La diferencia entre hombre y mujer no es para la contraposición, o subordinación, sino para la comunión y la generación, siempre a imagen y semejanza de Dios. La experiencia nos lo enseña: para conocerse bien y crecer armónicamente el ser humano necesita de la reciprocidad entre hombre y mujer. Cuando esto no se da, se ven las consecuencias. […]

La cultura moderna y contemporánea ha abierto nuevos espacios, nuevas libertades y nuevas profundidades para el enriquecimiento de la comprensión de esta diferencia. Pero ha introducido también muchas dudas y mucho escepticismo. Por ejemplo, yo me pregunto si la así llamada teoría del "gender" no sea también expresión de una frustración y de una resignación, orientada a cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma. Sí, corremos el riesgo de dar un paso hacia atrás. La remoción de la diferencia, en efecto, es el problema, no la solución. […] El vínculo matrimonial y familiar es algo serio, y lo es para todos, no sólo para los creyentes. Quisiera exhortar a los intelectuales a no abandonar este tema, como si hubiese pasado a ser secundario, por el compromiso en favor de una sociedad más libre y más justa. […]

Me pregunto si la crisis de confianza colectiva en Dios, que nos hace tanto mal, que hace que nos enfermemos de resignación ante la incredulidad y el cinismo, no esté también relacionada con la crisis de la alianza entre hombre y mujer. En efecto, el relato bíblico, con la gran pintura simbólica sobre el paraíso terrestre y el pecado original, nos dice precisamente que la comunión con Dios se refleja en la comunión de la pareja humana y la pérdida de la confianza en el Padre celestial genera división y conflicto entre hombre y mujer.

De aquí viene la gran responsabilidad de la Iglesia, de todos los creyentes, y ante todo de las familias creyentes, para redescubrir la belleza del designio creador que inscribe la imagen de Dios también en la alianza entre el hombre y la mujer. La tierra se colma de armonía y de confianza cuando la alianza entre hombre y mujer se vive bien. Y si el hombre y la mujer la buscan juntos entre ellos y con Dios, sin lugar a dudas la encontrarán. Jesús nos alienta explícitamente a testimoniar esta belleza, que es la imagen de Dios.

7. De la homilía en Santa Marta del 17 de abril de 2015:

Es la gracia de la «imitación de Jesús» que se refiere, añadió el Papa, «no sólo a los mártires de los que he hablado ahora, sino también a muchos hombres y mujeres que padecen humillaciones cada día y por el bien de la propia familia, el bien de otras cosas, cierran la boca, no hablan, soportan por amor a Jesús. Y son muchos». Esta «es la santidad de la Iglesia: este gozo que da la humillación no porque la humillación sea algo hermoso, no: eso sería masoquismo»; sino «porque con dicha humillación tú imitas a Jesús».

8. De la homilía en Santa Marta del 21 de abril de 2015:

Y «están también los mártires ocultos, los hombres y las mujeres fieles a la fuerza del Espíritu Santo, a la voz del Espíritu, que abren camino, que buscan caminos nuevos para ayudar a los hermanos y amar mejor a Dios». Y por esta razón «son vistos con sospecha, calumniados, perseguidos por muchos sanedrines modernos que se creen dueños de la verdad». Hoy, dijo el Pontífice, hay «muchos mártires ocultos» y entre ellos existen muchos «que por ser fieles en su familia sufren mucho por fidelidad».

9. De la audiencia general del miércoles 22 de abril de 2015:

Pensemos también en la reciente epidemia de desconfianza, de escepticismo, e incluso de hostilidad que se difunde en nuestra cultura – en especial a partir de una comprensible desconfianza de las mujeres – respecto a una alianza entre hombre y mujer que sea capaz, al mismo tiempo, de afinar la intimidad de la comunión y custodiar la dignidad de la diferencia. Si no encontramos un sobresalto de simpatía por esta alianza, capaz de resguardar a las nuevas generaciones de la desconfianza y la indiferencia, los hijos vendrán al mundo cada vez más desarraigados de la misma desde el seno materno. La desvalorización social de la alianza estable y generativa del hombre y la mujer es ciertamente una pérdida para todos. ¡Tenemos que volver a dar el honor debido al matrimonio y a la familia!

10. Del discurso a los obispos de Namibia y Lesoto del 24 de abril de 2015:

Sed generosos al llevarles la ternura de Cristo allí donde hay amenazas contra la vida humana, desde el seno materno hasta la edad avanzada, y pienso de modo particular en los enfermos de VIH y de sida […]. También pienso en las familias cristianas, fragmentadas a causa del trabajo lejano de casa, o por la separación o el divorcio. Os exhorto a seguir ofreciéndoles ayuda y guía. Preparad con nueva firmeza a las parejas para el matrimonio cristiano y sostened constantemente a las familias, ofreciendo con generosidad los sacramentos de la Iglesia, asegurando de modo particular que el sacramento de la misericordia sea largamente disponible. Os agradezco vuestros esfuerzos por promover una sana vida familiar ante las visiones distorsionadas que emergen en la sociedad contemporánea.

11. Del discurso a los obispos de Benín del 27 de abril de 2015:

Sé que la pastoral del matrimonio sigue siendo difícil teniendo en cuenta la situación concreta, social y cultural, de vuestro pueblo. Sin embargo, es necesario no desanimarse; hay que perseverar porque la familia que la Iglesia católica defiende es una realidad querida por Dios; es un don de Dios que aporta tanto a las personas como a la sociedad, la alegría, la paz, la estabilidad, la felicidad. La puesta en juego es importante porque, siendo la familia la célula base tanto de la sociedad como de la Iglesia, es en su interior donde se transmiten los auténticos valores humanos y evangélicos.

12. De la audiencia general del miércoles 29 de abril de 2015:

Hoy las personas que se casan son cada vez menos; esto es un hecho: los jóvenes no quieren casarse. En muchos países, en cambio, aumenta el número de las separaciones, mientras que el número de los hijos disminuye. La dificultad de permanecer juntos – ya sea como pareja, que como familia – lleva a romper los vínculos siempre con mayor frecuencia y rapidez, y precisamente los hijos son los primeros en sufrir sus consecuencias. […]

Si experimentas desde pequeño que el matrimonio es un vínculo «por un tiempo determinado», inconscientemente para ti será así. En efecto, muchos jóvenes tienden a renunciar al proyecto mismo de un vínculo irrevocable y de una familia duradera. Creo que tenemos que reflexionar con gran seriedad sobre el por qué muchos jóvenes «no se sienten capaces» de casarse. Existe esta cultura de lo provisional... todo es provisional, parece que no hay algo definitivo. […]

En realidad, casi todos los hombres y mujeres quisieran una seguridad afectiva estable, una matrimonio sólido y una familia feliz. La familia ocupa el primer lugar en todos los índices de aceptación entre los jóvenes; pero, por miedo a equivocarse, muchos no quieren tampoco pensar en ello; incluso siendo cristianos, no piensan en el matrimonio sacramental, signo único e irrepetible de la alianza, que se convierte en testimonio de la fe. Quizás, precisamente este miedo de fracasar es el obstáculo más grande para acoger la Palabra de Cristo, que promete su gracia a la unión conyugal y a la familia.

El testimonio más persuasivo de la bendición del matrimonio cristiano es la vida buena de los esposos cristianos y de la familia. ¡No hay mejor modo para expresar la belleza del sacramento! El matrimonio consagrado por Dios custodia el vínculo entre el hombre y la mujer que Dios bendijo desde la creación del mundo; y es fuente de paz y de bien para toda la vida conyugal y familiar.

Por ejemplo, en los primeros tiempos del cristianismo, esta gran dignidad del vínculo entre el hombre y la mujer acabó con un abuso considerado en ese entonces totalmente normal, o sea, el derecho de los maridos de repudiar a sus mujeres, incluso con los motivos más infundados y humillantes. El Evangelio de la familia, el Evangelio que anuncia precisamente este Sacramento acabó con esa cultura de repudio habitual.

13. Del discurso a las Comunidades de Vida Cristiana del 30 de abril de 2015

Siguiendo la línea de las profundizaciones del último sínodo de los obispos os animo a ayudar a las comunidades diocesanas en la atención a la familia, célula vital de la sociedad, y en el acompañamiento al matrimonio de los novios. Al mismo tiempo, podéis colaborar con la acogida de los llamados "alejados": entre ellos hay no pocos separados, que sufren por el fracaso de su proyecto de vida conyugal, como también otras situaciones de malestar familiar que hacen que sea fatigoso el camino de fe y de vida en la Iglesia.

14. Del discurso del 4 de mayo a la Sra. Antje Jackelén, «arzobispa» luterana de Uppsala:

De urgente actualidad es también la cuestión de la dignidad de la vida humana, que siempre se debe respetar, como también lo son los temas referentes a la familia, el matrimonio y la sexualidad que no pueden silenciarse o ignorarse por temor a poner en peligro el consenso ecuménico ya alcanzado. Sería un pecado si en estas importantes cuestiones se consolidaran nuevas diferencias confesionales.

15. De la audiencia general del miércoles 6 de mayo de 2015:

Pero tenemos que preguntarnos con seriedad: ¿aceptamos hasta las últimas consecuencias, nosotros mismos, como creyentes y como pastores también este vínculo indisoluble de la historia de Cristo y de la Iglesia con la historia del matrimonio y de la familia humana? ¿Estamos dispuestos a asumir seriamente esta responsabilidad, es decir, que cada matrimonio va por el camino del amor que Cristo tiene con la Iglesia? […].

La ruta está de este modo marcada para siempre, es la ruta del amor: se ama como ama Dios, para siempre. Cristo no cesa de cuidar a la Iglesia: la ama siempre, la cuida siempre, como a sí mismo. Cristo no cesa de quitar del rostro humano las manchas y las arrugas de todo tipo. Es conmovedora y muy bella esta irradiación de la fuerza y de la ternura de Dios que se transmite de pareja a pareja, de familia a familia. Tiene razón san Pablo: esto es precisamente un «gran misterio». Hombres y mujeres, lo suficientemente valientes para llevar este tesoro en «vasijas de barro» de nuestra humanidad, son —estos hombres y estas mujeres tan valientes— un recurso esencial para la Iglesia, también para todo el mundo. Que Dios los bendiga mil veces por esto.

16. Del discurso del 9 de mayo de 2015 a los obispos de Mozambique:

Entre las funciones de la conferencia episcopal […] animo a un decidido desarrollo de las buenas relaciones con el gobierno, no de dependencia, sino de sana colaboración […], interesándose en particular sobre las leyes que son aprobadas en el parlamento. Amados obispos, no ahorréis esfuerzos en apoyar a la familia y en la defensa de la vida desde su concepción hasta la muerte natural. Para tal propósito, recordad las opciones propias de un discípulo de Cristo y la belleza de ser una madre acompañada por el apoyo de la familia y la comunidad local. Que la familia sea defendida siempre como fuente privilegiada de fraternidad, respeto hacia los otros y camino principal de la paz.

17. Del "Regina caeli" del domingo 10 de mayo de 2015:

Saludo a todos los que han tomado parte en la iniciativa por la vida que se ha desarrollado esta mañana en Roma: es importante colaborar juntos para defender y promover la vida.

18. Del discurso a los obispos de Togo del 11 de mayo de 2015:

Es importante que los aspectos positivos de la familia que se viven en África se expresen y sean entendidos. En particular la familia africana acogedora de vida, que respeta y tiene en cuenta a los ancianos. Por lo tanto, esta herencia debe conservarse y servir como ejemplo y aliento a los otros.

El sacramento del matrimonio es una realidad pastoral que es bien acogida entre vosotros a pesar de los obstáculos de orden cultural y legal que aún subsisten, impidiendo a algunos matrimonios llevar a término su deseo de fundar su vida de pareja sobre la fe en Cristo. Os animo a perseverar en vuestros esfuerzos de apoyo a las familias con dificultades, sobre todo a través de la educación y las obras sociales, y a preparar a las parejas al compromiso, más exigente pero magnífico, del matrimonio cristiano.

Tampoco Togo es inmune a los ataques ideológicos y mediáticos, extendidos por todas partes, que proponen modelos de unión y de familias incompatibles con la fe cristiana.