El Evangelio, cuando se anuncia y se cree en él,
impulsa a lavar los pies y las heridas de los que sufren y a
preparar la mesa para ellos. Así lo ha recordado el santo
padre en la homilía de la misa celebrada con ocasión de la
apertura de la XX Asamblea General de Cáritas Internationalis, que
se celebra en Roma del 12 al 17 de mayo.
Haciendo referencia a la lectura de los Hechos de
los Apóstoles de hoy, el Papa ha hablado de un personaje que
se nos presenta que es “un poco especial”. Se trata del
carcelero de la cárcel de Filipos, donde encierran a Pablo y
Silas tras un amotinamiento de la multitud contra ellos. Tal y
como ha señalado Francisco, “los magistrados primero ordenan
que les azoten y después los envían a la cárcel, encargando al
carcelero que los vigile bien”. Por esto, “ese hombre se
desespera cuando durante la noche, después de haber oído el
terremoto, ve las puertas de la cárcel abiertas; se desespera
y piensa en suicidarse”. Pero --ha añdido el Papa-- Pablo lo
tranquiliza y él, temblando y lleno de asombro, le suplica de
rodillas que le diga cómo obtener la salvación.
De esta forma, el Santo Padre ha explicado que
esta narración habla de un hombre que da en seguida “los pasos
esenciales del camino de fe y de salvación: escucha la palabra
del Señor, junto con su familia; lava las heridas de Pablo y
Silas; recibe el Bautismo con todos los suyos; y, por último,
acoge a Pablo y Silas en su casa, prepara la mesa y les da de
comer, lleno de gozo”.
Así, el Pontífice ha recordado que "el Evangelio,
cuando se anuncia y se cree en él, impulsa a lavar los pies y
las heridas de los que sufren y a preparar la mesa para
ellos”. Palabra, Sacramentos y servicio están en interrelación
y se alimentan mutuamente, como ya muestran estos testimonios
de la Iglesia primitiva, ha asegurado Francisco. Y en este
gesto “podemos ver toda la llamada de Cáritas”, ha añadido.
Tal y como ha afirmado el Papa, hoy Cáritas es una gran
Confederación ampliamente reconocida en el mundo por el
trabajo que realiza. La raíz de todo vuestro servicio --ha
asegurado a los presentes-- está precisamente en la acogida,
sencilla y obediente, de Dios y del prójimo. Y se se pierde
esta raíz, Cáritas muere, ha advertido. Además, ha afirmado
que Cáritas no es una simple organización humanitaria porque
“esta acogida se cumple en vosotros personalmente, para que
después vayáis al mundo, y allí sirváis en el nombre de
Cristo, a quien habéis encontrado y encontráis en cada hermano
y hermana a los que os acercáis”, ha observado el Santo Padre.
Asimismo ha indicado que "Cáritas, en cada Iglesia particular,
también la más pequeña, es la misma. No hay cáritas grandes o
cáritas pequeñas, todas son iguales". Por eso ha invitado a
pedir la gracia de entender la verdadera dimensión de Cáritas,
"la gracia no caer en el engaño de creer que en un centralismo
bien organizado sea el camino, la gracia de entender que
Cáritas está siempre en la periferia, en cada Iglesia
particular, y la gracia de creer que la Cáritas centro es solo
ayuda, servicio y experiencia de ocmunión, pero no la jefa de
todas".
Y ha añadido que quien vive la misión de Caritas “no es un
simple agente, sino un testigo de Cristo”, es “una persona que
busca a Cristo y se deja buscar por Cristo”, “una persona que
ama con el espíritu de Cristo, el espíritu de la gratuidad, de
la entrega”.
Asimismo ha advertido que las estrategias y
planificaciones están vacías “si no llevamos en nosotros este
amor. No nuestro amor, sino el Suyo. O mejor, el nuestro
purificado y fortalecido por el Suyo”.
Por otro lado, y haciendo alusión a la campaña
desarrollada por Cáritas sobre “Una familia humana, comida
para todos”, Francisco ha indicado que “el planeta tiene
comida para todos, pero parece que falte la voluntad de
compartirla con todos”. Por esta razón ha pedido hacer “todo
lo que podamos para que todos tengan qué comer, pero también
recordar a los poderosos de la tierra que un día Dios los
llamará a juicio, y se manifestará si verdaderamente han
intentado proveer la comida para Él en cada personay si han
actuado para que no se destruya el medio ambiente, para que se
pueda producir esta comida”.
Francisco ha aprovechado esta ocasión para
renovar una vez más su llamamiento a no olvidar estas personas
y estas intolerables injusticias. No podemos olvidar --ha
exhortado-- nuestros hermanos que han sido privados con la
violencia, sea del alimento corporal que del alimento del
alma: expulsados de sus casas y de sus iglesias, tantas veces
destruidas.
Para concluir la homilía, el Obispo de Roma ha
observado que junto a muchos otros organismos de caridad de la
Iglesia, Cáritas revela, “la fuerza del amor cristiano y el
deseo de la Iglesia de salir al encuentro de Jesús en cada
persona, especialmente si es pobre y sufre”.