IGLESIA EN ESPAÑA

La Jornada Mundial de las Comunicaciones con el V Centenario de Santa Teresa de Jesús


“Teresa de Jesús, experta comunicadora en el siglo XVI”

por P. Francisco Javier Sancho Fermín, OCD

Parecería una paradoja la pretensión de esta conferencia si no fuera enmarcada en el contexto del Centenario teresiano y en el ámbito de un encuentro de comunicadores católicos. Y más cuando el encargado de dar esta conferencia no es un periodista profesional, si bien las coyunturas me han llevado a colaborar muchas veces con los diferentes medios de comunicación.

Que Teresa es una gran comunicadora pienso que nadie lo pone en duda. Cierto que para nosotros hoy no es fácil la lectura de sus obras, que por estilo, terminología y temática…, muchas veces se escapa a los temas fácilmente comprensibles. No es extraño que incluso muchos de los aquí presentes hayan hecho el intento de leerla y de haber fracasado en el intento. Un servidor también pasó por esa experiencia.

No entro en las dificultades que hoy puede presentar el lenguaje teresiano y su formulación. Pienso que es un tema serio e importante, pero la orientación de mi presentación quiere ir en otra dirección. Si Teresa ha sido capaz de asombrar a grandes literatos, pensadores, filósofos, etc… a lo largo de la historia ha sido, sin duda, gracias a la fuerza de su lenguaje y su capacidad de comunicar. Aspectos que emergen principalmente de la temática hacia la cual se dirigen sus escritos: hablarnos de nuestra interioridad, del Misterio que acontece y frente al cual no es fácil dibujar palabras.

A lo largo de la historia muchos personajes y gente sencilla han quedadoprendados del lenguaje teresiano. Uno de los primeros en constatar su grandeza fue sin duda Fray Luis de León, primer editor de sus obras, quién confiesa descubrir a una mujer viva y comunicadora de experiencia a través de sus escritos. El mismo Unamuno no deja de admirar la filosofía de vida que esconden los textos teresianos, o Azorín quien subrayaba –refiriéndose al Libro del a Vida- que no existe libro más profundo en ninguna otra literatura. En una línea semejante, se manifestaba la filósofa judía y mártir de Auschwitz Edith Stein, quién después de la lectura de la obra teresiana se decidiese a entrar en la Iglesia católica. Ella se expresa con estas palabras: “A excepción de lasConfesiones de San Agustín, no existe en la literatura universal ningún otro libro que como éste lleve el sello de la veracidad (Wahrhaftigkeit), que tan inexorablemente ilumina hasta los rincones más escondidos de la propia alma y que deposita un testimonio estremecedor de la “misericordia de Dios”.[1]

Curiosamente en la actualidad Teresa sigue llamando la atención a estudiosos del ámbito del marketing, del liderazgo, etc… Ya hay estudios significativos que presentan la figura de Teresa como leader….

Mujer y escritora

Si nos acercamos a Teresa misma hay un primer aspecto que impacta profundamente: lo mucho que pudo escribir, a pesar de las múltiples dificultades y obstáculos de la época en que le tocó vivir.

Bastaría con acercarnos a su epistolario para darnos cuenta de la importancia que para Teresa adquiere la comunicación. Por desgracia no conservamos más que casi 500 cartas, cuando posiblemente escribió –según calculan algunos estudiosos- entre 15.000 ó 20.000 cartas.

Y es que Teresa, independientemente de los muchos asuntos que se traía en mano, siempre consideró fundamental el que se diera una comunicación constante y fluida entre los monasterios que iba fundando. Ella no quería islas, sino espacios de comunión y comunicación.

Pero más allá de este aspecto si queremos familiar, de la comunicación, me preguntaría, ¿qué piensa Teresa de sí misma? ¿es ella consciente de la importancia de la comunicación? ¿en Teresa se da el problema de lo importante que es hoy transmitir un mensaje y que éste llegue al público?

Comunicadora

Hoy sabemos muy bien que no es suficiente comunicar algo, sino el cómo; es decir, que es lo que hace que una noticia, un mensaje pueda tener la suficiente acogida en aquel que lo recibe. Hay sectores que se mueven en el ámbito del sensacionalismo y en ello fundamentan el éxito de su comunicación. Otros centran la atención en los grandes titulares. Y todos nos seguimos preguntando, especialmente en el ámbito eclesial, cómo llegar con el lenguaje, con la imagen a un público amplio, y cómo trasmitir el mensaje que queremos que llegue.

Teresa de Jesús se fue dando cuenta a lo largo de su vida de esta problemática real, quizás más fuerte en su época por los múltiples controles inquisitoriales, y porque en definitiva ella era mujer y su pretensión era comunicar temas polémicos.

Cuando uno lee los escritos teresianos y lo hace a la luz de la realidad histórica y eclesial en que fueron escritos, sin duda asombra su supervivencia. Y la razón de todo ello se fundamenta en la gran inteligencia de su autora paraaprender a sobrevivir en un ambiente hostil y contrario al mensaje que ella pretende transmitir.

Bastaría con citar una frase que sacamos de su libro de las Fundaciones para darnos cuenta hasta qué punto ella es sobradamente consciente de esa realidad. Frente a la opinión que le piden respecto a un caso un tanto articular, ella pospuso su opinión argumentándolo para sí misma con estas palabras:“porque estamos en un mundo que es menester pensar lo que pueden pensar de nosotros para que hayan efecto nuestras palabras” (F 8, 7). Aquí Teresa parece descubrir ya el gran interrogante del Marketing.

Esta idea de la que está convencida Teresa nos ayuda a ir más allá, a tratar de adentrarnos en el dinamismo de su pretensión de comunicadora, de transmisora de una noticia.

Si yo les preguntase la razón por la cual escribe Teresa, casi seguro que me responderían la mayoría con un tópico imposible de hacer desaparecer: Teresa escribe por obediencia. El hecho de que la gran mayoría de los que han leído a Teresa se hayan quedado con esa convicción, ya pone de relieve hasta qué punto Teresa maneja con habilidad las artes de la comunicación.

Si el lector no saliese convencido de ello, seguramente tampoco se lo hubiesen tragado ni sus confesores ni los censores inquisitoriales que examinaron la obra. Todos terminan respetando los manuscritos teresianos porque Teresa deja muy claro que son fruto de su obediencia a confesores, teólogos, obispos, hombres santos, y al mismo Dios…. Y si no se lo hubiesen tragado, sus escritos hubiesen acabado directamente en el fuego. Ciertamente Teresa no consiguió, al menos en vida, su propósito de publicar sus obras mayores, pero esto no significa que ese no fuera su proyecto. De hecho, en relación con el Libro de la Vida (considerado su escrito más íntimo y con la convicción de que lo hizo para sus confesores), se conserva una carta de Juan de Ávila en la que respondiendo a una petición de Teresa misma le dice: El libro no está para salir a manos de muchos, porque ha menester limar las palabras de él en algunas partes; en otras, declararlas; y otras hay que al espíritu de vuestra merced puedan ser muy provechosas, y no lo serían a quien las siguiese…”[2]

Comunicación como necesidad vital

De hecho ya en esa obra Teresa es una maestra en el lenguaje exhortativo y magistral. No sólo se pone a enseñar con la autoridad que le da la experiencia y el aval de muchos personajes con los que ha hablado sobre esos temas, sino que ella misma siente la urgencia por comunicar y transmitir un mensaje que la sobrepasa. Curiosamente Teresa es muy consciente de sus artes literarias y hasta ella misma se echa flores reconociendo, por ejemplo que muchos temas “por ser mujer” atina mejor que los hombres. Así titula, por ejemplo, el capítulo 25 de Vida: “… Es de mucho provecho para quien se viere en este grado de oración, porque se declara muy bien, y de harta doctrina.

Teresa, según va escribiendo va tomando seguridad. Y a veces se entusiasma tanto que se le olvida que cada línea va a ser examinadaminuciosamente por el censor. Llevada por el entusiasmo de haber concluido Vida en 1565, en 1566 toma de nuevo la pluma para escribir el Camino de Perfección, pero que recibirá tantas enmiendas, correcciones y tachaduras, que lo harán ilegible y tendrá que redactarlo de nuevo: el censor en ese caso no se dejó engañar tan fácilmente y llega a anotar al margen de algunas afirmaciones: “parece que reprende a los teólogos”.

Un texto clásico de los tachados con sarna por la mano del censor, es la defensa que hace Teresa de las mujeres y de su papel, entonces totalmente desconocido, en la sociedad y en la Iglesia. Es un texto con una gran fuerza expresiva y argumentativa:

Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentaros; por Vos han dejado lo poco que tenían y quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois Vos, Creador mío, desagradecido para que piense yo daréis menos de lo que os suplican, sino mucho más; ni aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andávades por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad y hallastes en ellas tanto amor y más fe que en los hombres, pues estava vuestra sacratísima Madre en cuyos méritos merecemos -y por tener su hábito- lo que desmerecimos por nuestras culpas. ¿No vasta Señor, que nos tiene el mundo acorraladas (…) que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público ni osemos hablar de algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíades de oir petición tan justa? No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez, y no como los jueces del mundo, que como hijos de Adán y en fin todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Sí, que algún día ha de haber, Rey mío, que se conozcan todos. No hablo por mí, que ya tiene conocido el mundo mi ruindad, y yo holgado que sea pública, sino porque veo los tiempos de manera, que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres.” (CE 4, 1)

Escribir para comunicar

Este texto es simplemente una muestra de que cuando escribe Teresa quiere comunicar algo, o mejor dicho tiene que comunicar muchas cosas. Y en todos los escritos, aún cuando busca la manera de refinar sus posturas, siempre termina planteando algún tema polémico. En Vida, por ejemplo, no deja de dedicar un capitulo a analizar algunos libros y posiciones teológicas frente a la humanidad de Cristo, con los cuales ella no está de acuerdo. Pero lo mismo le pasa con otros temas como la cuestión de la presencia de Dios, que Teresa defiende que es constante, incluso en el pecador; la primacía de la misericordia de Dios por encima de la justicia castigadora; la necesidad de una vida de fe personal y responsable, frente a un devocionalismo infantil, etc…., la dedicación de las mujeres a la oración mental como camino evangélico…, Los demonios…

El nacimiento de la escritora-comunicadora

No podemos eludir en este contexto la cuestión de Teresa escritora: cuando, por qué y cómo surge en Teresa la pasión o necesidad de escribir? Es algo vocacional?

Lo sorprendente es que Teresa no empieza a escribir hasta que no tiene 45 años. Es más su primera obra está escrita cuando ella ya ha cumplido los 50. Es claro que no estamos frente a una escritora vocacionada.

Es cierto que Teresa, frente al común de la realidad de su tiempo, tieneuna formación muy superior a la media. Además de saber leer y escribir, ya desde pequeña fue aficionada a la lectura. Primero a la lectura devocional y luego a la lectura de novelas caballerescas. Más adelante los grandes libros espirituales serán sus textos favoritos.

Pero ¿cuándo surge en Teresa la necesidad de escribir? Prácticamente y de forma paralela a su experiencia mística.

Primero para dar a entender lo que le estaba aconteciendo. Pero que supondrá al inicio un gran fracaso. Eso acelera en ella todos los mecanismos para una mejor y mayor autocomprensión y análisis.

Algo que también va acompañado, según dice Teresa, de la propia vida de gracia: “Porque una merced es dar el Señor la merced, y otra es entender qué merced es y qué gracia, otra es saber decirla y dar a entender cómo es. Y aunque no parece es menester más de la primera, para no andar el alma confusa y medrosa e ir con más ánimo por el camino del Señor llevando debajo de los pies todas las cosas del mundo, es gran provecho entenderlo y merced; que por cada una es razón alabe mucho al Señor quien la tiene, y quien no, porque la dio Su Majestad a alguno de los que viven, para que nos aprovechase a nosotros.” (V 17, 5)

Pero cuando Teresa ya sea capaz, no sólo de entender lo que le pasa, sino de darlo a entender a los demás, es decir, cuando se siente capaz de comunicar, va a emerger en ella con una fuerza increíble su vocación de escritora. No como quién simplemente coge la pluma para relatarnos una historia, sino como quién realmente necesita comunicar una experiencia, una verdad.

Comunicar contenido de vida

Esa fuerza, tal como decimos, surge precisamente en la profundidad de su experiencia de Dios: “siempre está bullendo el amor y pensando qué hará. No cabe en sí, como en la tierra parece no cabe aquel agua, sino que la echa de sí. Así está el alma muy ordinario, que no sosiega ni cabe en sí con el amor que tiene; ya la tiene a ella empapada en sí. Querría bebiesen los otros, pues a ella no la hace falta, para que la ayudasen a alabar a Dios.”

Teresa toma conciencia de que el mejor modo de comunicar algo, y de conseguir que tenga efecto permanente en el receptor, es el de “engolosinar”. Palabra teresiana que encierra la concepción apostólica que ella le da a la comunicación escrita y oral.

Pero la necesidad de comunicar también emerge al contacto con la realidad: una realidad necesitada de una noticia y de un mensaje diferente, que ayude al hombre a salir de su gran ignorancia. Curiosamente Teresa se percata que la raíz de muchos de los males de su tiempo, la raíz más profunda, se encuentra en la ignorancia generalizada sobre lo que es el hombre y su dignidad. Las guerras de religión, las injusticias, las barbaridades que se comenten con los Indios en las américas, etc… todo se origina en la ignorancia del hombre: “… que esto es lo que mucho me lastima, ver tantas perdidas, y esos indios no me cuestan poco. El Señor los dé luz, que acá y allá hay harta desventura; que como ando en tantas partes y me hablan muchas personas, no sé muchas veces qué decir, sino que somos peores que bestias, pues no entendemos la gran dignidad de nuestra alma, y cómo la apocamos con cosa tan apocadas como son las de la tierra. Denos el Señor luz.” (Carta a Lorenzo de Cepeda, 17 de enero de 1570, n. 13.)

Esa bestialidad es la que fundamenta para Teresa el que de hecho la mayoría de los cristianos ni siquiera seamos conscientes de los grandes dones y del infinito amor que ya Dios no ha regalado, pero que desconocemos porque no abrimos los ojos a nuestra interioridad: “No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos.”(1M 1, 2)

A esta ignorancia se uniría el gran desconocimiento que hay de Dios.Teresa se lamenta de que es muy poco conocido entre los que se llaman sus seguidores…

Todo esto urge con mayor fuerza en Teresa la necesidad de comunicar, de transmitir una Buena Noticia que sigue sin ser escuchada y acogida, pero que necesita reinventarse para que alcance el corazón de la humanidad.

Fundamentos de la comunicación teresiana para el hoy

Su experiencia de Dios, así como la actitud de ojos abiertos frente a la realidad, podríamos decir que son el fundamento de la urgencia y necesidad de comunicar, y también de donde brota la fuerza del mensaje que transmite. No son simples conceptos o teorías, sino experiencia vivida y transmitida. Aquí se radica la fuerza comunicativa de Teresa: en la veracidad testimonial de lo que transmite; en saber llegar al corazón de la persona; en saber dar luz a las tinieblas que nos habitan; en saber resolver el misterio de uno mismo, y entransmitirnos el rostro de un Dios amigo y misericordioso.

El mensaje de Teresa parece que tuvo gran fuerza en su época. Y sigue siendo permanente a lo largo de la historia y del presente. Si se supera la barrera del lenguaje epocal, Teresa sigue transmitiendo vida.

Cuando por ejemplo miro al Papa Francisco y la fuerza comunicativaque tiene su lenguajes, sus gestos… cuando parecía que después del Papa Juan Pablo II sería difícil que alguien atrajera tanto la atención mediática. Y sin necesidad de ninguna campaña de marketing, el interés mediático que suscita supera cualquier previsión. Donde está esa fuerza comunicativa? Posiblemente en su sencillez, sin duda en la veracidad y consecuencia de su mensaje; pero sobre todo en que nos transmite un evangelio puro, sin adornos ni dogmatismos.

Es lo mismo que encontramos en Teresa. La fuerza de una mujer que se ha encontrado existencialmente con Dios; que reconoce ser pobre y pecadora, pero que sabe y eso quiere contagiar, que hay Alguien que es capaz de llenar de sentido y valor la existencia de todo ser humano.

Nuestra fuerza de comunicación surgirá –sí con ayuda del marketing y de los medios – pero sobre todo de la experiencia y de la experiencia de Dios. Entonces tendremos la capacidad de comunicar algo más que solo noticias; transmitiremos palabras generadoras de vida, comunicaremos evangelio, es decir, buena noticia.

P. Francisco Javier Sancho Fermín, OCD


[1]Neue Bücher über die hl. Teresia von Jesus, en ESW XII, p. 191.

[2]Carta de Juan de Ávila a Teresa de Jesús, reproducida por el P. Tomás Álvarez, Nota Histórica. Anexo al volumen II del Libro de la Vida (ed. facsimil), Burgos 1999, p. 628 (la negrita es mía).