¿Qué pasa con el Papa Francisco? ¿Pasa algo?

 Francesco

Resulta curioso lo que pasa con el Papa Francisco. Pudiera parecer que ha sido puesto por el Espíritu Santo para ser piedra de discusión. Y eso, en principio, no está mal porque en toda discusión acaban por aclararse algunos términos de la misma. E, incluso, muchos de los que quieren ponerse al Papa por montera y hacer de su capa un sayo, pueden acabar escaldados de tal intento. No sería, por cierto, la primera vez que eso pasa…

También resulta curioso que las críticas, muchas de ellas, vengan de un sector concreto: tradicionalismo. De cierto tipo de tradicionalismo. Más curioso aún que tales críticas vengan en gran número de parte de compatriotas suyos o, lo que es lo mismo, de la santa tierra Argentina. A lo mejor es porque, según dicen quienes eso hacen, conocen al ahora Papa Francisco y si no les gustaba antes… ahora aún menos.

Aquí no vamos a decir ni nombres de personas ni de páginas web, blogs, etc., desde donde se arremete, muchas veces de forma inmisericorde, contra el que fuera Arzobispo de Buenos Aires. En realidad no hace falta porque todos sabemos a quiénes nos referimos y dónde encontrarlas.

Bueno. El caso es que el Papa Francisco no ha caído, seguramente, de pie en la silla de Pedro. Y eso es mucho mejor porque en tal silla hay que sentarse y no mantenerse en una postura poco ortodoxa. Y como más de uno quisiera que, en efecto, se pusiere en postura extraña sobre la misma, no podemos decir que su posición sea, precisamente, mala. A otros sí les parece peor de lo que esperaban pero, en fin, eso va a gusto de cada cual…

El caso es que con el tema del papado siempre hay que andar con pies de plomo. No todo lo que dice o hace hay que andar interpretándolo como si se tratase de un augur romano que nos dijera lo que va a pasar y nosotros aplicarlo a nuestra vida. No hace falta eso y, es más que posible, que todo sea más sencillo de lo que parece.

Contra el Papa Francisco están muchos porque no comprenden lo que hace ni lo que dice. Bueno, están muchos porque ya vienen resabiados de sus antiguas ocupaciones y no ven nada claro que vaya a cambiar. A lo mejor es que no debe cambiar y eso les molesta. No es un Papa como ellos quisieran y no dejan de poner los acentos sobre las vocales que creen deben ir acentuadas cuando, a lo mejor, han olvidado las reglas de puntuación espiritual y cometen muchas faltas de ortografía del alma.

Luego está el tema del Sínodo que sobre la Familia se va a celebrar, digamos en su segunda parte, el próximo mes de octubre en Roma. Ahí la cosa está que arde porque, según hemos podido comprobar, a más de un padre sinodal le va a dar por poner los pies sobre la mesa de la ortodoxia y va a querer salir por peteneras, mirar a diestra y a siniestra y embestir con aviesas intenciones contra la doctrina católica.

Y ahí el Papa va a jugar un papel muy importante. Por cierto que el que esto escribe siempre ha tenido por cierto que cuando dijo aquello de que cada cual debía expresarse según creyese (al respecto de la primera reunión de tal Sínodo) lo dijo para que, en efecto, cada cual se expresase según creyese (digamos que con libertad) pero, luego, para que cada cual quedase retratado. Y es bien cierto que muchos quedaron retratados pero saliéndose del lugar donde se hacía la fotografía y quedando fuera de la misma.

Ahora, a tal respecto, casi todo está dicho. Queremos decir que las posiciones, en ciertos temas, están fijadas. Y los que quieren que cambien las cosas procurarán que cambien y el Papa Francisco, a tal respecto, hará lo que tenga que hacer en la seguridad de que no querrá salirse de la doctrina establecida al respecto de lo que todos sabemos sobre los divorciados vueltos a casar y la comunión eucarística de los mismos…

Algunos, a tal respecto, andan ya poniendo paños calientes o, mejor, poniéndose la venda antes de tener la herida y esperan que el Papa favorezca, como sea que eso se haga, un cambio doctrina al respecto de lo aquí dicho. Por eso ponen su grito en el cielo y le achacan todo los males que le acaecen a la Esposa de Cristo.

Nosotros, por nuestra parte, nos queda orar para que las cosas sigan como deben seguir y para que el Papa, en la seguridad que así será, no moverá un dedo para que los díscolos padres sinodales se salgan con la suya. Entonces, seguramente entonces, muchos de los que critican al Santo Padre tendrán que envainarse la espada y darle algo de razón.

Sin embargo, estamos más que seguros que aunque se envainen la espada no quitarán la mano de la empuñadura… por si acaso. 

 

 Eleuterio Fernández Guzmán