Ryszard Szmydki, secretario general de la Obra de la Propagación de la Fe, inauguraba la Asamblea Nacional de las Obras Misionales Pontificias el pasado miércoles 20 de mayo con la conferencia “La vida consagrada al servicio de la misión”. El padre Szmydki, que es oblato de María Inmaculada, como religioso y responsable de la institución eclesial más importante de animación y cooperación misionera, afirmó que la misión está escrita en el corazón de cada religioso.
En la conferencia “La vida consagrada al servicio de la
misión”, el secretario mundial Obra de la Propagación de la
Fe comenzó haciendo un recorrido por la historia de los
religiosos y la misión. Las órdenes monásticas en la historia de
Europa fueron la primera parada de este recorrido, con los
monjes irlandeses y su ideal ascético de “peregrinar por Cristo”
y los monjes benedictinos que implantaron el modelo monástico de
la misión, basado en la cercanía y en la presencia. Las órdenes
mendicantes, por su parte, fueron un verdadero
redescubrimiento de la identidad evangélica y misionera, con su pasión
por anunciar el Evangelio a las gentes.
“En América, en la época del descubrimiento (siglos XVI–XVIII),
la misión ha tenido como protagonistas sobre todo a los
religiosos: franciscanos, dominicos y jesuitas, que de
manera creativa respondían a los nuevos desafíos”, señaló el
padre Ryszard. Así nació el convento. Un pequeño grupo de
misioneros se establecía en un convento, con algunas familias
españolas alrededor y un centenar de indígenas, constituyendo
una nueva “aldea cristiana”. También las famosas “reducciones”,
introducidas en varios países en oposición al modelo de la
conquista, y desarrolladas por los jesuitas en Paraguay, y
después en otros países. Esta creatividad también se reflejó en
el modelo de adaptación de los jesuitas franceses en América del
Norte, un modelo que alcanzó su máxima expresión en Asia, con
Francisco Javier y Mateo Ricci.
En el siglo XIX se dio un despertar
misionero en la Iglesia, con la proliferación de nuevas Congregaciones
e Institutos de vida consagrada. Todos se dedicaban explícitamente
o en parte a la misión ad gentes y convirtieron al
continente africano en un vasto campo de primera evangelización.
Tuvieron como objetivos la adaptación misionera a las costumbres
africanas y la formación del clero indígena.
En cuanto al presente, que “hay que vivir con pasión”,
está muy unido al Vaticano II y el decreto Ad gentes que
preguntaba a todos los institutos religiosos si podían dedicar
“sus fuerzas a las misiones; si pueden comenzar su actividad en
las misiones, adaptando, si es preciso, sus Constituciones,
fieles siempre a la mente del Fundador; si sus miembros
participan según sus posibilidades, en la acción misional” (AG
40). Los religiosos han vuelto a descubrir que la vida
consagrada está en su ADN, con una vocación muy fuerte a la
misión universal. Así, la consagración es sobre todo para la
misión. Con un fuerte carácter profético, como les
decía el Papa Francisco: “Espero que despertéis
al mundo, porque la nota que caracteriza la vida consagrada es
la profecía”.
El futuro pasa por afrontar los desafíos que la misión
plantea a la vida consagrada. El Secretario General de la
Propagación de la Fe reconocía que “las dificultades que
afrontan los Institutos de vida consagrada están
relacionadas en gran parte con la fuerte disminución de las
vocaciones y con el envejecimiento del personal, sobre todo
en el mundo occidental”. Pero, al mismo tiempo, hay que
reconocer el gran florecimiento de las vocaciones en las
iglesias jóvenes. Entre sus razones está “el entusiasmo de
la primera generación cristiana, que se expresa en la coherencia
de la vida cristiana, típica de los inicios, y una identidad
cristiana más neta de las comunidades que viven en ambientes o
culturas no cristianas”.
“A las personas consagradas les ha sido confiada la misión;
ellas la han recibido”, porque “la misión está escrita en el
corazón de su vida religiosa”. Por eso, concluía el padre
Ryszard: “Si la vida consagrada tiene aún la esperanza de nueva
validez, también en Occidente, la encontrará sólo en la tensión
y realización de la missio ad Gentes”.