Campaña de donativos - ¡URGE ACTUAR!

Apelamos a la generosidad de los lectores que aún no hayan podido responder con su aportación.

ZENIT es una agencia que sostienen sus lectores. Carece de otra fuente de recursos para cubrir los gastos anuales: sólo contamos con la generosidad de los lectores que puedan apoyarnos.

Sólo si se alcanza la meta de 270,000 dólares EE.UU., podremos volver a garantizar la continuidad del servicio otro año.

Si puede, ¡no deje de apuntarse a esta campaña de donativos!

Si está dispuesto a sostener ZENIT, éste es el momento: ¡envíe su donativo ahora!

Puede hacerlo con tarjeta de crédito, cheque o transferencia bancaria.
Los lectores de España también pueden ordenar el cargo directo en su cuenta bancaria.

Toda la información para enviar donativos se encuentra en: http://www.zenit.org/spanish/donativos.html

Mire los videos de ZENIT:
https://youtu.be/NKte1oze9T0
https://www.youtube.com/watch?v=OADyuKA8if4

¡ Agradecemos mucho la ayuda que cada uno pueda darnos !

ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 23 de mayo de 2015

La frase del día 23

Porque dando es como recibimos. (San Francisco de Asís)

 


El papa Francisco

El Papa: 'la falta de trabajo quita dignidad'
El Santo Padre recuerda la importancia de proponer alternativas justas y solidarias que sean realmente practicables en el mundo laboral 

Francisco pide que el 'genio femenino' se manifieste plenamente en el mundo
En una carta enviada a los participantes de un Congreso Internacional sobre el papel de la mujer en la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el Santo Padre reflexiona sobre los dones inconmensurables con los que Dios ha enriquecido a la mujer        

El Papa: ‘Monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño’
Con ocasión de la beatificación, el Santo Padre recuerda que este arzobipo de San Salvador se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor              

Papa y Santa Sede

Cardenal Sandri: unidos en oración con el padre Jacques Mourad y los cristianos perseguidos
El prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales afirma que la noticia del secuestro en Siria del sacerdote siro-católico desata preocupación y dolor

Iglesia y Religión

"Nada relaciona a Mons. Romero con una ideología política"
Entrevista al historiador y periodista Santiago Mata, autor del libro "Monseñor Romero, pasión por la Iglesia", que responde sobre derecha, izquierda, teología de la liberación, populismo, los intentos de manipulación y los motivos del asesinato

'Para monseñor Romero la palabra “pobre” no tenía una connotación ideológica sino evangélica'
Mensaje de la Conferencia Episcopal de El Salvador por la beatificación de monseñor Romero que tiene lugar este sábado, 23 de mayo 

Monseñor Romero ya es beato
El pueblo salvadoreño celebra la elevación a los altares del arzobispo de San Salvador asesinado por odio a la fe en 1980. "No es un símbolo de división, sino de paz, de concordia, de fraternidad”

Espiritualidad y oración

Las Ofrendas
Catequesis para la familia 

Beato Luis Zeferino Moreau - 24 de mayo
«El buen prelado Moreau, amigo de los pobres, conocido también como el obispo santo, fue singularmente devoto del Sagrado Corazón de Jesús, de María y de José, devoción que se ocupó de difundir. Fue cofundador de las Hermanas de San José»


El papa Francisco


El Papa: 'la falta de trabajo quita dignidad'
 

El Santo Padre recuerda la importancia de proponer alternativas justas y solidarias que sean realmente practicables en el mundo laboral 

Por Rocío Lancho García

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El Santo Padre ha criticado una vez más el sistema económico mundial que no pone en el centro al hombre y la mujer sino al “dios dinero”. Un dios --ha explicado el Papa-- que destruye y provoca la cultura del descarte. Descarta a los niños porque no nacen, se les explota o se les mata antes de nacer. Descarta a los ancianos porque no tienen una atención digna, no tienen medicinas y tienen pensiones miserables. Y descarta también a los jóvenes porque no pueden trabajar. Este es “el sacrificio que esta sociedad mundana y egoísta ofrece al dios dinero que está al centro de nuestro sistema económico mundial”, ha precisado. Lo ha hecho durante la audiencia con las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos, en ocasión del 70 aniversario de su fundación.

Durante su discurso, el Papa ha llamado la atención sobre la amplitud y la velocidad de reproducción de las desigualdades y esto ‘¡no podemos permitirlo!, ha exclamado. Debemos proponer  --ha asegurado-- alternativas justas y solidarias que sean realmente practicables.

A propósito, Francisco ha asegurado que la extensión de la precariedad, del trabajo negro y de los chantajes, hace experimentar, sobre todo a las jóvenes generaciones, que la falta de trabajo quita dignidad, impide la plenitud de la vida humana y reclama una respuesta rápida y con fuerza.

Por eso, el Papa les ha invitado a realizar un sueño que vuela “aún más alto”: Debemos hacer que a través del trabajo el ser humano exprese y aumente la dignidad de la propia vida. Tras esta breve introducción Francisco se ha detenido a explicar cuatro características del trabajo.

En primer lugar ha hablado del trabajo libre. El Santo Padre ha observado que la verdadera libertad del trabajo significa que el hombre hace que el mundo encuentre su fin. Por eso Francisco ha condenado que demasiado a menudo el trabajo oprime a distintos niveles, “de un hombre hacia otro”, “de nuevas organizaciones esclavistas que oprimen a los más pobres”, en particular “muchos niños y muchas mujeres se someten a una economía que obliga a un trabajo indigno”.  De este modo el Papa ha pedido hacer que el trabajo no sea instrumento de alienación, sino de esperanza y de vida nueva.

A continuación ha hablado del trabajo creativo. “Cada hombre lleva en sí una capacidad única y original de sacar de sí mismo y de las personas que trabajan con él el bien que Dios le ha puesto en el corazón”, ha afirmado. No podemos --ha proseguido-- cortar las alas a quienes, en particular los jóvenes, tienen tanto que ofrecer con su inteligencia y capacidad.

En tercer lugar ha hablado del trabajo participativo. “Para poder incidir en la realidad, el hombre está llamado a expresar el trabajo según la lógica que más le es propia, esa relacional, es decir, ver siempre en el fin del trabajo el rostro del otro y la colaboración responsable con otras personas”, ha observado el Pontífice.

Finalmente ha hablado del trabajo solidario. Francisco ha recordado a los presentes que cuando atienden a personas que han perdido y están buscando trabajo deben “ofrecer la propia cercanía, la propia solidaridad”. También es necesario “dar instrumentos y oportunidades adecuadas”, ha añadido.

El Santo Padre ha continuado su discurso explicando otros tres aspectos. El primero, la presencia de la Asociación fuera de Italia. Recordando los numerosos jóvenes que emigran para buscar un trabajo apto a su formación, Francisco ha exhortado a los presentes a animarles y acogerles, apoyarles en su recorrido. En sus ojos --ha añadido-- podéis encontrar un reflejo de la mirada de vuestros padres o de vuestros abuelos que fueron lejos para trabajar.

Además, el Papa ha recordado que la Asociación está afrontando el tema de la lucha contra la pobreza y el empobrecimiento de las clases medias. Así, ha reconocido que la propuesta de un apoyo no solo económico a las personas por debajo del umbral de la pobreza absoluta puede llevar a beneficios de toda la sociedad. Al mismo tiempo --ha añadido-- se debe evitar que caigan en la pobreza aquellos que hasta ayer tenían una vida digna. Tal y como ha advertido “hace falta muy poco hoy para convertirse en pobre”. Desde la pérdida del trabajo hasta la llegada de un hijo, ha observado.  Y finalmente, el Pontífice ha invitado a los presentes a que su compromiso tenga siempre su principio y su unión en lo que ellos llaman “inspiración cristiana”.

                    

 

            

        

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Francisco pide que el 'genio femenino' se manifieste plenamente en el mundo
 

En una carta enviada a los participantes de un Congreso Internacional sobre el papel de la mujer en la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el Santo Padre reflexiona sobre los dones inconmensurables con los que Dios ha enriquecido a la mujer        

Por Rocío Lancho García

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El papa Francisco alaba el valor del “genio femenino” en el mundo y en la sociedad al mismo tiempo que reconoce la capacidad de la mujer para la comprensión y el diálogo, la sensibilidad y la ternura. Lo hace en una carta enviada al cardenal Turkson, en ocasión del Congreso Internacional, que se celebra en Roma esta semana y lleva por título: "Mujeres hacia la agenda de desarrollo post-2015: ¿Qué desafíos ante los Objetivos de Desarrollo Sostenible? El Congreso es una iniciativa del Consejo Pontificio Justicia y Paz, en colaboración con la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (WUCWO) y la Alianza Mundial de Mujeres por la Vida y la Familia (WWALF).

El Pontífice pide a los destinatarios del mensaje, comprometidos con la defensa de la dignidad de las mujeres y en la promoción de sus derechos, “dejaros guiar por el espíritu de humanidad de compasión en el servicio al prójimo”. Asimismo pide que la “competencia profesional sea la primera cualidad fundamental, pero sin individualismo, sin mero activismo, sino con compromiso generoso”. Así --añade-- haréis emerger los dones inconmensurables con los que Dios ha enriquecido a la mujer, haciéndola capaz de comprensión y de diálogo para conciliar conflictos grandes y pequeños, de sensibilidad para sanar las heridas y cuidar cada vida, también a nivel social, y de misericordia y ternura para tener unidas a las personas. Estos aspectos forman parte de ese “genio femenino” que es necesario que se manifieste plenamente, en beneficio de toda la sociedad.

En la carta, el Santo Padre valora además este “dar voz a la instancias promovidas por el universo católico femenino en los procesos internacionales que están realizando, a nivel de las Naciones Unidas, una nueva Agenda para el Desarrollo post-2015”. Tal y como recuerda el Papa, "a este documento desean contribuir muchos hombres y mujeres comprometidos en la defensa y promoción de la vida y en la lucha contra la pobreza, la esclavitud y las injusticias que, lamentablemente, aún demasiado a menudo sufren sobre todo mujeres de todas las edades y en todo el mundo".

Así, Francisco observa en la misiva que las mujeres encuentran en distintas partes del mundo desafíos y problemáticas diferentes. En el mundo occidental sufren discriminación en el campo laboral, “a menudo forzadas a elegir entre trabajo y familia”. Su vida de novias, esposas, madres, hermanas, abuelas, lamentablemente conoce a menudo la violencia; ha advertido. Por otro lado, el Papa observa que en los países en vías de desarrollo y en los más pobres “las mujeres son las que cargan sobre sus hombros el peso mayor, son las que recorren cada día kilómetros buscando agua, a menudo mueren al dar a luz, son secuestradas para la explotación sexual u obligadas a casarse a edades tempranas contra su voluntad, a veces incluso se les niega el derecho a la vida solo por ser de sexo femenino”.

El Santo Padre reconoce que las cuestiones unidas a la vida están conectadas a las sociales. Cuando defendemos la vida --observa-- lo hacemos para que esa vida pueda, desde su concepción hasta su final natural, ser una vida digna, que no conozca las llagas del hambre y de la pobreza, de la violencia y de la persecución. Finalmente, Francisco renueva su reconocimiento por esta iniciativa sobre un tema tan “importante y urgente”.

                    

                    

                

            

        

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


El Papa: ‘Monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño’
 

Con ocasión de la beatificación, el Santo Padre recuerda que este arzobipo de San Salvador se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor              

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

Monseñor Romero, que construyó la paz con la fuerza del amor, dio testimonio de la fe con su vida entregada hasta el extremo. Por tanto, su beatificación es “motivo de gran alegría para los salvadoreños y para cuantos gozamos con el ejemplo de los mejores hijos de la Iglesia”.

Así lo indica el santo padre Francisco en la carta enviada a monseñor José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, con ocasión de la beatificación del arzobispo Óscar Arnulfo Romero y Galdámez.

Monseñor Romero, que murió por odio a la fe, asesinado mientras celebraba misa en 1980, ha sido beatificado hoy en la plaza del Divino Salvador del Mundo en San Salvador.

En la misiva, Francisco recuerda que “el Señor nunca abandona a su pueblo en las dificultades, y se muestra siempre solícito con sus necesidades”.     

El Pontífice afirma que el Señor concedió a la Iglesia de El Salvador “un obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor”. De este modo, Francisco asegura que en tiempos de difícil convivencia, “monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia”. Según indica el Papa en su carta, el ministerio del entonces arzobispo de San Salvador, se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte, “recibió la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas”.

El Santo Padre de gracias a Dios porque “concedió al obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo orientara e iluminara, hasta hacer de su obrar un ejercicio pleno de caridad cristiana”.

La voz del nuevo beato --prosigue el Papa-- sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia, convocación de hermanos entorno a su Señor, es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división. Por eso, Francisco recuerda que la fe en Jesucristo, “cuando se entiende bien y se asume hasta sus últimas consecuencias genera comunidades artífices de paz y de solidaridad”. Y a esto es a lo que está llamada hoy la Iglesia en El Salvador, en América y en el mundo entero: “a ser rica en misericordia, a convertirse en levadura de reconciliación para la sociedad”, exhorta el Santo Padre.

Por otro lado, el Pontífice explica en su carta que monseñor Romero “nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia”.

De este modo, advierte que es necesario renunciar a “la violencia de la espada, la del odio”, y vivir “la violencia del amor, la que dejo a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros”. Francisco reconoce que monseñor Romero supo ver y experimentó en su propia carne “el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás” y se preocupó de “las mayorías pobres”, pidiendo a los poderosos que convirtiesen “las armas en hoces para el trabajo”.

Finalmente, el Obispo de Roma afirma que este es un momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan.

 

                

            

        

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Papa y Santa Sede


Cardenal Sandri: unidos en oración con el padre Jacques Mourad y los cristianos perseguidos
 

El prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales afirma que la noticia del secuestro en Siria del sacerdote siro-católico desata preocupación y dolor

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, se une a la oración y a la súplica al Señor por los cristianos perseguidos en la Jornada convocada por la Conferencia Episcopal Italiana con esta intención.

En un comunicado publicado este sábado, 23 de mayo, por el dicasterio, se indica que “la noticia del secuestro en Siria del padre Jacques Mourad, sacerdote siro-católico, prior de la comunidad de Mar Elian --que se une a otros obispos, sacerdotes y laicos en las mismas condiciones-- así como la extensión de la violencia y de los conflictos en la zona, desatan viva preocupación y dolor”.

De este modo, el prefecto pide al Espíritu Santo que guie a “toda la verdad” que nos hace libres, “consuele a quien está desesperado y llora”, “toque los corazones cegados de quien desfigura la propia dignidad y la de otros cometiendo violencia y sembrando el terror”, “convierta a quien actúa solo por interés y por la búsqueda de un beneficio y dañan siempre a los pequeños y pobres”, “ilumine a aquellos que están llamados a tomar decisiones para detener toda guerra”.

Para finalizar el mensaje, el cardenal Sandri pide al Paráclito que nos haga estar seguros de cuanto dijo el papa Francisco en el ángelus del pasado 1 de marzo, “el camino de Jesús siempre nos lleva a la felicidad. No nos olvidemos: el camino de Jesús siempre nos lleva a la felicidad, habrá en medio una cruz o las pruebas, pero al final nos lleva siempre a la felicidad. Jesús no nos engaña. Nos prometió la felicidad y nos la dará si seguimos su camino”; así como las del padre Jacques Mourad: “damos gracias a Dios que es Único y cualquier cosa que podamos tener es una gracia de Dios, Dios es Único y nos basta”.


 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Iglesia y Religión


"Nada relaciona a Mons. Romero con una ideología política"
 

Entrevista al historiador y periodista Santiago Mata, autor del libro "Monseñor Romero, pasión por la Iglesia", que responde sobre derecha, izquierda, teología de la liberación, populismo, los intentos de manipulación y los motivos del asesinato

Por Iván de Vargas

Madrid, (ZENIT.org)

El historiador y periodista Santiago Mata (Valladolid, 1965) acaba de publicar "Monseñor Romero, pasión por la Iglesia" (Palabra, 544 páginas), una biografía del arzobispo de San Salvador asesinado el 24 de marzo de 1980 y beatificado el 23 de mayo de 2015. En ella, por primera vez se analizan minuciosamente todos los escritos, prédicas y principales actuaciones del prelado, mostrando que a lo largo de su vida existe una coherencia de fidelidad al servicio de la Iglesia.

                                                                                                                    ***

¿Cómo definiría la figura de Monseñor Romero?
-- Santiago Mata: Para mí es un místico, en lo espiritual, un personaje que a veces parece ajeno a la tierra que pisa, por estar siempre pendiente del amor a Dios y como ajeno a las miserias humanas -por miserias me refiero a los pecados obra de los hombres-, y que sin embargo, en un momento determinado, sabe dar una respuesta heroica a Dios que le pide una actuación fuerte, una fortaleza heroica, que es la virtud propia de los mártires. Eso, que puede resultar sorprendente -porque Romero, como por lo demás muchos mártires, era no solo humilde, sino modesto y hasta tímido, y tuvo que adoptar una actitud que en ocasiones pudiera parecer desafiante- en realidad no es una contradicción, pues, aunque no se ve a primera vista, solo cuando existe una fuerte conexión interior con Dios es posible mantenerse fiel al Amor de Dios en los momentos de extrema dificultad.

¿Era un hombre de izquierdas?
-- Santiago Mata: Para bien o para mal, seguramente esa es la percepción mayoritaria y un prejuicio que puede llevar a algunos --los que simpaticen con el concepto de “izquierdas”-- a quedarse en una visión superficial del personaje y a otros --los que se consideren “de derechas”-- a rechazarlo, y por tanto desperdiciar la gracia de Dios, que nos quiere ayudar con el ejemplo de los santos. Romero no manifestaba preferencias ideológicas, más allá de las que -si pudiéramos hablar- definen el catolicismo: la preferencia por los pobres, que no excluye a nadie, y que por supuesto no significa ni mucho menos aplaudir todo lo que hacen los que dicen defender a los pobres, mucho menos cuando recurren a la violencia para hacerlo. En la vida, obra y escritos de Romero no hay nada que lo adscriba a una ideología política.

¿Qué relación había entre Mons. Romero y la teología de la liberación?
-- Santiago Mata: Romero acogió con entusiasmo el impulso que el Espíritu Santo quería dar a la Iglesia -es una estupenda casualidad que lo beatifiquen en la víspera de la fiesta de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad- por medio del Concilio Vaticano II. Como he dicho, por su finura espiritual y hasta mística, le costaba comprender las resistencias de unos --los que llamaríamos conservadores-- y los excesos --por prisas en reformar y por confiar en una mera actuación humana-- de otros --los que llamaríamos progresistas--, que de hecho amenazaron con arruinar a la Iglesia. Para él esa división fue una tragedia, porque llegó al extremo de que él, de cuya fidelidad a la doctrina católica nadie podía dudar tras décadas de servicio a su obispo y a la Conferencia Episcopal, pasó de ser considerado conservador a ser visto como progresista. Ninguna de esas visiones es válida, porque él solo trató de encarnar lo que proclamó el Concilio, y las reuniones de obispos que lo siguieron, como las del CELAM en Medellín (1968) y Puebla (1979). Ante el rechazo que provocaban (en los conservadores) las expresiones relativas a la opción preferencial por los pobres y a la teología de la liberación, él siempre explicitaba que se refería a liberarse del pecado, y no a una mera liberación temporal, y que lo hacía en el sentido en que hablaban de ello los papas, el colegio episcopal, o personalidades de indudable ortodoxia, como el cardenal argentino Pironio. Dicho eso, es cierto que algunos de los personajes que con él colaboraron, derivaron después a posturas ajenas al catolicismo. Pero él, que seguramente desde el cielo habrá tratado de ayudar a esas personas, no es responsable de esa deriva.

¿Es posible que se difundieran frases apócrifas para presentarlo como un líder populista?
-- Santiago Mata: Puede ser, pero yo no he encontrado ninguna frase o actitud que de cierto fueran suyas y que supongan falta de caridad o no sean coherentes con la doctrina cristiana. Otra cosa es que sacadas de contexto o escuchadas por personas con determinados prejuicios, puedan ser malentendidas. Un ejemplo que no es precisamente doctrinal: un matrimonio norteamericano fue a verle y le iban a dar un generoso donativo, pero antes se quejaron de la situación de inseguridad, que había robos y no se respetaba la propiedad. Romero, de forma que sin duda a ellos pareció brusca, les hizo ver que esa gente no hacía nada malo, porque lo que hacían era para sobrevivir. Semejante “justificación” del robo escandalizó al matrimonio, que se marchó sin darle ese donativo. Evidentemente, Romero no habría hecho algo así en público, y ni siquiera hay que dar demasiada validez a ese hecho, que probablemente solo presenció una persona. Lo digo simplemente para resaltar que hay que ver las cosas en su contexto. Por lo demás, incluso si a una persona no le gustan o no le convencen los hechos o dichos de Romero, o incluso si se hubiera equivocado y cometido errores y pecados, no desdice de su santidad, porque la aceptación de la muerte tiene indulgencia plenaria (no solo para los mártires, pero especialmente en este caso), quiero decir que borra los pecados y su pena, cuando hay amor, y esto es lo que hay máximamente en el martirio.

¿Intentaron manipularlo? ¿Quiénes?
-- Santiago Mata: Casi diría que todos. El Salvador era un país donde una pequeña oligarquía, por cierto masónica, llevaba más de cien años gobernando y conculcando los derechos civiles. La Iglesia no había conseguido, para que se haga una idea, ni que se reconocieran efectos civiles al matrimonio canónico. Los católicos protestaban a su estilo: educadamente. Y de repente surgen unos revolucionarios que representan el sentir de la mayoría -por tanto también de los católicos-, pero que son violentos. Los revolucionarios querían usar a la Iglesia, y el gobierno lógicamente quería que siguiera predicando la sumisión a los poderes públicos. Entre esos dos acantilados había que navegar. Aunque no es cosa de un instante, ya que Romero nunca negó legitimidad al gobierno, como arzobispo de San Salvador se da cuenta no solo de que el gobierno no es de fiar --llevaba cien años sin ser honrado en su relación con la Iglesia--, sino que además ha emprendido una persecución despiadada contra la Iglesia, que ha comenzado a matar a los sacerdotes para amedrentarlos --y no porque tuvieran tal o cual ideología--, y que además es genocida respecto a su propio pueblo. Frente a eso no podía callar y seguir predicando sumisión: tenía que acoger a las personas perseguidas cuyas vidas estaban amenazadas, aunque no comulgara con sus ideas, y defender a sus sacerdotes y la libertad de la Iglesia. Y eso hizo, por supuesto sin predicar odio ni rencor de ningún tipo, sin amenazas, sin aplaudir a los revolucionarios.

¿Cuál fue el móvil de su asesinato?
-- Santiago Mata: Genéricamente, los poderosos lo consideraban un serio obstáculo a su propósito de mantener amedrentada a la población y de ocultar los crímenes de la represión. Para los revolucionarios también era un obstáculo, porque denunciaba no solo sus crímenes y su confianza en la violencia, sino el abuso contra la libertad de culto que suponía, por ejemplo, la ocupación injustificada de iglesias. Pero ellos sabían que no iba a ser Romero quien pidiera a la policía desalojar a tiros las iglesias. Al final, fue una homilía concreta la que supuso su sentencia de muerte. El 23 de marzo de 1980, predicó que “ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: no matar. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado”. Al día siguiente, el líder de extrema derecha Roberto D'Aubuisson organizó su asesinato, que perpetró un miembro de la guardia personal del hijo del expresidente Molina.

La Iglesia ha determinado que Monseñor Romero fue asesinado por odio a la fe. ¿Qué puede decir al respecto?
-- Santiago Mata: Sencillamente que lo que predicó en esa homilía era la fe, en este caso la doctrina moral, de la Iglesia. Que eso desató una reacción de odio y que por eso lo mataron. Odio a la fe, por tanto.

¿Qué significado tiene su beatificación?
-- Santiago Mata: Le han puesto el lema "Romero, mártir por Amor", y me parece muy bien elegido. Yo hubiera querido -antes de conocer ese lema, no por oportunismo- titular la biografía: "Monseñor Romero, mártir de la civilización del Amor". Porque vivió en un mundo lleno de odio -con esto no quiero cargar las tintas hacia El Salvador, que es un país magnífico, es algo que debemos extender al mundo actual- y supo predicar el Amor de Dios. Y no me estoy refiriendo a la situación prebélica, insisto, de El Salvador. Él era un gran devoto del Sagrado Corazón, como digo con una vida espiritual muy intensa desde su juventud, y sufría mucho viendo y pensando en las ofensas a Dios, en el pecado, en que el Amor de Dios fuera rechazado. Es un mensaje válido para todas las épocas y lugares, pero especialmente para nuestra época, y lógicamente para su país, que después de la larga guerra civil que estalló después de la muerte de Romero (1981-1992), sigue muy necesitado de reconciliación cristiana.

 

Leer también: 'Monseñor Romero fue un hombre de Dios'

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


'Para monseñor Romero la palabra “pobre” no tenía una connotación ideológica sino evangélica'
 

Mensaje de la Conferencia Episcopal de El Salvador por la beatificación de monseñor Romero que tiene lugar este sábado, 23 de mayo 

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

 El mundo entero tiene sus ojos puestos en El Salvador y vibra de emoción por la inminente beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero, a quien los obispos de El Salvador han descrito como “hombre de Dios, hombre de Iglesia y defensor de los pobres”. Así comienza la carta que los prelados de la Conferencia Episcopal de El Salvador han publicado con motivo de la beatificación de monseñor Romero, que tiene lugar este sábado, 23 de mayo.

Tal y como recuerdan en el mensaje, en los últimos años El Salvador ha sido noticia sobre todo “por la violencia homicida que enluta a innumerables hogares al arrebatar tantas vidas, sobre todo de jóvenes”. Sin embargo, recuerdan, “hoy peregrinamos llenos de júbilo y esperanza, hacia el lugar de la beatificación de monseñor Romero. Caminamos juntos no solo hijos e hijas de esta tierra sino también hombres y mujeres de los países vecinos e incluso de naciones lejanas”.

Han pasado 35 años desde la muerte del entonces arzobispo de San Salvador, y el camino que hoy culminar a los pies del monumento dedicado a Jesucristo, el Salvador del mundo, “no ha sido fácil”, reconocen los obispos. La mayor dificultad --explican-- fue la manipulación que se hizo de la figura y de la palabra del futuro beato. Por eso, en una ocasión, el Papa Juan Pablo II exclamó: “Romero es nuestro, es de la Iglesia, no permitamos que nos lo arrebaten”.

Igualmente, los obispos recuerdan que fue el sucesor del futuro beato, monseñor Arturo Rivera Damas, quien tuvo “la titánica tarea de recuperar la verdadera fisonomía del pastor, profeta y mártir que fue monseñor Romero. Porque él fue ante todo sacerdote”.  

Por otro lado, los obispos dan gracias al papa Francisco por haber firmado, el 3 de febrero del presente año, el decreto de martirio “en odio a la fe” de monseñor Romero. También explican en el mensaje que detrás del altar en el que Monseñor Romero será beatificado se verá su lema episcopal: “Sentir con la Iglesia”. “Esta idea aparece desde sus apuntes personales de seminarista romano, donde confiesa claramente su amor inquebrantable a la Iglesia y su devota adhesión al Vicario de Cristo”, confirman los prelados.

Prosiguen indicando que el aspecto más conocido y más valorado del ministerio de monseñor Romero fue “su amor a los pobres y su total entrega a la promoción y a la defensa de su dignidad como personas y como hijos e hijas de Dios”. Por este servicio generoso y arriesgado --observan-- se le llamó “Voz de los que no tienen voz”, tarea que él asumió con plena conciencia de los riesgos que implicaba. A propósito reconocen que para monseñor Romero la palabra “pobre” no tenía una connotación ideológica sino profundamente evangélica. Por eso insistía --añaden-- en que también el pobre necesitaba convertirse.

Al concluir el mensaje de la Conferencia Episcopal, los prelados salvadoreños explican que cuando decidieron dedicar un trienio de preparación al centenario del nacimiento de monseñor Romero, aún no sabían que el papa Francisco firmaría el decreto del martirio “en odio a la fe”. “El Dios providente, en su infinita misericordia, había decidido que su testigo fiel alcanzara la gloria de los altares durante el pontificado del primer Papa latinoamericano”, concluye el mensaje.  

                        

                                     

            

        

 

        

                         

            

        

 

        

                                     

            

        

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Monseñor Romero ya es beato
 

El pueblo salvadoreño celebra la elevación a los altares del arzobispo de San Salvador asesinado por odio a la fe en 1980. "No es un símbolo de división, sino de paz, de concordia, de fraternidad”

Por Redacción

Roma, (ZENIT.org)

Óscar Romero es “luz de las naciones y sal de la tierra. Si sus perseguidores han desaparecido en la sombra del olvido y de la muerte, la memoria de Romero en cambio continúa viva y dando consuelo a todos los pobres y marginados de la tierra”. Así lo ha recordado el cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, durante la homilía de la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero, en San Salvador, este sábado 23 de mayo, ante miles de personas que han sido testigos de este importante evento.

Monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo de la familia y postulador de la Causa, ha leído al inicio de la eucaristía una biografía sobre el nuevo beato. A continuación se ha leído, primero en latín y luego en español, la fórmula de beatificación. La fiesta del beato Romero será el día 24 de marzo. Durante la eucaristía fueron presentadas durante la celebración la reliquia del nuevo beato: la camisa ensangrentada que llevaba el día del martirio.

¿Quién era Romero? ¿Cómo se preparó el martirio?, se ha preguntado el purpurado en la homilía. Y así, ha contestado explicando que “él era un sacerdote bueno y un obispo sabio” pero “sobre todo un hombre virtuoso”. De hecho, “amaba a Jesús, lo adoraba en la Eucaristía, veneraba a la Santísima Virgen María, amaba a la Iglesia, amaba al Papa, amaba a su pueblo”. Precisamente por esto, ha explicado el cardenal, el martirio “no fue una improvisación, sino que tuvo una larga preparación. Romero, de hecho, era como Abrahán, un hombre de fe profunda y de esperanza inquebrantable”.

Así, ha recordado las palabras del nuevo beato poco antes de su ordenación sacerdotal escritas en sus apuntes: “¡Este año haré la gran entrega a Dios! Dios mío ayúdame, prepárame. Tú eres todo, yo no soy nada, y sin embargo, tu amor quiere que yo sea mucho. ¡Con tu todo y mi nada haremos ese mucho!”.

Por otro lado ha recordado que hubo un suceso que marcó a Romero: el asesinato del padre Rutilio Grande, sacerdote jesuita salvadoreño “que había dejado la enseñanza universitaria para ser párroco de los campesinos, oprimidos y marginados”. Este asesinato “tocó el corazón del arzobispo, que lloró a su sacerdote como podía hacerlo una madre con su propio hijo”.

Desde ese día --ha observado el cardenal Amato-- el lenguaje se hizo cada vez más explícito al defender al pueblo oprimido y a los sacerdotes perseguidos, independientemente de las amenazas que recibía diariamente.

También ha recordado que la opción por los pobres del arzobispo Romero “no era ideológica sino evangélica. Su caridad se extendía también a los perseguidores a los que predicaba la conversión al bien y a los que aseguraba el perdón, a pesar de todo”. Estaba acostumbrado a ser misericordioso -- ha añadido-- la generosidad en el donar a quien pedía era magnánima, total, abundante. A quien pedía, daba.

Por otro lado, el prefecto ha señalado que la caridad pastoral “le infundía una fortaleza extraordinaria”. Las amenazas y críticas que sufría no le desanimaban, sino que le impulsaban a actuar sin nutrir rencor, ha asegurado el cardenal Amato.

Finalmente, ha indicado que Romero "no es un símbolo de división, sino de paz, de concordia, de fraternidad”.



 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Espiritualidad y oración


Las Ofrendas
 

Catequesis para la familia 

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

El momento de las ofrendas con pequeños se hace muy especial en la Eucaristía. Tanto si participan activamente dentro del rito como si les toca permanecer sentados, es importante explicarles el sentido de gratitud y compenetración que se crea en este instante en que podemos reconocer que Dios Padre nos lo ha regalado todo y que nosotros agradecidos, nos ponemos a su servicio con Jesús y la fuerza de su Espíritu.

A los niños les encanta participar en el momento de las ofrendas presentando los signos. Como todos no podrán en la presentación, participaremos cantando (si se canta) e interiormente cada uno con nuestra gratitud a Dios.  Es aconsejable hacer una catequesis con los niños donde enseñarles a identificar los dones que Dios nos regala, la gratuidad con que Dios nos lo comparte todo, incluido a Sí mismo en su Hijo Jesús. Y despertar en los niños la alegría de descubrirnos parte de esta generosidad con que Dios se entrega, la necesidad de servir al bien común con todo lo que Dios nos regala y ofrecernos cada día compartiendo lo que tenemos y lo que somos.

Dentro de la Eucaristía, la Iglesia nos proporciona la oportunidad de hacerlo público y conjunto como una gran familia en el momento de las ofrendas. Pero de cada uno depende el compromiso a lo largo del resto del día, de ofrecer lo mejor de nosotros a los demás,  como Dios nos regala lo mejor de Él mismo a cada uno de nosotros.

Por: Sacramentos Rosales Mento

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Beato Luis Zeferino Moreau - 24 de mayo
 

«El buen prelado Moreau, amigo de los pobres, conocido también como el obispo santo, fue singularmente devoto del Sagrado Corazón de Jesús, de María y de José, devoción que se ocupó de difundir. Fue cofundador de las Hermanas de San José»

Por Isabel Orellana Vilches

Madrid, (ZENIT.org)

Nació en Bécancour, Quebec, Canadá, el 1 de abril de 1824. Sus padres eran humildes agricultores. Fue el quinto de trece hermanos; dos de ellos no sobrevivieron. Creció siendo un niño «inteligente, piadoso, modesto, apacible y pensativo». Pero al venir al mundo prematuramente, desde el principio le acompañó su mala salud. Esta deficiencia hizo que sus progenitores buscaran para él un futuro menos fatigoso que el derivado del trabajo en el campo. El párroco Charles Dion les aconsejó que lo destinaran al estudio. Y después de aprender las nociones básicas, en 1839 ingresó en el seminario de Nicolet. En una de sus visitas pastorales el arzobispo de Quebec, Joseph Signay, confirmó sus cualidades para ser ordenado. Pero casi a finales de 1845, año y medio más tarde de producirse este encuentro, la debilidad y estrés originado por unas clases que impartía mermaron sus escasas fuerzas y volvió a Bécancour para llevar una vida acorde con su situación, al amparo de la parroquia donde se propuso continuar los estudios eclesiásticos.

En 1846 no estaba completamente recuperado, y ello indujo a monseñor Signay a recomendarle que permaneciese con su familia y se olvidara del sacerdocio. Recibió esta noticia consternado. Su vocación era sólida, y sin arredrarse, fortalecido por la fe y en un estado de paz, elevó sus oraciones a Dios y actuó con firmeza. El párroco y formadores del seminario que lo conocían bien no lo abandonaron. Con cartas de recomendación viajaron a Montreal. Luís no tardó mucho en recibir la ayuda del obispo de la ciudad, monseñor Ignace Bourget, quien debiendo viajar a Roma se lo confió a Jean Charles Prince, su secretario y director de la escuela, que poco después sería designado primer obispo de Saint-Hyacinthe. Cuando Bourget regresó, anexionó a Luís al obispado. Prince y él pudieron constatar de primera mano las virtudes que adornaban al beato. Ambos fueron sus benefactores.

Fue ordenado el 19 de diciembre de 1846. Durante seis años estuvo al frente de distintas misiones que le dispusieron para poder asistir convenientemente a Prince en 1852 cuando se hizo cargo de la diócesis de Saint-Hyacinthe en calidad de obispo. Fue secretario y canciller suyo. Tuvo en él a un gran maestro. Como discípulo aventajado, Luís aprendió de su sagacidad pastoral y se nutrió de sus enseñanzas, como después le ocurrió con los tres sucesores de este prelado. Fue párroco de la catedral, procurador del obispado, vicario general, secretario del consejo diocesano, encargado de las finanzas y capellán de varias congregaciones de religiosas, entre otras responsabilidades que desempeñó.

 

Cuatro veces administró la diócesis en ausencia del prelado titular o durante las épocas en las que la sede estuvo vacante. Todo lo asumió con eficacia, haciéndose acreedor de la confianza que depositaron en él. Era ordenado, un trabajador nato, querido y admirado por todos: laicos, religiosos, sacerdotes y fieles en general. Al fallecer el tercer obispo de Saint-Hyacinthe, Charles Larocque, Pío IX le otorgó esta misma dignidad en noviembre de 1875. En manera alguna quería asumir Luís tan alta misión que le colocaba al frente de la diócesis, pero el papa le rogó que aceptase con generosidad lo que denominó «yugo del Señor». Tomó posesión el 16 de enero de 1876. Tenía entonces 51 años, y rigió la joven diócesis durante más de un cuarto de siglo bajo el lema: Omnia possum in eo qui me confortat «Todo lo puedo en Aquél que me conforta» (Flp 4,13).

Era un hombre de oración, de vida sencilla y austera que tenía especial debilidad por los pobres. En el transcurso de su misión episcopal se constató su gran fidelidad a la Iglesia y al papa. En momentos delicados en los que se implicó antepuso su amor por ellos a sus criterios y a los lazos de amistad que le unían a otras personas. Intensa fue su labor pastoral. Reabrió la residencia episcopal, impulsó la construcción de la catedral con los recursos acumulados por su predecesor, abrió las puertas a muchas comunidades religiosas proporcionando a la diócesis la riqueza que conllevan diversos carismas, ayudó social y económicamente a la Unión de San José, un proyecto puesto en marcha por él para sostener a los que quedaron sin trabajo tras el voraz incendio que asoló Saint-Hyacinthe, y prestó su asistencia a los círculos agrícolas. Asimismo fundó, con la colaboración de la venerable Elisabeth Bergeron, las Hermanas de San José con objeto de atender las escuelas rurales de chicos y chicas.

Pasó por esta vida prodigando el bien, abandonado en manos de la divina Providencia. Fue audaz, prudente, solícito y servicial, firme y comprensivo, un apóstol incansable. Estaba disponible para todos. Denunció los desórdenes de la época sin dudarlo. Su cercanía a los sacerdotes y feligreses era fruto de su oración. Reconocido por sus virtudes le asignaron el entrañable apelativo de «el buen monseñor Moreau». Era signo del afecto y gratitud que le profesaban. Este calificativo derivó después en «el obispo santo». El pueblo heredó su devoción por el Sagrado Corazón de Jesús, por María y José, que difundió en todo momento. Incontables personas le buscaron para recibir su consejo. De ello da constancia el valiosísimo e ingente testimonio espiritual plasmado en más de 15.000 cartas. «No haremos bien las grandes cosas si no estamos determinados por una unión íntima con Nuestro Señor», escribió. Hizo vida esta convicción venciendo la fragilidad que le acompañó toda su existencia. Murió en Saint-Hyacinthe el 24 de mayo de 1901. Juan Pablo II lo beatificó el 10 de mayo de 1987.

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba