Ocho profesores de la Universidad Pontificia Comillas, en su mayoría de la Facultad de Teología, y uno de Granada, han reunido en el libro La familia a la luz de la misericordia, de Sal Terrae, sus aportaciones y reflexiones sobre la doctrina y pastoral familiar en línea con las propuestas del Sínodo de Obispos de octubre de 2014.

Abordan algunos de los temas que, desde su punto de vista, han quedado necesitados de una mayor reflexión, por ejemplo: la conjunción de fe y sacramentalidad para el matrimonio; la valoración teológica de las uniones no sacramentales; las posibles condiciones de acceso a la comunión de los divorciados y vueltos a casar; la agilización de los procesos de nulidad. El decano de la Facultad de Teología, Enrique Sanz SJ, y cuatro de los autores presentarán el libro el próximo 28 de mayo, a las 19.30h., en el Salón Arrupe de la calle Maldonado.

 José Manuel Caamaño, Bert Daelemans SJ, Pablo Guerrero SJ , Diego Molina SJ, Carmen Peña, Javier de la Torre y Fernando Vidal tratan de articular, en línea con el Sínodo, “una nueva mirada” a la doctrina familiar y matrimonial con palabras que guardan equilibrio entre corazón y reflexión. Aportaciones configuran una propuesta con un fondo teológico, doctrinal, pastoral y canónico. “Una mirada que no prescinde de la doctrina eclesial sobre el matrimonio y la familia, pero que incorpora de modo decidido la misericordia como factor primordial”.

Con la incorporación de la misericordia como clave vertebradora de esta nueva mirada, sus aportaciones giran en torno a tres claves. La primera de ellas es la conciencia de que la aplicación automática, sin mayor discernimiento ni acomodación, de la actual doctrina genera, en ocasiones, situaciones “no precisamente acordes con el sentido común, el sentido pastoral y el sentido del evangelio”. En segundo lugar, la necesidad de un cambio en la comprensión del sacramento del matrimonio de un carácter estático a una visión más gradual y dinámica, “que tenga más presente la realidad dinámica que somos las personas humanas, junto con nuestra fragilidad”.

Y por último, que la Iglesia sea percibida como casa de misericordia y acogida, especialmente por parte de quienes más la necesitan y más sufren.