En el Corpus Christi: Pange lingua y O sacrum convivium

 

La solemnidad del Corpus Christi es la referencia de una gran cantidad de música sacra, sobre todo en la compuesta en España. Entre los siglos XVI y XIX hay dos referencias litúrgicas que dominan la actividad de la música de la Iglesia en España e Hispanoamérica: la Virgen María y la Eucaristía. Y las dos melodías litúrgicas que con más frecuencia las representan son respectivamente la Salve y el himno Pange Lingua. Seguramente no es una casualidad que el catolicismo hispano se volcara tan intensamente en estos dos aspectos de la fe, objeto de polémica con los protestantes.

El himno Pange lingua es utilizado habitualmente, y con toda razón, en el culto eucarístico. Su lugar originario en la liturgia está en el Corpus Christi, como himno de vísperas y como canto para la procesión. La melodía gregoriana con que se canta actualmente este himno, y que habrá aflorado ya en la memoria de muchos lectores, es la que podemos llamar “romana”. Es una melodía tradicional y venerable, sin duda, pero de uso reciente en el mundo hispano. Su popularización entre nosotros llegó sobre todo a raíz de la reforma de la música sacra impulsada por san Pío X. Su famoso motu proprio Tra le sollecitudini vio la luz el día de Santa Cecilia de 1903, y vio la luz en medio de un gran entusiasmo por el canto gregoriano, y por el proceso de restauración de que éste estaba siendo objeto, conforme a los antiguos códices. 

Pero hasta este momento, hasta el comienzo del siglo XX, era otra melodía distinta la que resonaba en los oídos y en las almas de los “españoles de ambos hemisferios”. Esta melodía es la que aparece en infinidad de composiciones debidas a organistas y maestros de capilla españoles e hispanoamericanos entre los siglos XV y XIX. En este vídeo pueden escucharla, en combinación con la elaboración polifónica que efectuó el gran Tomás Luis de Victoria (1548-1611). Esta es la música que a buen seguro sonó muchas veces en catedrales de España y América durante la solemnidad del Corpus Christi:

Y aquí pueden escuchar una breve elaboración para órgano de esta misma melodía tradicional, efectuada por el organista aragonés Pablo Bruna (1611-1671). El canto llano del Pange lingua hispano suena en la voz más aguda, en valores largos, mientras las otras voces realizan dibujos variados.

La música de la fiesta del Corpus podemos imaginarla en aquellos siglos insertada en la magnificencia con que la Iglesia Católica proclamaba la fe en la presencia real de Cristo en la forma consagrada, frente a la pérdida de tal fe que estaba acaeciendo en las áreas dominadas por el protestantismo. Así, era costumbre llevar en la procesión pequeños órganos transportados en carros, como también era usual la presencia de instrumentos musicales.

En tiempos más recientes este aspecto persuasivo, apologético, del culto eucarístico ha dado paso a un énfasis más centrado en el misterio. La Eucaristía es comprendida por los compositores como misterio de profundidad insondable, en el que la atención del compositor está absorbida por la especialísima unión del alma con Dios. Franz Liszt (1811-1886) es conocido sobre todo como virtuoso del piano, pero fue también un músico de un gran talento en el ámbito de la composición musical. Mucha gente desconoce que Franz Liszt fue una persona de una espiritualidad intensísima, que en la última fase de su vida se volcó en el proyecto de reconstruir el lenguaje musical de la liturgia católica. En el vídeo siguiente pueden escuchar su O sacrum convivium. El O sacrum convivum es propiamente la antífona del Magníficat de las segundas vísperas del Corpus Christi, pero sobre este texto se han compuesto gran cantidad de motetes eucarísticos. Franz Liszt, como podemos ver en el vídeo, escribe una música más bien íntima, en la que la melodía tiene un ámbito reducido.

En el siguiente vídeo pueden escuchar otro O sacrum convivium, en este caso compuesto por Olivier Messiaen (1908-1992). El lenguaje musical es moderno, seguramente un poco difícil para oídos no habituados. Pero es un excelente ejemplo de música sacra católica, donde la música no contradice el sentido del texto, que es pronunciado con serenidad y claridad. Casi una lectio divina hecha música.

O sacrum convivium! ¡Oh sagrado banquete,
in quo Christus súmitur: en que Cristo es nuestra comida,
recólimur memória passiónis éius: se celebra el memorial de su pasión,
mens impletur gratia: el alma se llena de gracia,
et futurae gloriae nobis pignus datur. y se nos da la prenda de la gloria futura!
Alleluia. Aleluya.

Olivier Messiaen se caracteriza por dotar a toda su música de un sentido teólógico, que él mismo suele ilustrar con la presencia de un breve texto al comienzo de la partitura.

El sacramento de la Eucaristía fue objeto de una atención especialísima por parte de Messiaen. Su amplia obra para órgano comienza y termina en la Eucaristía. En 1928 Messiaen escribió Le banquet céleste, y en 1984 escribió su monumental Livre du Saint Sacrément.

En el terreno más popular, no podemos dejar de mencionar el famoso Cantemos al amor de los amores, himno oficial del congreso eucarístico celebrado en Sevilla en 1911, con texto del P. Restituto del Valle, agustino, y música de Ignacio Busca de Sagastizábal. Esta una grabación interesante efectuada hace ya unos cuantos años. Ojalá se pudieran realizar nuevas grabaciones hoy en día de estos excelentes ejemplos de canto religioso popular, también con un buen coro y con un gran órgano bien afinado que haga justicia al poder de esta música popular en el mejor sentido del término.