Con motivo de la celebración de los cincuenta años de Caritas diocesana de Menorca ha estado en la isla el Rafael del Río, Presidente de Caritas Española. Tras atendernos amablemente, con él hemos mantenido una breve charla.

-Para empezar, Rafael, en plena crisis en la que nos encontramos todavía, ¿cuál es la situación real que vivimos, a nivel nacional?

Aunque, actualmente, hay voces autorizadas que manifiestan que ya hemos pasado lo peor y que estamos remontando, la verdad es que la crisis está siendo muy larga y ha golpeado duramente a muchas personas que han dejado de trabajar, han sufrido serios problemas económicos y han tenido que buscar el refugio del colchón familiar, recurrir a los pequeños ahorros y desprenderse de la propia vivienda hasta agotar estos recursos, circunstancia que les ha abocado a padecer graves y acuciantes problemas de subsistencia.

-En su charla nos ofreció un avance, en primicia, de algunos datos muy significativos, extraídos de la memoria del año 2013, que será presentada próximamente. ¿quiere comentarlos brevemente?

Pues es muy interesante destacar que, en estos años de crisis, curiosamente, el movimiento de solidaridad ha aumentado claramente. Pero más significativa es todavía la progresión que ha experimentado el nivel del voluntariado, que, a lo largo del pasado año, ha aumentado en unas nueve mil personas. Actualmente Caritas cuenta con unos ochenta mil voluntarios, en toda España. Si tenemos en cuenta que, antes de comenzar la crisis, el número total era de unos sesenta mil, las cifras demuestran nítidamente que muchas personas, unas económicamente y otras con su trabajo, se han incorporado a esa inmensa cadena humana de ayuda a los más necesitados.

-Uno de los graves problemas a los que ha habido que hacer frente ha sido, sin duda, el fenómeno de la inmigración. ¿Cuál ha sido la actitud de Cáritas española ante esa nueva realidad?

Es cierto que ha habido un tiempo de clara expansión en que se estuvo demandando continuamente mano de obra, lo que propició la llegada masiva de inmigrantes a España. Sin embargo, cuando las circunstancias empezaron a ir mal, nos quejamos de su presencia, hecho que nos parece enormemente injusto: ellos, como nosotros, requieren su dignidad como personas y tienen derecho al trabajo como cualquier ciudadano del mundo

-¿Cuál es la identidad de Caritas como institución? ¿Cómo nos la definiría?

A Caritas la ha definido la propia Iglesia. Ya en los Hechos de los Apóstoles se afirma que la Iglesia tenía tres funciones esenciales, inseparablemente unidas: la Palabra, los sacramentos y el ejercicio de la caridad. Éste se ha mantenido desde los orígenes de la Iglesia, lo que ocurre es que, con el transcurrir de los tiempos, se ha incrementado considerablemente el número de comunidades y, en consecuencia, ha habido que organizarse más y mejor para poder llevar a cabo, eficientemente, el ejercicio de la caridad y, así, ayudar, adecuadamente, a las personas más necesitadas. Eso es Caritas: la misma Iglesia en su firme voluntad de servicio a los más pobres de la tierra.

-Su presencia en Menorca se ha debido a la celebración del cincuentenario de la creación de Caritas en nuestra diócesis. ¿Cómo valora Usted esta feliz efemérides?

Hay que tener en cuenta que las personas que trabajan para los pobres en cada diócesis, y en este caso en la de Menorca, agudizan el ingenio ante la adversidad y buscan nuevas y magníficas ideas, que han resultado muy interesantes y efectivas para, luego, ponerlas en práctica en otras diócesis y viceversa. Porque, en definitiva, el principal objetivo de Caritas es siempre estar acompañando a los últimos, a aquellos que no son considerados socialmente. Caritas no pretende hacer la competencia a ninguna ong ni a nadie. Nosotros somos pioneros en buscar nuevas fórmulas de ayuda, pero, cuando otras organizaciones quieren hacer este tipo de trabajo, nosotros les dejamos el campo libre y vamos buscando otros campos idóneos en los que trabajar. Quiero agradecer el magnífico trabajo que se está realizando en vuestra diócesis y el entusiasmo con el que se actúa. Yo os animo, como nos recuerda el Papa Francisco, “a no perder nunca la esperanza”. Con trabajo entusiasta y con ilusión podemos esperar y creer en un futuro mejor.

(Diego Dubón – Església de Menorca)